Una democracia no solo necesita la participación amplia de los ciudadanos que la conforman, sino que los prefiere organizados en partidos políticos o en grupos a los que denomina sociedad civil.
De forma sencilla: la diferencia entre unos y otros es su independencia del Estado, de tal forma que mientras los partidos políticos se encuentran entre el Estado y la sociedad civil buscando el poder para administrarlo según sus principios, esta última se fundamenta más en procesos de construcción de ciudadanía; autores como Habermas, entre otros, ilustran bien estos conceptos.
Contextualizados entonces hagamos énfasis en la “participación amplia”, porque los consultados insistieron en la necesidad de contar con muchos partidos que representaran al mayor número posible de ciudadanos y no al contrario como parece que tiende a suceder en Colombia con la más reciente reforma política.
Sea como fuere es compartido también, no solo ya por los politólogos sino también por una gruesa parte de la ciudadanía, que en Colombia los partidos políticos y sus dirigentes, desde los Federalistas, Centralistas y sus herederos, pasando por los nuevos establecidos en la Constitución del 91 hasta los 13 partidos que hoy existen, han sido en buena parte responsables de la actual situación del país, bien por acción en sus malas decisiones administrativas, bien por omisión, en su incapacidad para reconocer errores cuando las toman o no.
En ese contexto democrático la más reciente reforma política establece un umbral aproximado de 450 mil votos para las próximas elecciones, y surge la pregunta sobre qué es lo que robustece la democracia colombiana, cada vez más menguada de partidos minoritarios pero necesarios para reflejar su variopinta idiosincrasia ¿Será acaso el parto de gigantes monstruos políticos sin pies ni cabeza, militados por seres ideológicamente amorfos, con muchos brazos burocráticos y un inagotable apetito de poder?
Gracias a esa dinámica las amebas políticas o protistas ideológicas, comenzarán a crecer como cualquier parásito, excretando propuestas “desinteresadas” para construir país nacional, patria, unidad nacional, o cualquiera que suene políticamente correcta para convencer a los más ingenuos, si es que aún queda alguno, y seguirán extendiendo sus pseudópodos burocráticos, fagocitando los restos de ciudades y entidades moribundas, para abandonar después al huésped y buscar otro que garantice su camaleonesca supervivencia política.
Y a pesar de todo, como los amebianos partidos políticos y sus todavía más amebianos dirigentes son un mal necesario para nuestra saludable democracia, y mientras más sean mejor para mantener dicha salud, quienes actualmente tienen “las mayorías” parecen no entenderlo, queriendo tragarse a los demás para volver a frentes nacionales aparentemente superados. ¿Quien podría afirmar hoy que las "peleas" Santos-Santos o Uribe-Santos no son solo falsos matoneos entre rapazuelos por alternarse el poder durante 16 años?
Solo nos queda a quienes actuamos como flora intestinal de esas ciudades y entidades, igual bacteriana pero benéfica, acudir no solo a la posibilidad sino también a la responsabilidad de buscar la supervivencia de nuestros huéspedes, bien sea votando responsablemente, y aunque muchos radicales piensan que el solo hecho de votar ya es un acto irresponsable, yo prefiero combinar el voto con el urdir tejido social para fortalecer ciudadanía crítica y participativa, que tome la imponente forma de una verdadera prenda hecha en el telar de una democracia, movida por la sociedad civil.
@maobayona
Gracias a esa dinámica las amebas políticas o protistas ideológicas, comenzarán a crecer como cualquier parásito, excretando propuestas “desinteresadas” para construir país nacional, patria, unidad nacional, o cualquiera que suene políticamente correcta para convencer a los más ingenuos, si es que aún queda alguno, y seguirán extendiendo sus pseudópodos burocráticos, fagocitando los restos de ciudades y entidades moribundas, para abandonar después al huésped y buscar otro que garantice su camaleonesca supervivencia política.
Y a pesar de todo, como los amebianos partidos políticos y sus todavía más amebianos dirigentes son un mal necesario para nuestra saludable democracia, y mientras más sean mejor para mantener dicha salud, quienes actualmente tienen “las mayorías” parecen no entenderlo, queriendo tragarse a los demás para volver a frentes nacionales aparentemente superados. ¿Quien podría afirmar hoy que las "peleas" Santos-Santos o Uribe-Santos no son solo falsos matoneos entre rapazuelos por alternarse el poder durante 16 años?
Solo nos queda a quienes actuamos como flora intestinal de esas ciudades y entidades, igual bacteriana pero benéfica, acudir no solo a la posibilidad sino también a la responsabilidad de buscar la supervivencia de nuestros huéspedes, bien sea votando responsablemente, y aunque muchos radicales piensan que el solo hecho de votar ya es un acto irresponsable, yo prefiero combinar el voto con el urdir tejido social para fortalecer ciudadanía crítica y participativa, que tome la imponente forma de una verdadera prenda hecha en el telar de una democracia, movida por la sociedad civil.
@maobayona
