Recorrido de los años de terror a la Séptima Papeleta

Lun, 09/03/2020 - 17:03
La transformación que logró la 7a papeleta en medio del horror de los años comprendidos entre 1984 y 1993

Los años comprendidos entre el 30 de abril de 1984 cuando fue asesinado el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla y el dos de diciembre de 1993 cuando Pablo Escobar cayó muerto en el tejado de una casa en Medellín cuando huía de la persecución de la Policía, constituyen una de las época de mayor violencia sembrada a finales del siglo XX.

A partir del año 1989 el horror de la guerra desatada por Escobar Gaviria no tuvo tregua, el balance de los atentados y crímenes ordenados por él no tiene par en la historia del país.

A ello se suma la alianza entre los narcotraficantes y los paramilitares que se dio a mediados de los años 80 que contribuyó a extender la violencia a varias regiones del país.

La mente criminal del capo concibió un plan macabro de exterminio contra policías, dirigentes políticos, periodistas, jueces y magistrados que osaron vincularlo en procesos penales por sus delitos, sedes de instituciones que a su juicio suponían un peligro para él.

En medio de los ataques del narcoterrorismo impuesto por Escobar muchos civiles que nada tenían que ver son su guerra a muerte, perdieron la vida o quedaron heridos por las bombas que mandó colocar en centros comerciales, aviones, edificaciones.

Para Escobar hasta sus viejos socios, los del Cartel de Cali se convirtieron en enemigos. Entre enero y mayo de 1990 ordenó situar 85 bombas contra sedes de Drogas La Rebaja, propiedad de los hermanos Rodríguez Orejuela.

Guerra contra la extradición

En los archivos  de la Policía  y de la Fiscalía se da cuenta de la cruenta lucha del capo por impedir que lo extraditaran a Estados Unidos y de combatir a sangre y fuego a quienes lo perseguían por sus negocios de tráfico de drogas.

Según cifras oficiales entre 1989 y 1993 las víctimas del narcoterrorismo ascendieron a 5.500 como consecuencia de ataques con bombas, atentados contra personajes de distintos sectores, secuestros y las balas de sus sicarios contra todo aquel que se le opusiera.

Los tentáculos de su red de distribución de drogas ilícitas se expandieron en muchos países del mundo y lo convirtieron en el criminal más buscado en esa época.

Los miembros de la Policía Nacional fueron uno de los blancos de los sicarios de Escobar. Por cada policía muerto pagaba dos millones de pesos y en total fueron 550 los uniformados asesinados.

Atentados en un año negro

A lo largo de una década el cartel de Medellín realizó 620 atentados. El año 1989 fue uno de los más sangrientos y el que mayor número de víctimas cobró en desarrollo de la guerra declarada por el capo al estado colombiano.

En el mes de noviembre una bomba estalló en un avión de Avianca en pleno vuelo, las victimas 111, entre tripulación, pasajeros y personas en tierra.

El 6 de diciembre de ese mismo año la sede en Bogotá, del hoy desaparecido Departamento Administrativo de seguridad, DAS, fue objeto de un atentado con 500 kilos de dinamita, que dejó un saldo de 70 muertos y cerca de 700 heridos.

Asesinatos selectivos

Año narcoterrorista y de explosión de los grupos paramilitares. La masacre de La Rochela en enero, el crimen de José Antequera en marzo, el magnicidio de Luis Carlos Galán en agosto, el atentado contra el avión de Avianca en noviembre o el del edificio del DAS en diciembre, entre otros crímenes.

El asesinato del ministro Rodrigo Lara Bonilla el 30 de abril de 1984 conmocionó al país. Pocas semanas atentes del atentado que le costó la vida recibió la solicitud oficial del Departamento de Estados de Estados Unidos de extraditar a ese país a los miembros de los carteles de Medellín y Cali.

En el funeral en su ciudad natal, Neiva el presidente Belisario Betancur anunció que atendería la solicitud de Estados Unidos y que extraditaría a todos los capos de los carteles de la droga.

El 6 de noviembre de 1985 el grupo armado M-19 se tomó el Palacio de Justicia en Bogotá que dejo un saldo de 98 muertos, entre ellos once magistrados de las altas cortes.

En la noche del 6 el Palacio ardió en llamas, algunos investigadores de lo que fueron las 27 horas que duró la toma, aseguran que Pablo Escobar habría apoyado con recursos y armamento a los guerrilleros a cambio de que quemaran los archivos, entre los que se encontraban los que lo incriminaban en el tráfico de drogas y asesinatos.

¡Ni un paso más!

En diciembre 17 de 1986 el director del diario El Espectador Guillermo Cano Isaza fue asesinado a pocas cuadras del periódico cuando se movilizaba, sin ningún tipo de protección, en su carro, una vieja camioneta Subaru. 

Su valor y firmeza para combatir desde su “Libreta de apuntes” a los capos de la droga le costó la vida. Su famosa frase consignada en su columna “Hay que decirle a la mafia: ¡Ni un paso más!” se convirtió después de su muerte en un lema para el diario que dirigió durante 34 años.

El 2 de septiembre de 1989 la sede del diario El Espectador en Bogotá quedó prácticamente destruida como consecuencia de la explosión de un camión ubicado en una estación de gasolina contigua a la sede del diario. El saldo de víctimas fue de 73 personas heridas.

En enero de 1988 Pablo Escobar dio la orden de asesinar al Procurador General de la Nación Carlos Mauro Hoyos. Escobar Gaviria lo llamaba “vende patrias” porque defendía abiertamente la extradición.

“Es absolutamente necesario que el Gobierno defina una clara y determinante conducta política en relación con la extradición”, declaraba públicamente el procurador Carlos Mauro Hoyos.

En enero de 1988 el candidato por el partido conservador a la alcaldía de Bogotá, Andrés Pastrana fue secuestrado en su sede de campaña. Los “extraditables” que se habían sumado a Pablo Escobar contra el Estado, se atribuyeron el secuestro.

Pastrana Arango fue liberado el día en que asesinaron el Procurador Hoyos en la vía que del Retiro conduce al aeropuerto José María Córdova, cuando la policía perseguía a los sicarios que los acribillaron.

Asesinatos que despiertan a Colombia

El 18 de agosto Colombia fue sacudida por tres asesinatos de los que Pablo Escobar había programado ejecutar.

La noche del 17 el magistrado Carlos Ernesto Valencia fue asesinado en el centro de Bogotá. Días antes había anunciado que enviaría a la cárcel a Pablo Escobar y a Gonzalo Rodríguez Gacha porque tenía pruebas de la participación de los capos en los asesinatos del candidato presidencial de la Unión Patriótica, Jaime Pardo Leal, y del director de El Espectador, Guillermo Cano. 

En la mañana del 18 a las 6:18 a.m. el coronel Valdemar Franklin Quintero, comandante de la Policía de Antioquia, un oficial incorruptible que tenía cercado al capo, fue asesinado, recibió 154 disparos y falleció solo y desprotegido en una calle de Medellín.

A las 8 y 45 de la noche el candidato presidencial Luis Carlos Galán fue baleado en el momento en que levantaba los brazos para saludar en la plaza de Soacha a sus seguidores.

Por: Daissy Cañón.

Fue conducido al hospital de Soacha donde falleció. La indignación por el asesinato del líder político colmó la copa de tolerancia de los colombianos.

La marcha del silencio

Con la muerte del caudillo liberal el horror parecía no tener freno, Colombia se encontraba sumida en una violencia sin control, estos tres asesinatos movieron a los hasta entonces apáticos estudiantes de universidades privadas de Bogotá, como la Javeriana y los Andes, quienes convocaron a la “Marcha del silencio” y no pararon de trabajar para lograr un cambio en el país bajo la consigna “Todavía podemos salvar a Colombia”.

En 1990, varios líderes de la convocatoria le propusieron al país realizar un plebiscito para reformar la Constitución Política que regía al país desde 1886.

El gobierno del Presidente Virgilio Barco aceptó que la Registraduría Nacional permitiera que en las elecciones del 11 de marzo de 1990 se introdujera una séptima papeleta en las urnas para preguntar si el país quería la reforma.

La Registraduría contó los 2 dos millones y medios de votos, pero de forma extraoficial, la Corte Constitucional avaló el resultado y abrió el camino para convocar a la Asamblea Nacional constituyente que le entregó en julio de 1991 una nueva Constitución Política a Colombia.

El 2 de diciembre de 1993, Pablo Escobar cercado y sólo acompañado por un escolta en una casa del barrio los Olivos de Medellín, se comunicó a través de un celular con su familia que hacía una tortuosa travesía para vivir fuera del país y logró ser interceptado por la policía y murió encima del techo de una casa vecina a la que le había servido de guarida.

Escuche la entrevista con Fabio de Jesús Villa, uno de los protagonistas de la Séptima Papeleta:

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