Si un extranjero desea conocer la cultura colombiana en todo su esplendor basta que se dé la pasadita en diciembre por las zonas rosas, bares, moteles y discotecas de la ciudad y visite los alumbrados para conocer un poco del comportamiento cultural del colombiano promedio.
Diciembre es la época de mayor apogeo del año en donde el comercio, el turismo, las fiestas, la venta de licor, las riñas, los accidentes de tránsito y los homicidios se disparan expresando con todo su potencial que somos un país que sigue rindiendo culto a todos aquellos mafiosos generadores del miedo, la compra de conciencias, el valor económico de la vida, los lujos exorbitantes y desproporcionados y el poder del dinero generado por mecanismos ilegales y degradantes de la dignidad humana.
Esos mismos que hicieron temblar las bases del poder del país en su momento siguen siendo hoy en día protagonistas en los rostros de miles de ciudadanos convertidos en potenciales peligros para la sociedad que desahogan sus penas en las drogas (licor, cocaína o marihuana, por ejemplo), en las rumbas y en el sexo desenfrenado que tiene disparado los hogares de bienestar familiar, los moteles y los abortos clandestinos por embarazos no deseados.
Un desastre cultural como país sometido a la ignorancia, la enfermedad y la impunidad por parte de un Estado incapaz e inepto por naturaleza y sometido a los intereses políticos partidistas y los intereses de grandes empresarios que manejan a sus andanzas la economía, que supuestamente parece andar bastante bien para aquellos que dominan el mercado y la oferta, pero sin verse los mismos resultados en la clase media y baja que sigue sosteniendo a todos aquellos que se tomaron las riquezas del país.
Es precisamente diciembre, la oportunidad para evidenciar en todo su esplendor los “nuevos ricos” que de un momento a otro llegaron a tener dinero inexplicablemente y andan de lujo en lujo por las calles y en los barrios, al mejor estilo del “angelito” de Pablo Escobar al que muchos le siguen rindiendo culto, como el caso por ejemplo, de la vergonzosa tradición en Medellín de la alborada, la demostración de un pueblo bulloso y baboso a la vez, pero sin argumentos ni proyectos a la vista para salir del abismo en el que está, porque el silencio, la reflexión y la planeación a largo plazo no ha sido la base fundamental de los gobernantes que han pasado por la Casa de Nariño.
Que siga la rumba y el alboroto que en Colombia poco se festeja durante el año… si como no…, al fin y al cabo la familia, la educación y la cultura no están entre los planes de muchos entes de poder del país, y el pueblo… bien gracias, bebiendo, bailando y tirando pólvora…
Diciembre: expresión de un país derrochador, fiestero, intolerante y ruidoso
Jue, 05/12/2013 - 11:14
Si un extranjero desea conocer la cultura colombiana en todo su esplendor basta que se dé la pasadita en diciembre por las zonas rosas, bares, moteles y discotecas de la ciudad y visite los alumbrado