Si eres una mujer físicamente bella tu vida es mucho más fácil. Es así de simple. Y de cruel. Para complicar las cosas, estarás más cerca del éxito social mientras más útil sea tu cuerpo para los estereotipos comerciales definidos por ese monstruo de mil cabezas que es la industria de la estética. Las puertas se te abren, el mundo te escucha, te mira, te desea. Y te aplasta.
Hoy te piden que midas tanto y mañana te exigirán unos centímetros de más. Tu talla cambiará de acuerdo a la temporada. Tu color de pelo será éste o aquel para que combine que con la tonalidad que dictan, desde una oficina o los dueños de la moda.
Hasta tus dientes necesitarán una revisión permanente: está en furor cierta distancia entre tus incisivos. Hoy, por ejemplo, nos están dando ‘permiso’ para tener unos kilos de más.
Las mujeres, que no somos bobas, hemos reconocido históricamente la belleza como herramienta de poder. Y de frente, o secretamente, la anhelamos. Por eso, para muchas no hay nada más triste que sentirse feas frente al espejo. Las consecuencias han sido terribles: suicidios, anorexia, bulimia, baja autoestima… infelicidad.
El feminismo ha tratado de ofrecer salidas para esta realidad. Nosotras, desde la plataforma ideológica de Feminismo Artesanal, hemos sostenido que toda mujer es putamente libre, así como suena. No criticamos el querer ser bella, o que haya mujeres que gocen de un cuerpo con esos estereotipos aceptados por la moda; pero tampoco aceptamos que alguien se abrogue el derecho de exigirnos un parámetro de belleza o a imponernos una manera de sentir. Seamos lo que seamos, luzcamos como luzcamos, lo haremos por decisión propia y en uso de todas nuestras facultades. Es nuestro derecho.
A veces me preguntan si los fotógrafos de moda podrían caminar de la mano de Feminismo Artesanal. Es una pregunta complicada, porque muchos los acusan de ser el medio de transmisión de muchos estereotipos estéticos. Pero mi respuesta es sí. Y tengo un ejemplo concreto. Conozco a reconocido fotógrafo de celebridades. Se llama Andrés Reina, actual portador del premio Ángel Vargas, del V Premio Nacional de Video y Reportería Gráfica otorgado por el Congreso de Colombia.
Un día me dijo: ‘Mar, la fotografía es el arte de ver la belleza oculta, incluso la belleza detrás de la belleza’. Esas palabras han funcionado para muchas mujeres y adolescentes que se ha acercado a nuestro movimiento, desesperadas porque se sienten perdidas frente al espejo. No se identifican con su imagen. No se aman en integridad.
Con su trabajo, muchas se han reconciliado consigo mismas. Y no porque la fotografía las haya disfrazado o la magia del Photoshop las transforme en lo que no son. No. Es porque él sabe que la fotografía tiene el poder de mostrarte como te ven los demás y, si los ojos del fotógrafo son los ojos del amor, esos ojos reflejarán amor en tu cuerpo.
Al ver nuestra imagen acariciada por unos ojos amorosos, muchas mujeres nos hemos reconciliado con nuestro cuerpo. Y cuando lo hacemos, empezamos a empoderarnos, a sentir que nadie que nos mire con desprecio merece ser tenido en cuenta. Andrés nos ha enseñado a muchas mujeres a que quizás no estaremos en la portada de una revista de moda, pero que somos bellas para quienes nos aman. Y eso es lo que importa.
A veces me preguntan si los fotógrafos de moda podrían caminar de la mano de Feminismo Artesanal. Es una pregunta complicada, porque muchos los acusan de ser el medio de transmisión de muchos estereotipos estéticos. Pero mi respuesta es sí. Y tengo un ejemplo concreto. Conozco a reconocido fotógrafo de celebridades. Se llama Andrés Reina, actual portador del premio Ángel Vargas, del V Premio Nacional de Video y Reportería Gráfica otorgado por el Congreso de Colombia.
Un día me dijo: ‘Mar, la fotografía es el arte de ver la belleza oculta, incluso la belleza detrás de la belleza’. Esas palabras han funcionado para muchas mujeres y adolescentes que se ha acercado a nuestro movimiento, desesperadas porque se sienten perdidas frente al espejo. No se identifican con su imagen. No se aman en integridad.
Con su trabajo, muchas se han reconciliado consigo mismas. Y no porque la fotografía las haya disfrazado o la magia del Photoshop las transforme en lo que no son. No. Es porque él sabe que la fotografía tiene el poder de mostrarte como te ven los demás y, si los ojos del fotógrafo son los ojos del amor, esos ojos reflejarán amor en tu cuerpo.
Al ver nuestra imagen acariciada por unos ojos amorosos, muchas mujeres nos hemos reconciliado con nuestro cuerpo. Y cuando lo hacemos, empezamos a empoderarnos, a sentir que nadie que nos mire con desprecio merece ser tenido en cuenta. Andrés nos ha enseñado a muchas mujeres a que quizás no estaremos en la portada de una revista de moda, pero que somos bellas para quienes nos aman. Y eso es lo que importa.
