El hecho de que Colombia sea el país invitado en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, nos da la oportunidad de conocer épocas, costumbres y visiones de nosotros mismos, más ahora que vivimos conectados con lo que pasa a nuestro alrededor. Leer es una actividad que hacemos constantemente, así como hay navegantes que viajan por el mar o por los cielos, están los que navegan por las redes sociales y duran horas leyendo memes, comentarios o testimonios de vida.
La forma en que leemos se transforma constantemente, recuerdo que un bailarín dijo que uno puede conocer a las personas por la forma en la que se mueve. Saber lo que siente, sus miedos y su temperamento. Para eso es importante ser sensibles a los detalles, identificar el ritmo con el que inicia, como se desenvuelve y como cierra el movimiento. Como un libro que se expone en el estante de una librería y que es seleccionado por su título, autor o caratula, y que luego es comprado, y sea para un regalo, leído u ojeado o simplemente para dejar expuesto en la mesa de la sala.
Escribir es un arte que requiere inspiración. En estos momentos tengo a mi lado el Manual Mínimo del Actor, del italiano Dario Fo. Lo adquirí en un stand de una librería de Medellín de la que no recuerdo el nombre, pero, eso sí, tengo memorizado como llegar, está en el pabellón seis, en el primer piso. No fue fácil encontrarlo, de hecho, es la primera vez que veo una publicación editorial llamada Hiru. Como todo manual, trae ilustraciones y supongo que hay practicarlo.
Lo mejor de esta Feria es que nos revelamos tal cual somos en cada rincón del territorio. Tener la posibilidad de probar los platos típicos de las diferentes regiones del país, preparados por las manos de las personas que viven y comparten sus tradiciones gastronómicas. Colombia se lee en su sabor, sus paisajes y en sí misma, un libro imperdible que todos podemos leer.
