La configuración de los Estados

A finales del siglo XIX el escenario de América Latina describía un importante desarrollo del crecimiento comercial unido con un distinguido aumento de profesionales especializados. Dicho contexto, no sólo motivó a un acercamiento de la sociedad latinoamericana a las universidades, sino que también provocó un crecimiento demográfico de las clases medias. Pero ¿quién representaba a dichas clases medias y nuevas que emergían al final del siglo XIX?. La respuesta la encontramos en las élites políticas que en forma de partidos políticos (algunos de ellos radicales) representaban intereses económicos básicamente dividiendo y limitando la representación a dos grupos claramente definidos: terratenientes y comerciantes. Por ejemplo, para el caso colombiano, se trataba de los orígenes del Partido Conservador y del Partido Liberal. Estos partidos no disponían de modelos económicos propios, lo que provocaba ambigüedades y de facto una ausencia de claras alternativas sobre los modelos ideológicos de izquierda y derecha. Entrado el siglo XX, la redistribución del aparato del Estado era incapaz de generar un consenso social, donde lo único que lograba deliberar en nombre de todos era el fuerte y hegemónico poder de la Iglesia Católica. Cada vez era más evidente la “alta heterogeneidad territorial”. En plena I Guerra Mundial, los terratenientes realizaban coaliciones y alianzas con los partidos políticos y surge, por influencia de Europa, un atractivo especial por integrar y profesionalizar los ejércitos en cada uno de los países de la región latinoamericana. La asesoría internacional, las invitaciones a los ejércitos de América Latina como observadores en plena guerra y la venta de armamento europeo contribuyen al desarrollo industrial como idea de modernización. Con excepción del modelo neoliberal de Gran Bretaña, se hizo evidente la competencia entre el nacionalismo fortalecido después de la I Guerra Mundial (fascismo) y el antinacionalismo (comunismo). En la Europa del siglo XX existía una profunda crisis política de representación, que más adelante influyó en la configuración y transformación política e institucional de los Estados latinoamericanos. En plena postguerra y con una crisis económica a nivel mundial en la década de los treinta, imperó la idea del “estatalismo-autoritario” para tomar decisiones en medio de sociedades desarticuladas. Dicho modelo influenció profundamente la formación nuestros Estados, por eso no debemos extrañarnos si notamos que algunos conservadores vieron en el sistema fascista una respuesta atractiva y una oportunidad revolucionaria para hacer frente a las élites tradicionales oligarcas. El fascismo se presentó y se disfrazó como un movimiento que representaba a los trabajadores y a la sociedad, con pocos opositores y sin prever cuál sería su ideología en el tiempo. En la segunda parte de "Mi historia entre tus dedos" haré referencia a la crisis económica y a las dictaduras de la región latinoamericana durante el siglo XX. Cualquier parecido con la realidad más actual, no es pura coincidencia, es simple consecuencia. Esta columna también se encuentra en políticadirecta.net / @politicadirect