A seguir el ejemplo de Urabá

Jue, 11/01/2018 - 06:57
Era la pelea de David contra Goliat. David, en nombre de los miles de campesinos y pobres que viven en Chigorodó, Carepa, Apartadó y Turbo, pedía la reubicación de unos peajes a sitios donde no af
Era la pelea de David contra Goliat. David, en nombre de los miles de campesinos y pobres que viven en Chigorodó, Carepa, Apartadó y Turbo, pedía la reubicación de unos peajes a sitios donde no afectaran a la población de estratos cero, uno y dos. Pero el Goliat-ministro de Transporte, Germán Cardona, lo ignoró. Instaló tres peajes, cerca de las cabeceras de los pueblos, cuyas casetas están ubicadas a más o menos 70 kilómetros una de la otra en un recorrido de aproximadamente 130 en total. Los precios, que oscilan entre $8.100 hasta $26.000, están calculados para que un carro particular que vaya de visita a la zona pague casi $32.400 de entrada y salida. Increíble. Y aunque prometió tarifas preferenciales a los habitantes de la zona, estos no le creyeron. David, cansado de que el arrogante Goliat no le prestara atención, se dirigió a cada una de las alcaldías de sus pueblos y ante su escudero: la Asociación Nacional de Infraestructura (ANI) para pedir lo mismo. El resultado fue igual: oídos sordos. Como último recurso, y ante la negativa del resto de filisteos (y fariseos) del gobierno, David pidió de nuevo ser escuchado aduciendo que de lo contrario realizaría un paro cívico como protesta, y como último recurso antes las constantes negativas. Goliat y la ANI dijeron que “ese tal paro no existe” y abrieron las casetas de cobro el primero de enero. Y ahí fue la de Troya. Mejor, la de Urabá. David salió a protestar pacíficamente bloqueando varios tramos de la vía que recorren sus empolvados y despavimentados pueblos y frente a los peajes. Entonces salió el Esmad, pero para ese momento David ya era muchísimo más grande que Goliat y este tuvo que retirarse casi que de inmediato. David protestaba no por la instalación de los peajes sino por la ubicación actual de los mismos. Sus altos costos empezaron a afectar a todos los habitantes que se desplazan diariamente, en ocasiones varias veces al día. Entre uno y otro municipio para trabajar, estudiar, asistir a citas médicas y diligencias personales. También protestaba por la arrogancia de los filisteos (y fariseos) que no quisieron escuchar el clamor de una población cercana a los 520.000 habitantes, la inmensa mayoría con un ingreso muy inferior al salario mínimo, en una zona donde el 72% son víctimas del conflicto armado colombiano. Pero entonces en una mala jugada, y en vez de apaciguar los ánimos, el Goliat-ministro de transporte Cardona declaró ante los micrófonos de una importante emisora colombiana que “David podía ahorrarse los paros, y que, si no quería peajes ni vías, pues que fácil, que él no hacia las obras y ya”. ¿Qué tal? Estas declaraciones tuvieron un efecto negativo inmediato, pues cayeron como un baldado de amenazas provocadoras y frías en una población que sin miedo, lleva más de 50 años aguantando los embates de un conflicto armado. Como consecuencia el peaje de Riogrande, entre Apartadó y Turbo, fue quemado. Igual de mal le fue al de Cirilo, entre Turbo y Necoclí. Las alcaldías de Carepa y Chigorodó sufrieron los ataques enfurecidos de la población que también se hartaron de no ser escuchados ni representados por sus alcaldes. Tanto así que cobardemente, uno tuvo que salir disfrazado de oficial del Esmad para no ser linchado por sus propios electores. Acto seguido, la ANI informó la suspensión del cobro de los peajes, temporalmente, mientras escucha a David. Ah, ahí sí, ¿no? Pero tenían que esperar a que el pueblo se les sublevara. Según la ANI y el Goliat - ministro la instalación y funcionamientos de dichos peajes son necesarios para la financiación de la Autopista al Mar II, que permitirá conectar a Urabá con Medellín y Montería. Puro cuento. La misma historia les vendieron a los costeños sobre el tramo entre San Roque (Cesar) y la Ye de la Ciénaga (Magdalena) que se supone conecte los departamentos del Cesar, Magdalena y Bolívar. Pero de los 219 kilómetros pactados tan sólo han entregado 29. Lo peor es que el contrato fue adjudicado al consorcio Yuma desde el 22 de julio del 2010 quienes después de casi 8 años tan solo han ejecutado el 13,2 % de la obra. Inverosímil, pero este es el segundo país más feliz del mundo. Eso sí, los $8.600 que le cuesta a un carro y los casi $22.000 a una tractomula por peaje sí lo vienen cobrando muy puntualmente, y desde hace años. La tapa de la olla de ese elefante blanco, que tiene emberracados a los costeños, es que hace parte de la infame Ruta del Sol III mencionada en los escándalos de Odebrecht y en el cual se repartieron jugosas mordidas. Dignos padres de la patria se encuentran tras las rejas en mansiones por cárcel. De lo otro que David desconfía, con toda razón, es de las tales “tarifas especiales para residentes de la zona” pues bien sabe qué, o no le van a cumplir o qué sus trámites serán engorrosos y casi que imposibles de cumplir. Por ejemplo: en el peaje del Río Bogotá que queda saliendo por la destartalada y agujereada Calle 13 y que conecta la capital con los municipios de Mosquera, Funza, Madrid y Facatativa hay que solicitar una cita en el portal de Internet. Ahí se presenta el primer escollo pues el tiempo de espera es de entre 15 a 20 meses. Toda una eternidad a conveniencia del consorcio. Existen pruebas de un usuario que solicitó su respectiva cita el 26 de junio del 2016 y se la otorgaron para el 22 de enero del 2018, como quien dice 19 meses después. Este peaje lo administra la empresa Concesiones CCFC S.A. y la tarifa por pasar por allí para cualquier parroquiano es de $7.800. A un residente de los municipios vecinos es de $200, lo que le representa un ahorro de 96%. Nada mal. Pero entonces, luego de haber esperado 19 meses para la cita, durante el cual se debe pagar diariamente los 7.800 pesitos, el requisito de “residencia” acaba con cualquier esperanza de ahorro y demuestra el abuso de poder de esos Goliats. Además de tener que vivir en cualquiera de los municipios mencionados se debe acreditar residencia continua y permanente desde el 1 de enero de 2012 hasta el 31 de diciembre de 2014, es decir, el solicitante debe haber vivido durante esos 3 años completos en cualquiera de estos municipios. Así que quien haya comprado vivienda en la llamada Sabana de Occidente recientemente no califica para la tarifa especial. Lo anterior se puede leer en la página web de la concesión. Para nadie es un secreto que los altos costos de la vivienda en Bogotá han empujado a miles de ciudadanos a comprar sus propiedades en los municipios vecinos, también llamados “ciudades dormitorio” pues las personas viven y duermen allí, pero trabajan en la capital. Y así como estos hay millones de personas en todo el país que se pueden catalogar como una especie de desplazados urbanos, tratados injustamente por estos concesionarios que, con 122 puntos en toda la nación, según la ANI, recaudaron la bobadita de 2,3 billones de pesos sólo entre enero y septiembre de 2017. Eso es muchísima plata. Esto sin que las vías estén a la altura de los precios que se pagan por peajes pues en muchos casos ni siquiera están terminadas. O peor: iniciadas El ejemplo de los pobladores de Chigorodó, Carepa, Apartadó y Turbo debe ser copiada e imitado por todos y cada uno de los habitantes de la nación. Colombia es el tercer país con los peajes más costosos de la región, y el primero en comparación con el ingreso de cada colombiano, el estado de sus carreteras y su malla vial. Eso sí, se debe copiar la protesta pacífica y en paz que reivindique los derechos del ciudadano, acabe con los atropellos del gobierno de turno y que por supuesto evite la manifestación de actos vandálicos. Aunque los autores de dichos actos tan solo son otro producto de el mismo sistema abusivo que busca sacarle hasta el último centavo a cada persona en forma de peajes, y otros impuestos, para mantener su corrupta maquinaria burocrática que convirtió a Colombia en una fábrica de pobres. Todo colombiano debe y tiene que salir a protestar pacíficamente, en contra del sistema político que gobierna, la salud, la mala calidad de la educación, el sistema judicial, las irrisorias condenas a políticos corruptos y más, no solo por los peajes, aunque es un buen inicio. Hay que salir del letargo que ha creado iniquidad e injusticia desde tiempos históricos. Ojalá este sea el pie en el suelo del despertar que Colombia necesita de sus hijos. Solo así, unidos, el país acabará con la desigualdad y el gobierno dejará de ver al ciudadano de a pie como un negocio al que hay que exprimir. Quizá, entonces, el gobierno se retracte de tanto abuso, tal cual hizo el Goliat ministro de transporte y la ANI ante el despertar de David.  
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