Vacaciones y limpieza social

Jue, 01/12/2011 - 09:00
He estado con mi legítima Matilde averiguando a ver dónde nos podemos ir de vacaciones en condiciones de paz y sosiego, pero como siempre, la cosa está difícil.

He estado con mi legítima Matilde averiguando a ver dónde nos podemos ir de vacaciones en condiciones de paz y sosiego, pero como siempre, la cosa está difícil.

¿Por qué será que la indiada, la mulatería, la gleba y los pordioseros les da por salir para vacaciones a todas partes a hacernos imposible la vida y el descanso a la gente de bien?

Una vez más en este diciembre nos vamos a tener que mamar, por ejemplo para los que tomamos avión, las colas en los aeropuertos, especialmente en El Dorado. ¿Quién fue el pendejo que se le ocurrió bajar los precios de los tiquetes, aumentar los vuelos y darles facilidades de pago a los pobres? Resultado, ahora cualquier día, hasta entre semana, los aviones van llenos de gente de medio pelo, mal vestidas, con perfumes y lociones hediondas, generalmente gordas y supremamente mal educadas, que no hacen filas, se te pasan por delante, andan hablando a gritos de fútbol o de telenovelas, empujan y dejan tras de sí el vaho secular del chicharrón, y el pesado olor de la Pony Malta.

Y lo peor, ¡carajo! aviones llenos hasta de niños que untan los descansa brazos de las sillas de mocos agripados y que dejan los controles de la consola de juegos llenos de bom bom bum o de azúcar de berlinas, herpos y demás porquerías que consume el pueblo atrasado.

Y uno se pregunta: ¿a dónde van, carajo? Seguramente a diversificar el robo en otros parajes, cansados de atracar en su propio barrio. O a regresar a sus aldeas de origen para celebrar los inmundos rituales paganos de la chicha y la pola decembrina. Y lo peor es que aprovechan estas épocas para ponerse a darle de manera frenética al viejo mete y saca y claro, como por variar, no contentos con los millones que ya son, esa plaga termina reproduciéndose y en septiembre, más o menos, los berridos de los neo natos proletarios aturden en los hospitales y en las notarías donde registran su desagradable llegada a la sociedad, porque eso sí, faltos de Dios, ya casi no bautizan a sus críos, dejándolos al vaivén de una sociedad que después pretenden que los eduque. ¿A título de qué? ¿De qué son pobres y menesterosos? ¿De que es una obligación de la inmunda Carta esa del 91 hecha por los camaradas de Petro? ¡Faltaría más! Que se queden ignaros y propongo de manera solemne que se les impida aprender a leer, de tal modo que así no puedan enterarse de los planes baratos en los que se meten para jorobarnos la existencia.

Los iletrados deberían quedarse en casa, haciendo trabajos físicos que es lo único que podría desarrollarles el cuerpo y atrofiarles el cerebro, para beneficio de las clases económicamente decisivas, que aprovecharían la fuerza de trabajo y no tendrían que preocuparse de que la pobrería se envalentone, piense y hasta se vuelva en contra de sus generosos benefactores que les dan de comer y les han inventado, para que se diviertan, el cuento de un posible progreso que no es más que vana ilusión. ¡Carajo, esta vaina me quedó impecable, antológica!

¿Turismo social, plan 25? Vainas todas subversivas que envalentonan al terrorista que cada pobre lleva dentro de sí.

Y otra pregunta: ¿de dónde sacan la plata para pagarse unos servicios que cada vez ponemos más caros pretendiendo alejarlos de playas y hoteles? ¿Cómo hacen, si se ganan el mínimo, para pagarse vuelos de hasta cinco personas, hoteles y la fatal comida de los centros turísticos? Pues robando, claro.

Las autoridades deberían intervenir en este sentido, para prohibir a ciertas capas de la población la movilidad, a sabiendas de que sus recursos provienen del dolo. ¡Toda plata que consiga el pobre es robada al rico, carajo! Tal cual, todo lo del pobre es robado, o narcotraficado, o serruchado. Propongo que la policía, por ejemplo, detenga estos viajes de la gleba hacia las periferias turísticas. Que en aeropuertos, puertos fluviales, terminales de transporte y en miles de retenes en nuestras magnificas carretas del progreso uribista, se detenga a la o las personas que no muestren un mínimo de 40 millones de pesos por familia para vacacionar. Que se les devuelva sus pocilgas y que pasen la navidad mirando para arriba, y contando los voladores que nosotros lindamente hacernos explotar en el cielo de sus deseos.

Además, ¿cual es el aporte a la economía que no se beneficia de esa plata de líchigo aportada a la industria sin chimeneas por la gamineria? Pues la de ellos mismos, es decir los antros y comederos donde se les recibe para que traguen y se alojen, iguales a los tugurios donde habitan todo el año, de tal modo que eso no contribuye a la gran economía nacional pues es plata que se recicla entre los llevados, plata que terminan ganando otros pobres de solemnidad, que a su vez se irán de vacaciones después, en un ciclo sin fin, para hacernos recurrente y permanente el desfile de esas masas amorfas de pobres todo el año circulando, en decadente espectáculo, en anti estética parada de mal gusto.

¡Doctor Uribe, por favor, llame usted a las fuerzas vivas, a la mano blanca, a la negra, a nuestra patria renovada y refundada, para que impida este tránsito hacia la decadencia! Doctor Uribe, vuelva para que el populacho se quede en sus covachas y nos deje disfrutar de nuestro lindo país a las gente decente, que sabe usar el tenedor y que desprecia la popular cuchara y que usa desodorante, caramba. Tierra bendita y sagrada que usted limpiara y que el nuevo gobierno nos quiere de nuevo empuercar.

Todo parece indicar que no ha sido suficiente mantener a la mayoría de ellos en el desempleo, el subempleo o el salario mínimo. No señor, de alguna manera, como lo dicen ellos mismos, se rebuscan para conseguir plata para la flota o el avión, y venir a importunarnos en nuestras vacaciones aquí o allá. Va a tocar tomar medidas paralelas como no aumentar el salario mínimo este año, subirles las cuotas de todo, meterlos presos por vender vainas en la calle y etcétera, a ver si no les alcanza para salir a importunar el merecido descanso de quienes sí trabajamos y los ponemos a camellar para poder vacacionar, en una lógica sana y católica. ¿O no es que dizque el reino de los cielos será de ellos? Pues mientras tanto, el de acá es el nuestro y si no, ¡pues bala señores! Por eso somos católicos y apostólicos, por puro generosos: les damos el paraíso y ellos nos dan apenas su sangre.

Pero claro, con este Santos que se las tira de socialista, nadie del gobierno va entender la necesidad de mantener en sus barrios-miseria a los pobres. Tan solo Papá Lindo, que sí es sabio, nos ayudará a contenerlos enviándoles un invierno que tumbe las carreteras por donde transitan en sus buses de ventana vomitada. Y ahora resulta que el señor Presidente se va a Turquía y “logra” que nos les pidan visa para irse para allá. Pues ya verán, señores turcos, sus mezquitas en Estambul llenas de tenderetes de arepas paisas y de lechona tolimense. Eso sí hay que anotar que lo único bueno de que viajen es que lo hagan fuera del país, y que se queden por allá de sudacas lavando inodoros, o presos.

Espero que con estas aclaraciones les quede aun más claro a los petristas y liberales nuestras tesis en el sentido de reconocer como migrantes internos a los autodenominados desplazados, que son –en materia de viajes– lo peor, porque ni siquiera van de turismo sino a instalarse. Desplazados, parásitos a quienes nadie ha ni amenazado ni matado a sus familiares, turistas sempiternos, vagos.

Por favor, súbanle los precios a todo en diciembre, a ver si logramos detenerlos y tenerlos sitiados en sus “casas” por la televisión, para que vean en la pantalla chica la vida de grandes que nosotros nos damos.

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