Cleiner Cabadías y su alta costura inspirada en indígenas y afros

Lun, 09/03/2020 - 10:10
Esta chocoana busca que la identidad de su cultura vaya más allá de la moda.

Es un día normal en Quibdó, Chocó, los pobladores salen de sus casas a los mercados cercanos al potente Atrato con el fin de conseguir alimentos frescos como el pescado que es tan autóctono de esta zona del país.

En medio de tanta cotidianidad que suele esconder la sublimidad de la naturaleza de esa ciudad, hay un pequeño taller muy humilde donde se trenzan hilos y las agujas parecen no parar de coser.

Se trata del taller de la diseñadora de moda Cleiner Cabadías, una chocoana de raíces profundas pues ha tenido que sobrepasar situaciones difíciles como el conflicto armado colombiano.

“Yo hago moda con la etnia que tenemos en el Chocó que es la negra, la indígena, la mestiza, y sacamos un producto de eso”, le dijo a KienyKe la artesana.

Asimismo, comentó que trabajar con la tradición de los pueblos indígenas como los cuna o embera enriquece cada prenda que crea.

Con apenas cinco o seis máquinas de coser esta mujer, que nació en el municipio de Bojayá, sueña con inundar las pasarelas más importantes del mundo con sus diseños, con esa inspiración a la colombiana que va cargada llena de pasión.

Cleiner Cabadías

Para esta chocoana no fue fácil salir con las manos vacías y llegar a un nuevo lugar. Sin embargo, cargaba con un aprendizaje que desde su abuela se iba heredando, el de enhebrar un hilo en una aguja y empezar a crear.

“Mi mamá era modista y toda la vida ella cosía para nosotras y para algunas personas del pueblo. Mi abuela también cosía. Todo lo que hacemos es empírico, entonces eso le agrega a nuestras creaciones algo muy natural”, afirmó.

La violencia no pudo arrebatarle su sueño, hoy es una mujer empoderada y más fuerte que nunca.

De moda, artesanías y herencia

El negocio está en su propia casa, en el barrio Jardín. Es un espacio dedicado a la tienda y al taller, ahí diseñan con un lápiz y un papel la prenda, después cortan tela, eligen colores y pasan a las máquinas.

Esta emprendedora le comentó a este medio que la inspiración la extrae de toda esa selva natural, de la fauna que rodea al Chochó, del río Atrato y de esos lugares que se esconde en el gran Quibdó.

“Uno camina, mira cómo traen el pescado, cómo trabaja la gente y todo eso lo inspira a uno”: Cleiner Cabadías.

Explicó que dentro de ese pequeño taller cuando trabajan, se olvidan de lo malo que han vivido pues varias de las mujeres que cosen con ella son víctimas del conflicto armado.

Con estos diseños y el arte de coser, cree que llegó su reparación psicológica y eso le ayudó a superar lo que pasó.

“Eso lo va transformando a uno y nos convertimos en otra persona, en alguien que no tiene rencor”, le dijo KienyKe.

Cleiner Cabadías

De hecho cuenta que muchas personas que se acercan a su negocio se ponen a ver cómo cosen y dejan frustraciones y tristezas. “Muchas veces va la gente con los ánimos caídos, como que les pasa algo y estando allí se sueltan y empiezan a contarnos y se despojan de lo que cargan”, comentó Cleiner. 

Un emprendimiento de color país

No hay una riqueza más potente que la cultura y la gente en Colombia, por eso para esta diseñadora es fundamental imprimir en su arte la tradición de un país con raíces indígenas y negras. 

“Todas nuestras prendas tienen historia”, expuso la chocoana. Y este tipo de emprendimientos son los que entran a la Ruta Naranja un proyecto que apoya el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y lidera el Ministerio de Comercio e iNNpulsa. 

Los emprendimientos seleccionados son aquellos que cuentan con potencial para promover el desarrollo económico sostenible local y que necesiten un acompañamiento técnico y profesional para catapultarse.   

“Ellos llegaron con la idea de un fortalecimiento empresarial. Aquí tenemos las cosas básicas, pero nos falta una página web para poder vender más”, comentó la diseñadora. 

El factor de este programa fue el asesoramiento al negocio de Cleiner, y lograron dejar algunos consejos con los que ella pudo mejorar su emprendimiento. 

“En cinco años ya debo estar vendiendo el triple de lo que estoy vendiendo ahora y el espacio físico que tenemos en Quibdó debe estar equipado y completo”, proyectó la emprendedora. 

En su alma siente agradecimiento por esa cultura que le ha entregado tanta inspiración, por lo que termina diciendo que quiere retribuir a la comunidad indígena algo, porque ellos también han sido víctimas. 

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