El presidente Juan Manuel Santos ha dicho que está evaluando la posibilidad de pedirle a la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos que termine su misión en Colombia. "Somos maduros y podemos solos", dijo en tono retador el mismo presidente que hace un par de años estaba reconociendo la gravedad del conflicto armado. La idea de Santos es tan risible como las amenazas de un adolescente que dice que se va de la casa, porque ya puede ser independiente, cuando realmente no tiene a donde ir.
Solo basta darle una mirada a las filas en las Unidades de atención y orientación a víctimas para ver que no podemos estar más lejos de ese equilibro y bienestar del que habla el Presidente. La Corte Constitucional acaba de emitir una nueva orden para atender con urgencia a las familias víctimas del conflicto, y el país está al borde del colapso social por cuenta del descontento ciudadano. Pero no, no necesitamos ayuda.
Lo que está haciendo el gobierno es tan absurdo como rechazar la ayuda de los bomberos cuando la casa se está incendiando. Y eso es Naciones Unidas en contextos como el colombiano, en el que la institucionalidad apenas se está organizando: Los bomberos que apagan el incendio cuando el gobierno lanza fuego. Colombia ha demostrado que no tiene la capacidad de atender a las víctimas de forma eficaz (Para empezar ni siquiera sabe cuántas son), pero al mismo tiempo quiere sacar del país a la agencia de Naciones Unidas que le ayuda a identificar los cuellos de botella y permanentemente le asesora en temas de política pública, en los que somos bastante flojos los colombianos. Totalmente absurdo. Tenemos una bomba social y un conflicto armado que nadie ha podido solucionar, pero según el gobierno, no necesitamos ayuda. Le queda muy mal a un país que no tiene ni idea de Derechos Humanos, sacar a los expertos a patadas en uno de los momentos más críticos y delicados de nuestra historia reciente.
Dirá el Presidente que ya estamos en diálogos de paz, que lo peor ya pasó. No sé si eso mismo opinen los habitantes del Norte del Cauca a quienes todos los días les toca vivir un hostigamiento diferente, o los habitantes de Timbiquí que atacaron esta semana, o las comunidades del sur del Meta que viven en medio de los enfrentamientos.
El Catatumbo es solo una pequeña muestra de la forma en que al Estado le quedó grande manejar la situación de derechos humanos que estamos viviendo, (Que va mucho más allá del conflicto armado). Y es precisamente el informe de la OACNUDH sobre ese tema lo que desató la ira presidencial. ¿Cómo osan a cuestionar al gobierno en el manejo de la situación, cuando les ha ido tan bien en las negociaciones? Basta con preguntarle a Angelino que acaba de regresar con las manos vacías de Tibú.
La verdad es que estamos lejos de tener un país en paz donde no se necesite la asesoría y acompañamiento de la comunidad internacional. Es un acto de altanería y sumamente infantil pedir la salida de una Agencia en Derechos Humanos, sólo porque no les gustan sus informes. Estamos retrocediendo, para estar quizá peor que en aquellos días oscuros en donde el expresidente Uribe decía que no hay guerra, y José Obdulio Gaviria pregonaba que los desplazados no eran más que migrantes económicos. Todd Howland, el encargado de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en Colombia, ha sido quizá de los únicos funcionarios de organismos multilaterales que ha hecho un verdadero trabajo de acompañamiento y asesoría en Derechos Humanos, diciendo las cosas como son.
Antes de amenazar con sacar la misión de la OACNUDH del país, el Presidente debería agradecerle por su labor que en muchas ocasiones ha permitido al país diagnosticar nuestra cruda realidad, cómo es el caso del Catatumbo.
Esta acción se suma a otros actos displicentes del gobierno frente a Naciones Unidas. Ya el ministro del interior se había pronunciado en el debate de fuero penal militar contra " Instituciones internacionales que no tienen autoridad moral". Cómo si un gobierno responsable de millones de violaciones humanos si la tuviera. Tal vez, antes de retirar esta misión de Naciones Unidas, el Presidente Santos debería aprender lecciones de Navi Pillay, la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, una experta en el tema, graduada en Harvard y con años de experiencia en la lucha surafricana contra el apartheid y otros conflictos.
Si alguien puede darnos pistas de cómo salir de este atolladero, es ella. La arrogancia del gobierno puede terminar de sumirnos en una guerra sin fin, que solo beneficia a los mismos sectores de siempre y terminar de convertirnos en los parias del continente, si antes no lo logra nuestra torpe diplomacia.
@alejitacoll
http://lunasinplaneta.wordpress.com/
Santos, el bota fuegos de los Derechos Humanos
Jue, 18/07/2013 - 01:06
El presidente Juan Manuel Santos ha dicho que está evaluando la posibilidad de pedirle a la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos que termine su misión en Colombi