Mario Mendoza escribió un libro titulado “Satanás”, publicado por la editorial Seix Barral. Al encontrar el libro en uno de los tantos anaqueles de las librerías de viejo puede pensarse que es una reedición de algún libro diabólico de la edad media, escrito por un autor español o italiano a lo sumo. La realidad es bien diferente. Son 283 páginas editadas en la década pasada que entretejen cuatro intrigantes historias y que responden todas a una vieja pregunta de siglos: ¿Qué pasaría si, como dice la Escritura, el diablo fuera, de verdad príncipe de este mundo?
Satanás es entonces “Una novela sobre la oscura presencia de lo maligno en la vida cotidiana”. Su autor, un colombiano ganador con esta obra del premio Biblioteca Breve 2002, asienta su extraordinario relato en la conocida “matanza de Pozetto”: Campo Elías Delgado, un excombatiente de Vietnam, estudiante de literatura, que en un día de furia mató a 29 personas en un exclusivo restaurante de Bogotá y luego se suicidó; entre las victimas estaba su madre, a quien luego incineró. http://www.tudiscovery.com/web/instinto-asesino/otras-temporadas/t2/episodios/pozzetto/
Ahora leyendo página a página el libro, con la lentitud que impone la vida tumultuosa de las ciudades desmedidas y desordenadas como el Distrito federal; analizando una a una las cuatro historias: la mujer hermosa e ingenua componente principal de una banda de ladrones de altos ejecutivos, la del pintor acechado por fuerzas inexplicables; la posible posesión demoníaca en un barrio colonial de la capital colombiana y la del héroe de guerra, todas parecen demostrar, de manera fehaciente, que el maligno es realmente, señor de este mundo. Y no solo habita entre las páginas del libro. En el mundo real el diablo parece ser un personaje itinerante detrás del accionar de la gente. Son innumerables los argumentos en el lenguaje de la moral convencional.
Por todas partes las personas hacen grandes discursos humanitarios pero se detestan unas a otras por instinto y con inusitada pasión. Este planteamiento explica por ejemplo la existencia de los partidos políticos, de sus subdivisiones y del llamado espíritu partidista, que son un medio apropiado para tener más enemigos en menor plazo. El espíritu de partido centuplica el esfuerzo personal y lleva a la cólera, que nos permite señalar a otros como autores de nuestros males; a la avaricia, que no nos deja abandonar la parcela más insignificante de nuestra propiedad y que nos impide los compromisos generosos; a la gula y la envidia, que se toma a veces como aspiración a la justicia ;a la lujuria que se despierta y estimula a través de la vida sin responsabilidad social y a la pereza intelectual que no nos permite reaccionar ni pensar ante la extravagancia y la agitación de un mundo gobernado por políticos.
Y una última prueba: las personas civilizadas desconfían de todo; “demasiado bueno para que sea verdadero”, se afirma cuando surge algo o alguien con alguna trascendencia. En el mundo contemporáneo el hombre se encuentra desorbitado de su propia realidad y de su próximo. Al hombre de hoy se le olvidó que somos una tensión hacia los otros, una tentación, que los otros son nuestra tendencia obvia y elemental. Que somos el objetivo del hombre. Y hombre es el estadista, el sacerdote, el juez, el hombre de letras y el común: aquel que sufre el flagelo de la ignorancia y la pobreza; el hombre ausente del beneficio de su propio trabajo. El desorden , la desorientación y la incapacidad de admiración en el mundo moderno es la evidencia contundente de la existencia del diablo.
La obra de Mendoza, con su pericia narrativa, nos adentra en una ciudad autentica, un mundo real de descarnada violencia, que aparte de dejar una fuerte impresión, nos lleva a pensar honda y largamente sobre el sentido de la sociedad que llamamos civilizada. Una sociedad insomne como el hambre misma, como la desolación y el desengaño de tantos que deambulan por el mundo, olvidados de Dios y los hombres.
Alberto Salazar Castellanos
laporciunculalibreria@gmail.com
