“Si los tipos supieran lo que pienso cada vez que les da por decirme algún “piropo” cuando camino por la calle, se quedarían callados”… esto fue lo primero que pensé cuando leí en la prensa la noticia sobre una campaña en contra de los piropos incomodos, que se está haciendo en Argentina. La cosa es más o menos así: un tipo camina por la calle y las mujeres empiezan a decirle toda clase de piropos, inicialmente inofensivos, luego empiezan a subir de tono, van desde “¿Crees en el amor a primera vista? Porque si no mañana vuelvo” hasta “Te voy a meter la lengua por esa verg…” en fin… y termina preguntándole a los hombres “¿Qué sentirían si todos los días fueran así?” además de una serie de preguntas relacionadas con la violencia de género.
Yo no tengo idea que pensarían los hombres si todos los días salieran a la calle y fueran sometidos a semejante acoso de palabras… seguramente dirán que es muy rico que a uno lo anden piropeando, y no lo niego, dirán que quien me manda a estar así de bien, que culpen a Dios quien fue el que hizo esta perfección, tampoco lo niego… y bueno, puede pensarse, por supuesto, que depende de quién le tire a uno el piropo, pero normalmente a nosotras nos pasa que el tipo que nos gusta es el que menos nos tira un piropo. El que nos tira el piropo es un tipo que no inspira ni un mal chiste, que encima pone cara de depravado y que, para acabar de completar la moña, su "piropo” incluye, sin ningún tipo de pudor y de la forma más gráfica posible, todos los lugares por donde nos pasaría la lengua, ¿dígame usted a quien le va gustar un “piropo” en semejantes condiciones? Después de eso, uno lo único que puede hacer, además de imaginarse las mil formas en que le retorcería sus partes nobles, es acelerar el paso y buscar la mejor manera de lavarse esas palabras de encima, porque en serio, no sé quién les dijo que eso halagaba, eso es más bien una violación al oído femenino, desde ese: “pss, psss, pss”, hasta el “huy mamita, si como caminas, cocinas, salpícame de manteca” ¡Hágame el favor! … y entonces, por eso, y únicamente por eso, pensé que no sería mala idea que en Colombia hicieran una campaña similar, a ver si de una buena vez las mujeres podemos pasar frente a una construcción sin sentirnos empelotas.
Yo sé que un piropo podría ser la más inofensiva de las formas de acoso y violencia que enfrentan las mujeres en este país, en donde, en pleno siglo XXI todavía somos utilizadas como trofeo de guerra, de narcos, de canales de televisión y a algunas mujeres hasta les fascina hacer de trofeo. Pero también soy una convencida de que las peores cosas empiezan por las pequeñas cosas, la corrupción nace en la cotidianidad y la violencia de género empieza cuando una sociedad es permisiva con los “pequeños” abusos de la vida diaria…. Porque acaso, a usted ¿Quién no le dice que el tipo ese que se cree con el derecho de gritarle en la calle por donde le quiere meter la boca, no es el mismo que se siente con el derecho de manosearla en el Transmilenio? O ¿hasta de golpear y violar a una mujer?
En fin, que el piropo es una cosa cultural arraigada en los latinos, sí, que es válido cuando te halaga y respeta como persona, sí… a una le gusta escuchar lo linda que está y eso que, estoy segura, no de todo el mundo. Pero que se convierta en una agresión, que se ha vuelto la receta diaria y seamos permisivos con eso, no. Como dirían algunas colegas por ahí: “Mi oído se respeta”… Así que le agradecería mucho mi estimado “galán” que la próxima vez que piense en echar un piropo lo diga, pensando seriamente en que la receptora de tal “halago” no tenga que pensar, después de escucharlo, en las mil maneras de hacerle un harakiri y no solamente cerebral.
@weneardi