Túnel de la Línea, una quimera colombiana

Mié, 24/05/2017 - 10:27
Estoy por pensar que el Túnel de la Línea no es una obra de ingeniería sino una quimera, un fantasía, un sueño colombiano. Desde que tengo uso de razón –y soy una persona mayor— oigo hablar
Estoy por pensar que el Túnel de la Línea no es una obra de ingeniería sino una quimera, un fantasía, un sueño colombiano. Desde que tengo uso de razón –y soy una persona mayor— oigo hablar del Túnel de la Línea. Esta semana he vuelto a oír de él por un nuevo incumplimiento de no sé quién, en una obra que fue proyectada en 1948. El cruce de la cordillera central colombiana conocido con ese nombre es un proyecto de infraestructura que consta de un túnel principal de algo más de ocho kilómetros, una veintena de puentes y casi otra veintena de túneles de diferentes longitudes entre Tolima y Quindío. Total 26 kilómetros. La obra empezó a construirse en diciembre de 2008. Es decir, que con un esfuercito más de incumplimiento que hagan los contratistas, ya pronto nos plantamos en diez años de construcción; pero insisto, oigo hablar del Túnel de la Línea desde mediados de los años 50 del siglo pasado. Esta obra quimérica, o lo que exista de ella, es un monumento a la corrupción, a la improvisación y a la politiquería típicamente colombianas. En razón de la experiencia profesional he viajado por prácticamente todos los países latinoamericanos y siempre me ha maravillado el hecho de que en naciones con una corrupción endémica como México (no por casualidad inventores del término mordida) o Venezuela, unos gobiernos no precisamente limpios en el manejo del dinero público, han dejado puentes, autopistas o puertos de muy estimable magnitud. Y si eso ocurre en países con la pandemia de la corrupción del continente instalada en su ADN, cuál no será la dimensión de ese mal en Colombia para que el abandono de las carreteras, puentes, puertos, etc., sea la triste realidad que es hoy en día, realidad en la que el Túnel de la Línea aparece como la Estrella de Oriente del pesebre nacional. España, país al que me he referido aquí mismo por los casos de corrupción política de los partidos que la han gobernado en los últimos treinta años, en donde se sabe de despilfarros inmensos con el dinero público, en donde los escándalos por coimas y mordidas tienen al partido hoy en el gobierno contra las cuerdas, las infraestructuras son envidiables. Desde que se llega al aeropuerto de Barajas hasta que se interna uno en una carretera, hay que exclamar cuando se llega de Colombia: “¡qué envidia!” China –y soy consciente de tratar ahora de una dimensión sideral si se compara con Colombia--, China, repito, un país del cual no se puede decir precisamente que su clase dirigente sea de una limpieza y transparencia modélica, es hoy el asombro del mundo por sus infraestructuras. Líneas de ferrocarril que atraviesan miles de kilómetros por el desierto o entre altas montañas, puentes de longitudes colosales, rascacielos construidos en tiempo récord. De allí llegó una noticia que de convertirse en realidad podría ser la obra de ingeniería más asombrosa de la humanidad. Según leí hace algún tiempo en el Beijing Times, el país está considerando la construcción de una línea de ferrocarril que lo una con Estados Unidos. La vía férrea de alta velocidad discurriría a través de Siberia y Canadá entrando a Norteamérica por Alaska. De acuerdo con el periódico, que cita al académico y experto en transporte ferroviario Wang Mengshu, de la Academia China de Ingeniería, el viaje empezaría al noreste de China, atravesando Siberia y el estrecho de Bering y pasando por el océano Pacífico a través de un túnel bajo el agua. Atravesar el estrecho de Bering implica la construcción de un túnel de 200 kilómetros. El proyecto podrá ofrecer a chinos y norteamericanos una alternativa al viaje en avión. Con una velocidad media de 350 kilómetros la hora los pasajeros podrían completar los 13.000 kilómetros de recorrido en menos de dos días. Bien, estoy seguro de que antes de que se terminen los 26 kilómetros que en total comprende el Túnel de la Línea, los chinos podrán viajar de Pekín a San Francisco en tren.
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