En una vida paralela, el fútbol dejó de existir y nunca antes el mundo de los hombres estuvo tan triste y desolado
El último estadio de fútbol fue derrumbado en una impresionante consecución de detonaciones programadas, como el más grande de los espectáculos circenses. El estadio Maracaná, en Rio de Janeiro, Brasil; era la última plaza futbolera que quedaba en el mundo, luego que el régimen feminista surgido después de la Tercera Guerra Mundial acabara con todos los estadios del mundo y subyugara a los hombres a ser gobernados. La orden de destruir por completo los estadios de fútbol, fue la última de las decisiones de la dictadura, luego de haber cerrado compañías de televisión y apropiarse de otras cuantas, clausurar para siempre empresas cerveceras y jubilar de por vida a las bienaventuradas putas, y entonces nunca antes el mundo de los hombres estuvo tan triste y desolado como en aquel entonces.
La destrucción masiva de todos los estadios de fútbol en el mundo y la prohibición estricta, bajo pena de fusilamiento, de practicar el deporte o hablar de él, fue la gota que quebrantó el alma de los cándidos varones. Los más desesperados, comenzaron a suicidarse con la ilusión de encontrar universos extensos en el más allá, como canchas de fútbol, en donde tendrían una eternidad de felicidad. Los más cobardes se quedaron en el mundo para remembrar en sus sueños las tardes de los domingos pálidos en el estadio, en medio del jolgorio y los cánticos de fanatismo por sus equipos. Y muchos prefirieron entonces dormir en las mañanas, en las tardes y las noches, para que no fuera tan triste el mundo.
En el extenso manuscrito dictatorial del régimen femenino, señalaban la práctica del fútbol como un juego insulso, una invención violenta que desviaba la atención de los hombres de tareas imprescindibles como la de hacer felices a sus mujeres olvidadas. Pero las esposas y amantes, que en un principio celebraron con alegría el nuevo gobierno feminista, tampoco estuvieron nunca tan desoladas como entonces, cuando veían morir a sus maridos, los veían caminar somnolientos y retraídos por las calles, trabajar sin ánimo y dormir por horas interminables.
En menos de un mes habían muerto más hombres por la depresión de no tener fútbol, que los que murieron en los años devastadores que duró la Tercera Guerra Mundial. Ninguna mujer se percató en qué momento ya no había un solo hombre sobre la tierra.
Entonces la desolación y la nostalgia del recuerdo de los hombres que no podían olvidar, les carcomió las entrañas por los años siguientes de su existencia. En muchas ocasiones intentaron reconstruir algunos estadios, organizaron torneos mundiales de fútbol y se dieron a la tarea de practicar el deporte, con la vana ilusión de encontrar allí la felicidad que parecían tener los hombres antes de que ellas se la arrebataran. Pero no consiguieron encontrar pasión allí y se resignaron a su soledad.
En Twitter: @Andres_Quiroga
Cuando el fútbol murió y el mundo quedó triste para siempre
Jue, 12/12/2013 - 06:24
En una vida paralela, el fútbol dejó de existir y nunca antes el mundo de los hombres estuvo tan triste y desolado
El último estadio de fútbol fue derrumbado en una impresionante conse
El último estadio de fútbol fue derrumbado en una impresionante conse