B L A N C O

Lun, 03/03/2014 - 10:17
¿POR QUÉ VOTAR EN BLANCO?
Por ser un ciudadano colombiano común, cansado de vivir en un país que como dice Kenji Orito, es rico, pero vive en la pobreza, cansado de vivir en

¿POR QUÉ VOTAR EN BLANCO?

Por ser un ciudadano colombiano común, cansado de vivir en un país que como dice Kenji Orito, es rico, pero vive en la pobreza, cansado de vivir en un país cuyos nacionales, como dijo Jaime Garzón, tenemos dos problemas: no poseer una conciencia colectiva y asumir una posición cómoda e individual ante la vida, cansado de vivir en un país en donde gran parte del tiempo escucho al ama de casa, al policía, al empresario, al desempleado, al empleado, al taxista, al maestro, al estudiante, al conductor de bus, al periodista, al profesional, al analfabeta, al que anda a pie, al que anda en bicicleta, al que anda en bus, al que anda en carro, al que anda en avión, etc.; quejarse de la mala situación que, desde su punto de vista, es originada por los políticos que después de engañarlos a base de promesas vacías en campaña, se hacen elegir para darle un pésimo manejo a los gobiernos y a las legislaturas locales, regionales y nacionales; ES QUE HACE RATO DECIDÍ VOTAR EN BLANCO. Pero creo que lo que más cansado me tiene es vivir es un país en el que, a pesar de que hay evidencia suficiente e incontrovertible de que los políticos quieren llegar a los cargos para servirse y no para servir así vivan pregonando lo contrario, de que los partidos políticos son solo empresas electoreras en las que la ética, los valores y los ideales se emplean solo en el discurso; la sociedad no es capaz de sancionar a los responsables en las urnas. Cómo es posible que gente cuya situación, lo digo respetuosamente, ni siquiera le permite clasificar para el Sisben, siga de manera religiosa a un personaje que no solo torció de manera corrupta la constitución para gobernar durante ocho años, sino que durante toda su vida política se ha aliado con otros personajes oscuros y le procuró derechos, ventajas y prerrogativas a los más ricos y poderosos; a punta de menoscabar los derechos, las pocas ventajas y las escasas prerrogativas de los más pobres y desfavorecidos. Cómo es posible que los hijos de dos políticos asesinados por tratar de actuar de manera diferente en la política, es decir de manera honesta, dirija uno, y sea figura el otro, de un partido lleno de candidatos investigados por presuntas actuaciones, si no criminales por lo menos deshonestas. En un partido en el que el hijo director castiga a un candidato cualquiera a una corporación cualquiera por emplear en su publicidad de campaña el programa gubernamental de vivienda para los menos favorecidos, mientras que al hijo figura, por hacer lo mismo, le permite zafarse de la merecida sanción mediante una desabrida, hipócrita y obligada disculpa. Cómo es posible que la izquierda que pregona a los cuatro vientos que trabaja por el progreso, por la transparencia, por las oportunidades para todos, por la honestidad, por la ética y por los valores; entre sus representantes tenga a un partido que, sin asumir de manera valerosa el costo político que el hecho debió implicar, llevó al gobierno de la capital al alcalde más corrupto del que hayamos tenido conocimiento y hoy se siga presentando campante como el partido que cambiará de un vez por todas las horrorosas costumbres políticas del país. Cómo es posible que otro de los hijos de uno de los políticos inmolados que mencioné anteriormente, milite en otro partido al cual su padre trató de depurar y cuya jefatura, gracias a que también tiene un padre político influyente, ostenta una joven promesa que como representante a la cámara confiesa, sin pudor y sin castigo alguno, que firma leyes sin siquiera leerlas, cuando todos los colombianos le pagamos por sueldo una fortuna, que entre otras cosas no necesita, para que haga un trabajo que no hace. Cómo es posible que otro de los partidos que representa a la izquierda, lleve también a la alcaldía de la capital a otro político que, habiéndose destacado en el congreso (cosa que no debe ser nada difícil porque la mayoría no lo hace mal, sino que lo hace pésimo), borra de tajo su desempeño al someterse a la corriente mayoritaria cohonestando con su voto la reelección también corrupta del jefe supremo del más poderoso ente de control; despliega un estilo de gobierno tan despótico que sus hombres de confianza no lo soportaron, que invisibiliza sus declaradas buenas intenciones  y que deja la impresión de que se apega a la ley solo cuando esta le conviene y la desprecia cuando su aplicación le perjudica, llamando a la lucha de clases como defensa en un momento en el que lo que necesitamos es reconciliación. Cómo es posible que haya un partido que despertó una gran ilusión en la gente, ilusión producto de presentar candidatos inteligentes y honestos siendo el que avaló para las presidenciales sin lugar a dudas al que en su momento fue el mejor alcalde que ha tenido Bogotá y que luego de ser aplastado por la maquinaria, se presente a las siguientes elecciones con otro candidato a la alcaldía más importante del país, que ya había ocupado el cargo generando bastantes dudas en su ejercicio, y quien en su desmedida ansia de triunfo, se alió con un personaje que es la antítesis de los ideales que dicho partido dice defender. Y… ¿Cómo es posible que ese partido no solo no lo expulsó, sino que hoy lo cuenta y como favorito entre sus precandidatos presidenciales? Cómo es posible que haya partidos que fusionan como negocio la política y la religión, que haya miles de personas que engañadas, coaccionadas, manipuladas o de manera cínica los sigan y que el diseño de las leyes no permita la justa sanción para los protagonistas de esta y otras actuaciones que a todas luces faltan a la honestidad. Cómo es posible que personajes oscuros a quienes se les ha comprobado que han llegado de manera fraudulenta o con dineros mal habidos a cargos por nombramiento o por elección, no solo sigan en libertad, sino que pontifiquen sobre la vida nacional y sean consultados sin cesar por unos medios y unos periodistas, que en vez de ser correctos e imparciales en la fundamental labor de la comunicación social, se venden y se arrodillan ante el mejor postor. Cómo es posible que asesinen a un extranjero y en cuestión de horas se dé con los responsables, cuando día tras día son asesinadas personas humildes y la reacción de las autoridades es mirar para otro lado. Está bien que seamos cariñosamente hospitalarios y que creamos que la vida de un extranjero es valiosa, pero, ¿está bien que el mensaje que enviamos sea que la vida de los extranjeros vale más que la vida de los colombianos comunes? Cómo es posible que a un ciudadano pobre le den 12 años de cárcel por robarse uno de esos perjudiciales cubos de caldo artificial, mientras que les dan ocho años o menos, en sus mansiones y sin devolver un centavo, a los ladrones de cuello blanco de los que hay muchos que han ido a Harvard, a Cambridge, a Oxford, a Stanford, entre otras y roban miles y miles de millones de pesos desde la empresa privada o desde el sector púbico. Cómo es posible que haya tantos “cómo es posible” para escribir como mínimo diez tomos y los ciudadanos nos sigamos quejando del infinito cinismo de los políticos, cuando los infinitamente cínicos somos nosotros al elegir una y otra vez a los mismos corruptos, a los hijos de los corruptos y a los hijos de los hijos de los corruptos por los siglos de los siglos, amén. Sostengo que la clase política de este país es mediocre, pusilánime y corrupta. Mediocre porque es supremamente extraña la ocasión en la que terminan de manera ejemplar un proyecto, casi todo es a medias. Pusilánime porque su visión es miope, jamás intentan algo realmente grande que le dé a Colombia y a su gente toda la gloria y el bienestar que merece, solo trabajan para ellos. Y corrupta porque como les importa más el dinero y el mercado que las personas, no reparan en escrúpulos ni valores a la hora de satisfacer sus intereses. Sin embargo, honestamente creo que la culpa de esa situación no es enteramente de ellos. Como dice una frase de amplia circulación en las llamadas redes sociales: la sociedad o el pueblo que elige gobiernos corruptos no es víctima, es cómplice. Ahora bien, puede pensarse que estoy siendo injusto al generalizar en mis argumentos ya que “en la política también hay gente buena”, y seguro que la hay. Sin embargo yo me pregunto: ¿qué tan a prueba es la bondad de esos políticos buenos cuando comparten partido con colegas suyos que no lo son tanto, que delinquen, que compran votos, que votan en las corporaciones en contra de los intereses de la nación y a favor de los de unos cuantos privilegiados, que legislan a ultranza para quienes patrocinan sus campañas, que se hacen elegir apoyados por grupos que presionan con las armas o, que simplemente traicionan los ideales que dicen defender los partidos de los que obtienen el aval? Es posible responder a la última pregunta diciendo que lo que pasa es que mi ignorancia en política es tan grande y mi visión de la realidad tan pobre, que no entiendo que los candidatos, buenos o malos, necesitan de los partidos para poder poner sus nombres a consideración de la ciudadanía en las urnas. ¡Pues lo entiendo! Lo que no entiendo es que “los buenos” paguen como precio por un aval, una autotraición a sus ideales, pues no se puede dar otro nombre al acto de integrarse a partidos que contradicen con hechos tales ideales. ¿Por qué no se unen todo esos “buenos” y arman un partido limpio, en donde no quepa un solo corrupto, en el que de verdad se trabaje por el país y en el que los errores sean equivocaciones sinceras y no actuaciones medidas para dar satisfacción a los más sombríos intereses? ¡Clarísimo que el VOTO EN BLANCO no nos va a librar de la noche a la mañana de la manera tan sucia en que se practica la política en Colombia! Es más, es posible que como me dijo un sobrino en medio de una discusión, sea una estupidez como lo es toda la política para él. Sin embargo, el hecho de que ante la repuntada del VOTO EN BLANCO en las encuestas, la reacción de la izquierda, de la derecha, del gobierno, de la oposición, de los políticos buenos, de los políticos malos e incluso la de muchos periodistas y medios haya sido la de sostener, unos con engaños y otros con argumentos sinceros, que ese voto no sirve para nada, me hace confiar en que mi sobrino no tiene razón y en que en vez de ser una estupidez, el VOTO EN BLANCO sea tal vez el voto más inteligente que ciudadano alguno pueda en una urna depositar. No sé si una elevada proporción o una mayoría absoluta del VOTO EN BLANCO haga que la perjudicial clase política colombiana empiece, como clase, a usar el cerebro y a hacer bien lo que le corresponde. Es más, no sé si le importe lo que muchos pensamos y queremos decirle. Sin embargo, por pura higiene mental, con mi VOTO EN BLANCO le gritaré a la cara a sus integrantes que no me representan y que estoy cansado de su abuso, de su manoseo y de su robo continuado. @LeonardoMaSu
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