Cárceles en Colombia, las 'universidades del crimen'

Sáb, 26/08/2017 - 13:02
No es raro escuchar entre el universo delincuencial colombiano, decir que un fulano está en “La Universidad” o salió de “La Universidad”, queriendo referirse a la cárcel como un entorno en
No es raro escuchar entre el universo delincuencial colombiano, decir que un fulano está en “La Universidad” o salió de “La Universidad”, queriendo referirse a la cárcel como un entorno en el cual se viven múltiples fenómenos sociales, excepto la “resocialización”. Y es que en Colombia somos tan vasallos de los Estados Unidos que hasta copiamos, mediocremente, su sistema carcelario, vengativo, punitivo e inhumano. La justicia colombiana siempre busca encontrar un culpable en cualquier caso para enviarlo a la cárcel, desde los delitos más insipientes, hasta los más grandes, la justicia siempre busca la venganza contra el delincuente enviándolo a una cloaca de dolor, hacinamiento y vergüenza en donde el interno, tiene tres posibilidades, intentar “resocializarse”, no hacer nada o perfeccionar y ampliar su capacidad delictiva para cuando purgue su pena. La mayoría de los internos optan por la tercera. En la cárcel conocen al socio que siempre buscaron en la calle, tienen los contactos que jamás hubieran logrado, todos, allí 'juntitos' con mucho tiempo para hablar, planear y reflexionar sobre sus errores, los cuales no volverán a cometer cuando estén de vuelta “en las pistas”. Este vergonzoso sistema penitenciario colombiano, no tiene ningún sentido, llenar las cárceles de delincuentes que han violado la ley con delitos a veces absurdos, obligándolos a enfrentar las peores condiciones de vida y donde solo tienen las mayores oportunidades de perfeccionar sus crímenes y ampliar su red criminal. Las cárceles colombianas son lugares tan hostiles con los internos que crean un profundo resentimiento de parte de estos con la justicia colombiana por haberlos mandados a un lugar tan inmundo durante años, esto motiva aún más la intención del interno de continuar delinquiendo a la hora de su salida. En las cárceles colombianas no se aprende nada diferente a leer y escribir y a hacer “hueveras”, tablas de parqués o ajedrez en madera, ¿quién con un negocio delictivo millonario esperándolo en la calle, querrá salir de la cárcel a fabricar y vender juegos de parqués? La única función social de las cárceles en Colombia es aislar a unos pocos delincuentes de la comunidad por un tiempo para después devolverlos más especializados y astutos. Modelos como el noruego son impensables en Colombia, ¿un delincuente de ruana viviendo dignamente? ¡Que tal! Eso solo en Colombia es posible para delincuentes de cuello blanco, el resto, son tratados como las más sucias ratas arrojadas a cloacas mientras que la horda voyerista celebra el suplicio de los “bandidos”, eso si, cuando la batuta de la justicia toca a alguno de ellos, automáticamente se convierten en las tristes víctimas. En las universidades del crimen se continúan cometiendo los peores delitos, incluso desde allí mismo, los “Patrones” siguen manejando “Las Vueltas” a control remoto, siguen extorsionando, chantajeando, sobornando, estafando y ordenando sin fin de delitos. Ni que hablar de los condenados presentados como los “más grandes cabecillas” sin serlo, víctimas de un falso positivo o unos simples ciudadanos que se auto inculparon por el delito de otro a cambio de unos centavos por irse a la cárcel, un lugar que a veces resulta más acogedor que sus propios hogares, si es que los tienen.
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