“Los sueños también tienen una historia”

Mar, 03/04/2018 - 08:27
Hace mucho tiempo había pensado sentarme a escribir mi historia, no porque crea que es maravillosa o mejor que la de cualquier otra persona. Sencillamente porque es la mía y porque posiblemente pued
Hace mucho tiempo había pensado sentarme a escribir mi historia, no porque crea que es maravillosa o mejor que la de cualquier otra persona. Sencillamente porque es la mía y porque posiblemente puede ser de utilidad para otras personas. Mi nombre es María Fernanda Prieto, diseñadora gráfica de profesión pero amante de los animales de corazón. Desde muy pequeña tuve una gran inclinación por amar y proteger a los animales y a la naturaleza, había en mi un gran sentimiento de responsabilidad por cuidar a estos seres indefensos y sentía una profunda conexión con ellos en gran parte por el ejemplo que veía en mi abuela que cada fin de semana tenía un nuevo perrito callejero acogido en su hogar. Empecé entonces a “salvar” animalitos que veía en las ferias de ciencia de mi colegio utilizados de manera incorrecta; pollitos, ratones de laboratorio (Juaco y Pancho que aún recuerdo con gran cariño) tortugas, lombrices, peces en fin, todo ser viviente que pasara por allí. Ya estando un poco más grande el amor por los perros iba creciendo de manera inexplicable, y llego a mi vida Rafael, un cruce de rottweiler y dinosaurio que se me robó el corazón. Abandonado en el platón de la camioneta de mis papas literalmente llego hasta la puerta de mi casa cuando no era más grande que un banano. Se convirtió en mi compañero inseparable y fiel, me acompañaba a la universidad metido entre un bolsillo y todo el día permanecía junto a mí hasta que un desafortunado accidente se lo llevó. Al siguiente día y con mi corazón roto, sin saber cómo o porqué apareció en la puerta de la casa amarrado un perrito, en los huesos, pulgoso y mal oliente. Nos miramos y ahí quedamos flechados. Este era Enrique uno de los seres que cambió mi rumbo y mi vida. Y así poco a poco siguieron llegando, al poco tiempo llegó Gerardo, luego Otilia, después Rebeca, y así como caídos del cielo y conectados desde el más allá tomaron lugar en mi vida para cambiarla para siempre. No fui capaz de ser veterinaria porque le tengo pavor a las agujas y terror a las prácticas (no puedo ver sufrir a un animalito), así que, mientras trabajaba en una agencia de publicidad, un trabajo donde sabía a qué hora empezaba mi día pero no a qué hora terminaba, empecé a leer sobre el comportamiento de los animales, un tema que me apasionaba hasta que un día decidí irme a verlo con mis propios ojos, a mis 24 años tomé un avión, me fui a Sudáfrica como voluntaria en un centro de rehabilitación de vida salvaje (CROW) y fue la experiencia más maravillosa de mi vida, los 4 meses más intensos e inimaginables, los recuerdo cada día con una sonrisa en mi cara y una satisfacción indescriptible. Después de poder estar de cerca con Leones, Hienas, elefantes, cebras, hipopótamos, cocodrilos, leopardos cazando, Babuinos, Jabalíes, Monos, jirafas, tortugas, puerco espines en fin una infinidad de animales increíbles tuve que regresar, pero medio corazón se quedó allá maravillado con la realidad de ver a estos seres y su magia, cuidando sus crías, su territorio y lo más increíble su magnitud, jamás habría podido dimensionar el tamaño de un elefante salvaje o una hiena hasta verlos frente a mí. [caption id="attachment_852518" align="alignnone" width="1280"] Foto: María Fernanda Prieto/ Kienyke.com[/caption] [caption id="attachment_852519" align="alignnone" width="958"] Foto: María Fernanda Prieto/ Kienyke.com[/caption] Regresé decidida a ayudar a los animales en mi país, renuncie a mi trabajo ya que, a pesar de mis miedos, mi llamado era a hacer algo por ellos. Lastimosamente me encontré con una dura realidad, las instituciones de protección animal trabajaban con las uñas, escasos de recursos y sin apoyo del gobierno. Hacían lo que más podían por ayudar a los animales pero no daban abasto. Al ver lo difícil de esta situación decidí montar mi propio refugio, un mini centro de rehabilitación para perros abandonados o maltratados. La verdad no tenía idea y jamás alcancé a dimensionar en lo que me estaba metiendo. Sin tener idea de administración de empresas ni nada parecido me fui a la Cámara de comercio de Bogotá a pedir una asesoría en entidades sin ánimo de lucro para poder tener una idea por dónde comenzar. Tenía que tener una entidad auto sostenible para poder brindarle a los animales la calidad de vida y bienestar que yo quería. Entre idas y vueltas me fui capacitando, la WSPA Sociedad Mundial Para La Protección Animal con quienes ya había entablado una relación de amistad al asistir voluntariamente a sus charlas y cursos de protección animal me brindaron su apoyo y conocimiento en la construcción de obras y asesoría para lograr un espacio adecuado para los protegidos. En aquella época no eran muy famosas las guarderías caninas así que pensé que era una buena manera de volver el proyecto auto sostenible, tener un espacio para la recreación de perritos con hogar y que sus mensualidades apoyaran a los perritos del refugio. Era todo un reto en ese momento esta idea, pero no era imposible, con millones de obstáculos y aprendizajes se fue consolidando este proyecto y el 8 de Abril del 2006 nació la Fundación Canina Campoalegre. Y hoy me encuentro aquí, impulsada por el amor que siento por los animales, enfrentando un nuevo desafio al debutar como columnista para Kienyke.com y quise que mi primer artículo fuese así, que todos ustedes sepan un poco de mi, quién soy y de dónde vengo para poder después compartirles mi conocimiento en este tema. Twitter e Instagram: @PartidoCriollo Pagina Web: www.elpartidocriollo.com
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