2012: ¿ Caos o evolución?

Dom, 11/12/2011 - 10:04
                                                                                                    
                                                                                                                                                                                                                                                                En agradecimiento a Val Corro quien me enseñó a admirar la cultura de su país México. ¡Dios no es infalible! Ad portas de entrar en el 2012, año señalado por el calendario maya como el final definitivo, mi mente ha resuelto acordarse de ciertos razonamientos que de niño descubrí en las visitas que todos los  lunes  hacíamos mi madre y yo a los muertos del cementerio de mi ciudad natal. Fui criado dentro de un matrimonio formado por una católica a ultranza- quien a su vez fue educada por la única rama conservadora de una familia de rancia estirpe liberal- y un comunista, agudo lector; y en ese ambiente aprendí no solo a amar a Dios sino también a cuestionarlo. Una de mis mayores dificultades a la hora de comprender la religión católica era la llamada iglesia purgante: aquella iglesia conformada por las almas de los muertos que purgan una pena antes de entrar al paraíso o el infierno. O sea, me decía yo, si las almas están expiando una culpa, hubo de  existir un juicio previo. ¿Y el juicio final?  No encontraba respuesta a mi inquietud de no saber dónde situar ese momento en el cual al finalizar los tiempos vendría Jesús en toda su magnificencia, se levantarían los muertos y todos, ¡todos!, seriamos juzgados. ¿Dos juicios acaso? En ese pero formado por mis dudas cabían otras reflexiones: Si todas las almas pasan por el mismo proceso de purga, todas deben estar en el mismo lugar; el cielo, por tanto, debía estar vacio, lo mismo que el infierno. ¡Técnicamente hablando ninguno de los dos existían aún!  Y, ¿los santos? Según la dogmatica ellos iban de forma directa a disfrutar del señor por haber llevado una vida ajustada a los preceptos cristianos. ¿El regocijo de permanecer en presencia de Cristo podría sufrir una revisión por cuenta del juicio final?  Si existía la posibilidad de un segundo juicio, puede llegarse a la conclusión que la nueva sentencia sea diferente a la primera; enviar el alma a un lugar distinto al inicial por cuenta de un veredicto opuesto lleva a la conclusión de un errar divino. ¡Dios no es infalible! Cuatro Ahau, tres akankin: 21 de diciembre de 2012. Esta fecha, la del solsticio de invierno, está marcada por la sabiduría maya como última de su calendario y el día del juicio final para la humanidad. Un calendario es una herramienta diseñada para determinar la órbita  que traza la tierra en un año alrededor del sol. Nuestro calendario occidental se basa en el Gregoriano que calculó la duración de la órbita terrestre en 365,25 días; los mayas heredaron el suyo de sus predecesores, los olmecas; un pueblo en verdad misterioso, poco o nada se sabe de su paso por la tierra; ellos sin necesidad de instrumentos de precisión tecnológica calcularon el año solar en 365,2420 días; este calendario de tres mil años de antigüedad es una diezmilésima de día más exacto que el actual y hace parte de un sistema de tres que al combinarse en uno solo dieron lugar a una serie de predicciones celestes; entre estas están la de los grandes ciclos, periodos de tiempo que registraban las creaciones y destrucciones del mundo. Estas cifras no son arbitrarias, corresponden al plazo en años en que la tierra tarda en completar un ciclo de precesión: el lento movimiento pendular que efectúa el planeta terrestre sobre su eje; cada veinticinco mil años este movimiento cambia la posición de los polos celestes y el equinoccio[1]. El último ciclo, el actual, dio comienzo el 11 de agosto de 3114 A.C. y está previsto que finalice en la fecha del 21 de diciembre del 2012. La psicosis de que el mundo va a venirse abajo ha estado presente en todos los tiempos desde la aparición del hombre sobre la tierra; sin excepción todas las antiguas civilizaciones que triunfaron en la antigüedad predijeron el fin del mundo; la tradición judeo-cristina ha hecho lo mismo y en épocas recientes sectas como La Puerta del Cielo y su fijación sobre el final en una fecha específica-que nunca llegó- ha  conducido a suicidios colectivos. ¿Donde radicar la verdad sobre el destino de nuestra raza? Algunos dirán que en la teología cristiana, aquella que nos habla en su libro sagrado, la Biblia, del Armagedón, pero también de los Nephilim, aquellos gigantes hijos de Dios que viendo que” las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí cuántas de ellas más les gustaron….y ellas les engendraron hijos…”[2].  Otros argüirán que es la investigación científica la única que puede comprobar con hechos la posibilidad  de un final definitivo y pienso en la teoría del tiempo cero[3]; aquella teoría del año 1975 revelada al etnobotánico Mckenna bajo los efectos del yagé en la Amazonía colombiana; y los esotéricos, adivinos y tarotistas que se basan  en los vaticinios de las culturas que dominaron el Yucatán; culturas paganas de la selva que apenas comprendieron la importancia de la rueda pero consiguieron alcanzar conocimientos avanzados de astronomía, arquitectura y matemáticas que en muchos sentidos rivaliza e incluso supera a los nuestros. Para Albert Einstein “la experiencia más hermosa que podemos tener es la de los misterios”; y un gran misterio es lo que va acontecer en el próximo año. Cientos de miles de hombres vivirán la combinación de miedo, religión y destrucción en estos trescientos sesenta y cinco días venideros; muchos se autoproclamaran voceros de la verdad y en nombre de esa verdad alimentaran innumerables atrocidades entre y para las masas. Yo solo sé que el día de mi juicio final y  el fin para todo aquello que yo considero vida- sin importar la fecha, quien o como me la impongan- será ese momento, esos instantes en que mis ojos se estén cerrando para siempre jamás. Y para ello me estoy preparando.  Alberto Salazar Castellanos salazarycastellanostecomunica@hotmail.com


[1] Precesión: al rotar el planeta la fuerza gravitatoria de la luna lo obliga a inclinarse 23.5 grados con respecto a la vertical que sumado a la atracción del sol sobre el ecuador hace que el eje  terrestre oscile. En la actualidad la comunidad científica  le da a Hiparco, año 127 A.C, el honor de haber descubierto este movimiento.
[2] Génesis, capitulo seis, versículo 1-4
[3] Tiempo cero; Terence Mckenna. La duración del universo está diseñada en forma matemática; ochos niveles o periodos de tiempos; el último dura solo unos cuantos minutos y su fecha está prevista para el 21 de diciembre de 2012.
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