Tengo la manía de salir a caminar cuando llueve. Salgo sin paraguas, por supuesto. No importa si hace frío o calor. La lluvia me calma, me anima, me esconde.
Sentí las primeras gotas resonar en el techo de la casa de Paula, inventé una excusa para salir rápido y allí estaba, caminando sin rumbo bajo el agua, con la frescura del cielo recorriendo mi piel, acariciándome y distrayendo mi mente como nada más lo hace.
Era mi lluvia preferida, gotas grandes, completas, con presencia. Caían haciendo un ángulo recto perfecto con el suelo y el sonido de su encuentro con la calle marcaba un ritmo que podía seguir en mi mente, una composición perfectamente aleatoria. El ritmo lo inventaba yo y se adaptaba a lo que quisiera.
Era tal el silencio de la ciudad que llegué a escuchar el latido de mi corazón. Sentía cómo se unía al ritmo de la lluvia. Juntos y al unísono ambientaban una escena deliciosa llena de colores, brillos, silencio y soledad.
Ya empapada de agua y tranquilidad me frené en la puerta de una juguetería antigua. Estaba cerrada pero miré hacia adentro y ya ni sintiendo las gotas sumarse a mi cuerpo, apoyé la frente en el vidrio y recorrí cada recuerdo. La lluvia se enfureció y mi corazón también, imitándola.
Me sentí sola y quería entrar. Perderme en la fantasía de ese lugar ancestral y eterno. La noche se estaba calmando y mi corazón necesitaba un refugio nuevo.
No sé cuánto tiempo pasó pero sentí un manto tibio en la espalda, los primeros rayos de la mañana se asomaron. Abrí los ojos, creo que me quedé dormida y reconocí algunos objetos. El aroma me situó en otra era y espacio. Alguien abrió la puerta de la habitación en la que estaba como teniendo miedo de lo que fuera a encontrar.
- ¿Te sientes bien? ¡Llevas 15 horas durmiendo!
-Hola mamá, no me acordaba de haber venido a dormir a tu casa.
- Llegaste en la madrugada, mojada de pies a cabeza y te ayudé a secarte, luego te ayudé a acostarte y esperé a que te durmieras.
-Qué raro. ¿Y te dije algo mamá?
-Si me dijiste ‘gracias’ y que desde ahora te encargabas tu.
Mojada de pies a cabeza
Dom, 14/07/2013 - 01:09
Tengo la manía de salir a caminar cuando llueve. Salgo sin paraguas, por supuesto. No importa si hace frío o calor. La lluvia me calma, me anima, me esconde.
Sentí las primeras gotas resonar en
Sentí las primeras gotas resonar en