Metro de Medellín: es más fácil pedir perdón que pedir permiso

Jue, 04/07/2013 - 01:04
Cada vez que viajo en el Metro de Medellín me asalta la misma pregunta: ¿alguno de los dirigentes de la empresa  utiliza el sistema como una opción de transporte hacia sus labores diarias? A riesg
Cada vez que viajo en el Metro de Medellín me asalta la misma pregunta: ¿alguno de los dirigentes de la empresa  utiliza el sistema como una opción de transporte hacia sus labores diarias? A riesgo de equivocarme, creo que ninguno lo hace, pues es evidente que el orden y la llamada "cultura Metro" se han convertido, desde hace mucho tiempo, en un asunto netamente publicitario, poco respaldado con hechos reales. Quien viaje a diario en los trenes podrá confirmar que este comportamiento ejemplar del que tanto nos enorgullecemos los paisas no suele ir más allá de los mensajes reiterativos en las bocinas de las estaciones y del aviso de uno que otro Policía que, con pocos resultados, advierte a algún ‘violador’ de las normas del sistema. “Dejar salir es ingresar más fácil” o  “no entre ni salga del tren después de escuchar la señal de cierre de puertas” es lo que uno escucha, pero lo que se ve es totalmente diferente: es la lucha por entrar o salir a punta de empujones, los gritos y enfados, los toqueteos (involuntarios o no) y las eventuales peleas que se dan en medio del mar de gente que intenta abrirse campo de forma agresiva. Si uno se pregunta el porqué, la respuesta es muy simple: porque toca. “Si no empuja, no sale” dicen muchos, con sabia razón, pues en el Metro aplica perfectamente el adagio popular: “Es más fácil pedir perdón que pedir permiso”. Metro de Medellín, Kienyke En las horas pico no ha terminado de salir la gente cuando suena la señal del cierre de puertas. Nadie quiere quedar encerrado, nadie quiere llegar tarde, nadie quiere esperar más. La "Cultura Metro" se rompe en un segundo, solo con el sonar de un timbre la paciencia se transforma en desesperación y comienza el baile confuso donde uno empuja para entrar, salir o no dejarse tumbar. Las señoras gritan, los niños lloran, algunos ríen y en la próxima estación sufren las consecuencias. El caos se apodera del Metro y la cultura se queda en las bocinas. La explicación vuelve a ser simple: un sistema que nació hace 15 años con dos líneas hoy recibe la alimentación de usuarios de toda una red metropolitana de buses, dos líneas de Metro Cable, el sistema Metroplús y la ampliación de dos estaciones que llegan a los municipios de Sabaneta y La Estrella. “¡Fantástica cobertura!”, dirán con razón muchos. Pero, de igual forma, hay que reconocer la congestión y colapso de un sistema que no ha sabido reinventarse lo suficiente para responder a la creciente demanda de usuarios. El tamaño de las estaciones y trenes sigue siendo el mismo y la reciente compra de nuevos vagones no alivia demasiado el ajetreo que se vive al interior. El problema de la “Cultura Metro” es cuestión de sistema y capacidad, pues la palabrería auto aduladora y el discurso repetitivo que la promueven no son suficientes para hacer que la gente actúe como ‘debería’. Si  los dirigentes del Metro hicieran unos cuantos viajes cotidianos en tren, tal vez se darían cuenta de que esta cultura construida hace 15 años es amañada y se cumple cuando el sistema lo permite. Los invito a que lo hagan y, después de sufrir uno que otro empujón, el toqueteo inadvertido y la algarabía de un buen viaje, piensen en una  infraestructura de respaldo para esa Cultura Metro, de por sí tan manoseada y escaza en estos días.

@rincondesantos

Más KienyKe
Cinco heridos y cuatro fugados dejó un motín en la estación donde está preso el capturado por el crimen de Jaime Esteban Moreno.
El mandatario colombiano pidió repensar la democracia ante el aumento de tensiones globales.
Dos víctimas presentan trauma craneoencefálico grave.
Trump defiende su política comercial y asegura que los aranceles traerán dividendos para los ciudadanos.
Kien Opina