La paz, una palabra más que densa. Todos y cada uno de nosotros de una u otra manera la anhelamos. Mucho se ha dicho de este tema que actualmente se roba la tensión de la opinión pública, los medios de comunicación y la población en general.
Cada día, opiniones y puntos de vista frente al proceso de paz vienen y van. Por una parte, aquellos que están a favor del proceso sostienen que el diálogo es la mejor manera de conducir a la paz un país que ha sido desangrado por el conflicto hasta un punto en exceso grave. De otro lado, se encuentran quienes no apoyan la iniciativa con el argumento de que no se debería negociar con terroristas que han azotado nuestra patria con toda clase de barbaries y delitos de lesa humanidad. Definitivamente dos puntos de vista contrarios pero que en mi opinión tienen mucha lógica.
Nunca he sido Uribista ni he tenido algún tipo de afinidad con la política implementada por el expresidente, todo lo contrario, difiero sobremanera con su ideología y su forma de gobernar pero eso sí, debo decir que concuerdo con el hecho de creer que el señor presidente ha convertido esa noción de paz de los colombianos en una bandera de su gobierno con la cual pretende marcar la historia y generar reconocimiento político. Pero espere! El hecho de politizar los diálogos de paz en la Habana no significa que a Santos no le importe la paz, claro que le importa y claro que hará hasta lo imposible por conseguirla. El problema es ¿ A qué precio?
Sentadas en la Habana se encuentran dos delegaciones que en lo supuesto están allí con el fin de firmar un acuerdo para que los hechos violentos de una vez por todas finalicen y el país no siga teniendo que sufrir las consecuencias del conflicto. El problema aquí es que todos y cada uno de esos hechos violentos, sanguinarios y que rayan con lo aberrante continúan presentándose y el gobierno del señor Santos no parece siquiera inmutarse.
No fue sino hasta que un general de la república cayó preso por la guerrilla que el jefe de estado decidió por primera vez suspender las negociaciones en Cuba y mostrar un lado mucho menos indulgente a las FARC que el que ha manifestado a lo largo del proceso, algo que a mi parecer es desigual y falto de vergüenza porque al parecer todas y cada una de las muertes y los atentados a la población civil no han sido una razón de peso para decir No más.
Como si fuera poco, del otro lado del charco nos encontramos a unas FARC cuyo nivel de descaro parece no tener tope. El sostener que no han cometido crímenes de lesa humanidad, afirmar que no son narcotraficantes, asegurar que no tienen secuestrados y hasta alegar que no se les debe considerar como un grupo terrorista, son sólo algunas de las joyitas con las que ha salido el grupo subversivo.
Espero que el proceso continúe, siempre he estado de acuerdo. Habrá que ver sí ´´Juan Pa´´ se amarra los pantalones y le exige realmente a la guerrilla que pare con los actos terroristas que comete y además atribuye dizque como consecuencia de una negociación en medio del conflicto.
@Andresrubioh