El mundo que nos tocó

Mar, 11/02/2014 - 09:10
La libertad es una facultad (se supone) de la modernidad y de los hombres y mujeres contemporáneas. A lo largo de la historia éste concepto ha ido ganando terreno en muchos aspectos, y lo ha perdido
La libertad es una facultad (se supone) de la modernidad y de los hombres y mujeres contemporáneas. A lo largo de la historia éste concepto ha ido ganando terreno en muchos aspectos, y lo ha perdido drásticamente en otros. Las primeras sociedades que poblaron la tierra, y que ya habían pasado por un proceso evolutivo que les ayudara a tomar decisiones y comunicarse, fueron agrícolas y recolectoras. Éstas sociedades eran completamente homogéneas y todas seguían un líder. Luego las sociedades fueron agrícolas, y lograban ponerse de acuerdo para trabajar la tierra, y aunque tenían diferencias sociales significativas, eran autárquicas y se sostenían ellas mismas. Pasando por la sociedad industrial, donde lo importante era producir, llegamos a la sociedad postindustrial, en la que vivimos hoy. A través de estos cambios de una sociedad a otra, el mundo, que es un perpetuo cambio, ha llegado a lo que somos hoy: personas controladas. ¿O acaso quién dijo que somos libres? Vivimos en un mundo vigilado en cada aspecto, nada es aleatorio, nada es natural. La generación Z, a la que pertenezco junto con otros millones de personas nacidos alrededor de 1994, ya no somos iguales a nada que haya pisado la Tierra. Vemos el mundo de una manera diferente, nos gusta la inmediatez, la individualidad, y aunque podríamos hacer grandes cosas con los recursos que se nos han dado hemos preferido no hacer nada en absoluto, a veces. Durante los años noventa, mientras mi generación empezaba a nacer, ocurrieron grandes cambios a nivel político y económico en todo el panorama mundial. Desde la caída del muro de Berlín, la derrota de dictaduras como la de Pinochet, hasta la aparición del Internet, que ha revolucionado el mundo (de manera positiva y negativa) hasta la aparición de organismos como la Organización Mundial del Comercio, en colaboración con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional que ayudarían a disminuir la pobreza en algunos países, pero haciéndola más notoria en otros, como América Latina, apoyados en el Consejo de Washington (una lista, como de mercado, de políticas económicas creada por organismos internacionales con la intensión de ayudar al crecimiento de países latinoamericanos). Hoy América Latina es una región de la que todos se aprovechan, vigilada y controlada. Internet, dentro de lo negativo que se le puede achacar, ha sido una gran ayuda de éste control. Y aunque para mi generación Internet siempre ha estado allí, y nos hemos apoyado en Google más que en cualquier cosa, para el resto del mundo no. Lo que siempre ha estado es el control. Alrededor del 98% de las telecomunicaciones de América Latina al resto del mundo pasa a través de Estados Unidos. Gracias a su geografía, las agencias de norteamericanas tienen la ventaja catalogarlas y analizarlas. El Consenso de Washington, que cumplió juiciosamente América Latina durante la década de los años noventa, le permitió a potencias del primer mundo, gracias a la apertura de mercados, la explotación de los países subdesarrollados (en vías no, las cosas hay que decirlas como son, sin eufemismos). Éste Consenso no ha ayudado a los países de economías débiles, si no que ha facilitado el control a través de entidades como el Banco Mundial. Además, las políticas educativas que se han implementado apoyadas en éste no han contribuido a mejorar las oportunidades, sino a extender las ramas de éstos mecanismos hasta la educación de los más pobres. El poder hoy no lo posee quien tiene la información, sino quien la controla. Google ha sabido muy bien cómo ejercer esta actividad en la información. Hoy, incluso, y gracias a los cables publicados por Wikileaks, se sabe que ha tenido vínculos con el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Como dato, el director de Google Ideas es el ex consejero de Hillary Clinton y trabajó para ésta misma entidad. Barack Obama ha procesado al doble, según el acta de espionaje, de informantes de los periodistas que todos los anteriores presidentes juntos desde 1917. Ante éste panorama surge la pregunta ¿Cómo es que se le llama espionaje a hablar con los medios de comunicación si se supone que la libertad de información es propio del mundo moderno? Dilma Roussef tuvo una iniciativa de establecer una comisión reguladora internacional para Internet. Esta idea generó terror en la Unión Internacional de Telecomunicaciones quien tomó el control de las telecomunicaciones. Yo no creo que Internet deba ser controlada por gobiernos. Estamos constatando que las sociedades modernas están embarcadas en un entorno sin garantías, en un sistema donde no es concebible acceder a la verdad de las cosas y no debería ser así. Es necesario que ocurra algo, no sé bien qué, para que éste panorama cambie. Cada personas debe ser libre, y cada Estado soberano. Aunque estamos en el mundo que nos tocó vivir, no es el que necesariamente debemos aceptar, lo que sí tenemos como responsabilidad es cambiarlo.      
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