El fin de semana que pasó se llevó a cabo una movilización -léase en mayúsculas- pacífica, en la ciudad de Bogotá, diversas organizaciones y colectivos de objetores y objetoras de conciencia, antimilitaristas, entre otros, salieron a las calles para manifestar un NO rotundo a la “locomotora militarista”.
Me puse a indagar entre los amigos “mirones” de dicha movilización y pude notar que son muchos los sectores, las personas, hombres y mujeres que no están de acuerdo con enviar o parir hijos para la guerra, para que mueran en medio de la selva, para que trunquen sus sueños. Recuerdo mucho una señora que me decía “que rico fuera que ese servicio no fuera obligatorio”, pero también recuerdo a varias personas, manifestarme no saber que se podían oponer a prestar el servicio militar, no saber que las llamadas “batidas” están prohibidas.
Pero lo que a mi modo de ver permitió positivamente esta jornada, en la que muchas personas salieron a caminar las calles capitalinas con arte, pancartas, música y sonrisas, fue “regalarle” a las personas de “a pie” un par de minutos de enseñanzas. Manifestarles por ejemplo, que el Artículo 18 de la Constitución Política de Colombia permite que su hijo, su joven, el muchacho de su casa no vaya a la guerra si se declara objetor de conciencia, porque ese joven siente que su vida, sus manos, su cuerpo, no están hechos para matar a otro ser humano. Además puede ser que dicha “obligación militarista” de utilizar la fuerza mortífera pueda entrar en grave conflicto con la libertad de conciencia y el derecho a manifestar y expresar creencias religiosas u otras.
Pero si el caso es que en Colombia (como suele suceder) no se respeta el artículo 18 de la Constitución puede apelar también, sí, su hijo, al Artículo 18 del Pacto Internacional sobre derechos civiles y políticos. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que los objetores de conciencia deben tener sustentadas sus razones por las cuales rechazan cualquier práctica que favorezcan la guerra.
Un segundo punto son las “batidas” - como se le denominan popularmente a la solicitud de la libreta militar por parte del ejército -, en Ciudad Bolívar -barrio de la capital de Colombia- donde los jóvenes y representantes de organizaciones sociales siguen denunciando la existencia de éstas, pese a que la Corte Constitucional en su Sentencia C-879 de 2011 las prohibió y además de prohibirlas da la posibilidad a quienes no hayan definido su situación militar, por cualquier motivo, de llegar a un acuerdo con el militar para que a posteriori con una citación, el joven se presente en las instalaciones militares y defina finalmente su situación.
Y en el marco de esta movilización de objetores de conciencia, se me vino a la cabeza el Paro Nacional, donde ha sido precisamente los desmanes de la Fuerza Pública – ESMAD- quienes han causado mayor dolor y traumatismo al asunto. Niños, mujeres y jóvenes heridos, con sus huesos rotos y sus corazones deshechos por ver cómo otros seres humanos – iguales que ellos- les maltratan sin compasión alguna. Cabe anotar que el ESMAD hizo presencia durante esta movilización también, la movilización anti-militarismo y anti-servicio militar estaba llena de efectivos policiales.
Allí es cuando entonces, toma mayor fuerza la idea de oponerse a la guerra, a la militarización de los territorios, al reclutamiento forzado de jóvenes a través de “batidas”, de un NO al servicio militar obligatorio y un SI al acceso a educación, arte y oportunidades de aportar a la sociedad desde otros lugares, que no sean un escudo, un bolillo, un arma, una tanqueta o un gas lacrimógeno.
También toma fuerza el análisis que hacen algunos conocedores sobre Santos, “que mientras el presidente le enciende una vela a Dios también se la prende al diablo” es decir, ¿cuál es el juego del presidente Santos?, mientras en La Habana habla de paz y en Colombia militariza a un 200% todo el país. E invierte para un posible “pos-conflicto” en mayor armamento y menos en el sector agrario, social, en el arte y en políticas públicas.
Quisiera saber entonces hoy –en el marco de la “locomotora militarista” que impulsa Santos y a la que los jóvenes objetores se oponen - si el hijo del presidente Santos está interesado o está preparado para la guerra, para ir a las montañas y dar su vida (si es necesario) por esta patria o bueno, está bien, si está interesado en ir a estar “vigilando” las estaciones de Transmilenio y aguantar sol, agua y demás o si por el contrario, seguirá presentándose (como un modelito) en los desfiles magnos de las fuerzas militares como el del 20 de julio – cuando Esteban, hijo del presidente no debía hacerlo, pues era apenas un militar raso-. Pero también sería interesante saber si el Presidente Santos, también está interesado o preparado para ver a su hijo dar la vida – literalmente- por la patria y por la “causa”.
Estoy en contra del servicio militar obligatorio, ¿Y usted?
Mar, 27/08/2013 - 01:14
El fin de semana que pasó se llevó a cabo una movilización -léase en mayúsculas- pacífica, en la ciudad de Bogotá, diversas organizaciones y colectivos de objetores y objetoras de conciencia, a