Por aquí huele a muerto

Mar, 25/02/2014 - 12:33
En medio del escándalo desatado por las interceptaciones hechas por miembros del Ejército, los medios de comunicación comenzaron su despliegue mediático promedio, sí ese que hacen siempre de las
En medio del escándalo desatado por las interceptaciones hechas por miembros del Ejército, los medios de comunicación comenzaron su despliegue mediático promedio, sí ese que hacen siempre de las informaciones que se conocen. Sin embargo, en medio de todo el escándalo y la búsqueda del show mediático se le olvidó a los medios, que mujeres como las madres de Soacha han sido afectadas por esa mafia que se hace llamar Ejercito Nacional de Colombia, mujeres que desde tiempo atrás han develado que no es cuestión de una manzana podrida sino por el contrario es toda la estructura la que se corroe de poder y podredumbre. Las madres de Soacha se cruzan en un solo camino cuando en septiembre de 2008 le hacen entrega a cada una de ellas de los cuerpos de sus hijos. Inocentes jóvenes que habían sido expuestos al mundo como “guerrilleros muertos en combate” para que militares obtuvieran dádivas, pero de quienes muchos hemos sabido, por los relatos de viva voz de sus madres, que eran jóvenes trabajadores, honrados, de buenas costumbres y crianza, quienes con engaños y ávidos de encontrar trabajo en un país donde parece que hallarlo es misión imposible, se fueron a Ocaña, Norte de Santander y sin saberlo encontraron el último suspiro de sus vidas. En este caso de las madres de Soacha, también detonó otro “escándalo” y para ese entonces se destituyeron 27 militares, dentro de los cuales se encontraban 3 generales y 11 coroneles, posteriormente salió el General Mario Montoya de la cúpula militar y no está de más recordar que Montoya fue quien comandó la Operación Orión en el año 2002 en la Comuna 13 de Medellín, 4 días de horror en los que posesionada la “seguridad democrática” entraron y comenzaron a desaparecer jóvenes, muchos de ellos se encuentran en “La Escombrera”. Para ese entonces, año 2008, se encontraba como Ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, así es, el actual presidente de Colombia, quien ahora habla de paz y se ha decidido finalmente por la reelección. Después de más de 6 años, las madres de Soacha siguen exigiendo saber más allá de “quienes halaron el gatillo, saber quiénes organizaron, dieron la plata, las órdenes”, esos altos mandos militares, que siguen moviendo a sus subalternos como les da la gana y ellos ni se dejan untar las manos. Este escándalo desatado con las interceptaciones al Gobierno y a los negociadores de la Habana, no es sino un capítulo más de ese iceberg que se conoció con las ejecuciones extrajudiciales, pues según las cifras de la Coordinación Colombia Europa Estados Unidos, en 31 de los 32 departamentos de Colombia hubo “falsos positivos”. Hoy, nuevamente las madres de Soacha están exigiendo verdad, justicia y castigo a los asesinos, pero además solicitaron en una carta enérgica la destitución del ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, pues ha sido evidente la negligencia, pero más grave aún la complicidad que ha existido con los actos irregulares que cegaron la vida de sus hijos. La respuesta del Gobierno frente a esta petición, digna, hecha desde el corazón destrozado de estas madres ha sido nula. Y mientras tanto, ellas siguen luchando en medio de constantes amenazas, como la recibida directamente por una de ellas: “huele a muerto, alguien se va a morir por que huele a difunto”.
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