Fue como si yo le hubiera pitado el gol al equipo contrario, al que vitorean los fanáticos en un estadio apasionado. Me entretiene ver cómo revuelcan sus teclados todos estos anónimos matoncitos virtuales, solo porque les toqué la roncha con mi columna, en la que sostengo que a Luis Andrés Colmenares no lo mataron. De payaso, taxista, ignorante me trataron en los comentarios y hasta más de un madrazo me terminé mamando, pero de sólido, de interesante, nada dijeron.
Por ahí uno dijo que no era un Jetta el que tenía Carlos Cárdenas; otro dijo que la caída al caño no medía exactamente tres metros; otro dice que Luis tenía las rodillas raspadas, creo que fue el mismo que sacó a relucir la foto del levantamiento, por que según él, esa foto, que fue tomada al otro día, casi 20 horas después, cuando el Ideam registra que el nivel del caño bajó a más de la mitad; prueba que el caudal no pudo haber arrastrado el cuerpo, y sirve de documento incontrovertible para soportar esa tesis bizarra, traída de los cabellos, incoherente, en la que cree todo el pueblo colombiano, que no admite discusión, ni ponderación alguna y que da por cierto que a ese joven lo asesinaron. Que me le vendí a Granados, que me están pagando los Moreno-Quintero-Cárdenas, dicen los trinos y los comentarios en las páginas web. Cuando a uno le basta con libros, discos, películas y viajes, la plata deja de hacerle falta. Es decir le sobra. A mí lo que me interesa de este caso es, precisamente, las pasiones que ha generado y estudiar cómo una sociedad entera puede llegar a ser manipulada por los medios de comunicación. Hoy en día la comuna puede estar por encima del individuo como en épocas oscurantistas. Las reacciones generadas, esos insultos, además de motivarme, reafirman mi tesis y dan fe de cómo hoy en día las redes sociales pueden generar movimientos seudo fachos, como el grupo Lace, grupo de Facebook con miles de seguidores, que clama porque se dé una justicia ciega al margen de toda evaluación probatoria. A todos aquellos bullyings del grupo Lace que me insultaron, les recuerdo que este es un Estado social y de derecho, una democracia edificada en el amparo de los derechos fundamentales, y esta forma de Estado está precisamente orientada y destinada para salvaguardar al ser humano de la misma sociedad, que son ustedes, y que se muestra al son del caso Colmenares como es: voraz, sanguinaria, irracional, incongruente, una sociedad hambrienta que pide cabezas, así como se la pedía el pueblo a los monarcas en épocas inquisidoras, así como se presentan los comentarios de esta bandola, que sin detenerse a pensar en pruebas ni procesos, lo que quiere es que chorree sangre en la arena: a Laura, a Jessy y a Carlos los quieren ver encanados a la brava, porque al fin y al cabo, como Alá para los talibanes que se inmolan, como el Jesús de las Cruzadas que llevó a la muerte a miles de personas, como la esvástica de Hitler por la que sancocharon tanto judío, ustedes los del grupo Lace tienen el dogma divino de la verdad suprema. Su verdad, esa que tanto reclaman y que puede ser tan peligrosa. Este caso ha de servir más que como prueba de la eficacia del sistema acusatorio, de la existencia o no del Estado de derecho y más específicamente, de los derechos fundamentales que rigen el procedimiento penal. Aquí vamos a ver el papel de la justicia como entidad que tiene una doble función: por un lado, velar porque no haya impunidad; pero por otro, amparar al individuo de la carnicería social. Eso es lo que debe evaluar el Juez, no los chillidos ni los bramidos de las redes sociales, ni los berrinches de los actores en conflicto, ni los programas de televisión amarillistas, sino las pruebas y, tras valorarlas, cualquier elemento que le genere una duda razonable debe tener como resultado la absolución de los indiciados. Eso tiene un solo nombre: la justicia al servicio de un Estado Democrático, social de derecho, es decir, la justicia al servicio del individuo. No de la sociedad. La justicia amparando al individuo de la sociedad misma. Este precisamente es el punto neurálgico por medio del cual se diferencian dos modelos de estado: El fascismo y la democracia. A ustedes, los Lacistas, no les importa que todas las pruebas digan que fue un accidente, no lo creen, dogmatizan sus pasiones hasta el punto de cegarse. ¿O es que ponen en duda el hecho de que en 11 minutos, nada de lo que la Fiscalía dice que pasó, pudo haber sucedido? ¿O de verdad creen que esos testigos están cualificados y están diciendo la verdad? ¿Qué van a decir cuando se pruebe que Carlos Cárdenas no estuvo esa noche en el lugar del crimen? La tecnología no miente, la triangulación del celular lo dice. Es cierto créanlo: ni Carlos Cárdenas, ni ninguno de esos tres payasitos que sirven de testigos, estuvieron esa noche en ese lugar. ¿Qué dicen ante la prueba del caudal que muestra el Ideam? ¿Que dicen respecto al hecho de que no tenía heridas en el cuerpo? Nada me han dicho los fervorosos discípulos del grupo Lace respecto de las llamadas a celular coetáneas a la versión de la fiscalía, que prueban también que ni la levantada a patadas, el cachetadón y el botellazo pudieron haber sucedido en esos momentos. Lo que representa ese grupito cibernético es la pobreza de ideales de los jóvenes en la actualidad. En los sesenta Janis Joplin, Jim Morrison, John Lennon y su combo de seguidores lograron sacar al Ejército gringo de Vietnam, lucharon en contra del racismo republicano y abanderaron derechos desconocidos y soterrados como la libertad sexual. En cambio, aquí y ahora, en este país adobado en sangre, paramilitarismo, atrincherado por la guerrilla, donde celebran todos los fines de semana la tortura de un toro en una plaza, donde todavía hay niños que pasan hambre, los Lace, un grupo de borricos majaderos, atraídos por esta trama de telenovela barata, inseminados por ese resentimiento ancestral que nos identifica, luchan porque les apliquen la guillotina a Laura y a Jessy, porque además de hembritas son niñas ricas de los Andes, y a Carlos porque tiene un Jetta y le gustan los sacos Polo. Ese es el Ejercito que armó Don Luis Alonso, su brazo armado de matoneo en Internet, cuyo discurso descompuesto y agita masas, recuerda a los políticos de antaño. Ese discurso me lleva a preguntarme: ¿a qué está aspirando Don Luis? ¿a la Cámara? o ¿al Senado? ¿Quién va a ser su fórmula? De pronto el ex fiscal Antonio Luis González, porque se va quedar sin puesto ahora que se levantó el polvero quedando al descubierto que llevaba su despacho de una forma chambona y desordenada, que le clavaron un disciplinario por negligente y que lo están investigando por haber acosado a una empleada. Muy probablemente en el Senado van a ser muy bien recibidos. Ojalá y se lleven de asistentes a los tres payasitos que le salieron chimbos a doña fiscal.¿A qué aspira don Luis?
Mar, 05/11/2013 - 09:43
Fue como si yo le hubiera pitado el gol al equipo contrario, al que vitorean los fanáticos en un estadio apasionado. Me entretiene ver cómo revuelcan sus