Hacer una descripción de la situación social, política y económica de mi país, Venezuela, no es sencillo, nos llevaría más artículos. Sin embargo, se puede tener una visión a partir de uno de los factores que ha generado tensión y es resumido con una frase simple y contundente de quien no pudo terminar su mandato, John F. Kennedy dijo: “Se puede ganar con la mitad pero no se puede gobernar con la mitad en contra”.
Ese es el escenario de Venezuela, un país dividido y sumergido en las desgracias de la corrupción, inseguridad, escasez, inflación, impunidad, censura, desempleo, desigualdad y discriminación derivadas de las malas decisiones de quienes detentan el poder y amenazan con profundizar la “Revolución Bolivariana” antes que considerar las inquietudes, propuestas, y necesidades del otro polo, el cual es etiquetado como "Oligarcas", "Escuálidos", "Fascitas", "Apátridas" , "Majunches" entre otros adjetivos.
Este tipo de descalifaciones dividen, siembran odio e intolerancia entre los venezolanos, y no contribuyen a un diálogo sano entre la sociedad y el Gobierno. Por otro lado, no es posible decir que estas descalificaciones provienen exclusivamente de las esferas del poder, sino que también se han propagado entre los mismos ciudadanos que siguen y apoyan la corriente política gubernamental, a pesar de que indistintamente sufren las mismas calamidades en que estamos inmersos. De esta manera, no se promueve la atenuación de los contrastes que nos dividen, sino a mantenernos radicalizados lo cual conlleva a la desigualdad, y discriminación.
Por lo tanto, si antes, me refiero antes de la revolución, estábamos mal, pues ahora estamos peor. Debido a que dichos males han permanecido en los hombros de los venezolanos durante la “Revolución Bonita”, se han ido profundizando además se han adherido otros paulatinamente. Aunado a ello, la Patria de nuestro único Libertador Simón Bolívar decidió levantarse y quitarse el miedo.