¿A quiénes atacan las mujeres venenosas?

Mié, 17/07/2013 - 01:10
Aunque ya se volvió trillado el tema, debo reconocer que el escándalo de la semana pasada de Leszli Kálli me ha dejado pensando, pensando y recordando… no porque los medios lo hayan banalizado ya
Aunque ya se volvió trillado el tema, debo reconocer que el escándalo de la semana pasada de Leszli Kálli me ha dejado pensando, pensando y recordando… no porque los medios lo hayan banalizado ya a estas alturas de las publicaciones convirtiéndolo en un chisme de pasillo mediático, en agarrón de niñas que genera risas y burlas. Sino por todo lo que se asoma por encima del chisme… pasa que cuando con varias amigas leímos la historia de Leszli aunque ninguna se atrevió a reconocerlo y se jugaron algunas bromas, todas, sin excepción nos sentimos identificadas con algo que nos cuesta aceptar a gritos y también menoscaba fibras importantes de nuestra propia feminidad. Esa guerra fría entre mujeres que todas conocemos muy bien, pero que pocas veces aceptamos en público porque “¡Qué bochorno!”. Las mujeres somos la cagada chicas, toca reconocerlo, o díganme que no después de leer esto. Es verdad, pocas veces nos vamos a los golpes entre nosotras mismas para resolver el asunto, eso es cosa de machos, pocas veces nos decimos en la cara lo “gorda que me caes”, pocas veces cogemos del pelo a esa que le anda cruzando la pierna al tipo que nos gusta, aunque ganas no falten. No, nosotras somos más pulcras, más refinadas y más perversas. La nuestra es una guerra por la espalda y sin compasión… Yo misma la he vivido, muchas de nosotras la han vivido y si no es así acá les dejo algunos relatos para ver con cual se identifican allá en el fondo de sus silencios femeninos. Tengo una amiga que durante muchos años en su oficina tuvo que padecer una situación que aunque no lo reconozca públicamente, tuvo graves efectos en su vida  profesional, emocional y en su propia autoestima. Ella es una mujer muy bella, pila, inteligente que tiene la facilidad, por su trabajo, de ganar el reconocimiento de sus jefes y tal vez por eso muchas de sus compañeras empezaron a decir, no de frente, por supuesto, que a ella le iba bien porque: “se acostaba con sus jefes”… llegaron a inventar que la habían visto teniendo sexo en el ascensor… (Eso es pura envidia, porque que rico tener sexo en el ascensor, estoy segura de que las que dijeron eso, en realidad estaban exponiendo una fantasía propia) pero en este caso no era real. Este chisme de pasillo, con el paso del tiempo se convirtió en la carta de presentación que de ella hacían a cualquier funcionario, o personaje interno o externo que llegaba a la oficina provocando problemas, en su vida profesional porque se le cerraron puertas y en su mundo emocional porque imagínense que puede sentir una mujer cuando ve socavada su integridad de semejante manera y debe convivir a diario con eso… Hubiera sido mejor darle “en la cara marica” como lo hacía un ex presidente nuestro, les aseguro hubiese sido menos cruel… y todo eso no lo hicieron los hombres, lo hicieron las mismas mujeres… A mí también me pasó, nunca supe por qué, cuando trabajaba en un lugar cuyo nombre no voy a mencionar, padecí de bullyng femenino. Las mujeres cerraron filas en una guerra en mi contra sin yo apenas entender la causa de semejante persecución. Saboteaban mi trabajo, daban quejas, tergiversaban lo que yo decía hasta que me hicieron salir de aquel lugar, sin posibilidad alguna de volver… debo subrayar que nunca lo hicieron de frente, tal vez, si así hubiera sido me habría podido defender. Todo fue soterrado, de espaldas, porque de frente solo había sonrisas… pero esas son nuestras beligerancias. Conozco el caso de otra gran amiga cuya asistente o asesora del Coordinador de área de un Ministerio ha empezado a perseguirla, cerrándole puertas en los espacios en donde ella intenta trabajar o aparecer públicamente. El sutil veneno de palabras femeninas ha puesto en varias ocasiones el poder de un Ministerio a perseguir profesionalmente a una mujer que se las arregla para sobrevivir con su hija día tras día… Fíjense hasta donde podemos llegar y el peligro de nuestra “inocente” guerra fría. ¿Qué nos pasa mujeres? qué complejos perversos pueden despertar nuestras colegas de género que desatan una furia arrasadora, que aunque parece ingenua, sin importancia, lio de niñas o viejas chismosas, es capaz de acabar con la imagen, la estima y la vida profesional de alguien. Y eso no es un juego, no es un chismesito, es una forma de violentar a una persona, a una mujer, por ser mujer y lo peor es que esa violencia venga de nosotras mismas en contra de nosotras mismas…O si no que lo diga Leszli Kálli… ¿Qué es este afán de autosaboteo de género?  ¿Acaso no es suficiente con las batallas diarias que tenemos que librar para ganar reconocimiento y respeto que tenemos que hacernos zancadilla entre nosotras para que la cosa sea más difícil aún? Yo sé chicas que a nosotras nos gustan los retos, pero ¿por qué a costa de nosotras mismas? Maldecimos el machismo mujeres y somos las más machistas… o acaso ¿Quiénes son las primeras en acusar de “Puta” a otra mujer? Aunque si les soy sincera, me importa un pito que me digan puta, hace mucho tiempo y gracias a grandes escritoras entendí que no se vale señalar a las mujeres por la forma en que deciden vivir y experimentar su sexualidad, que por demás lleva muchos años mutilada, anulada y vilipendiada… Nada más retrogrado, oscurantista y machista que semejante señalamiento. Hace mucho tiempo entendí que como mujer puedo disfrutar de mi sexualidad, porque es mi derecho y eso no admite ningún tipo señalamiento, de nadie, ni de hombres, ni de mujeres. En fin, yo quiero felicitar públicamente a Leszli porque entre muchas cosas, está también poniendo sobre la mesa un problema que nos está carcomiendo en nuestras propias oficinas y que amerita reflexión, el acoso que infringen las mujeres sobre otras mujeres. Yo misma quiero hacer un llamado para que dejemos de ser depredadoras de nosotras mismas y seamos coherentes con el discurso de respeto e igualdad que tanto promulgamos. No se vale pedir equidad, respeto y no más violencia en contra nuestra si por la tarde en la oficina estamos anulando, desprestigiando y saboteando a una compañera… Pido ahora de viva voz mujeres que sea nuestro discurso coherente con los actos… Y que se guarde ese veneno exquisito en el baúl de nuestros desprecios… @weneardi
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