Un gran amigo hablaba un día de ser tan flexibles como el bambú, que se dobla sin quebrarse volviendo a su estado original; hoy esa reflexión cobra todo sentido y la relaciono con la capacidad del Ser Humano de hacer frente a las adversidades en la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas, sin perder la esencia, ni dejar el norte; dicha capacidad de aguante permite igualmente adaptarse ante tragedias, traumas o amenazas latentes. Un ejemplo de esta conducta en los individuos, que incluso trasciende a las naciones, es la respuesta de los ciudadanos de Nueva York a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, esfuerzos colectivos de familias, de un estado y de un país para rehacer sus vidas y su economía.
Pero ¡ojo!, que no se relaciona con la insensibilidad, no significa no sentir malestar o dolor emocional, ante los problemas porque hay dificultades realmente que causan serias consecuencias en nuestro estado de ánimo, como la muerte de un ser querido, una enfermedad, la falta de estabilidad en el trabajo, y hasta las penurias financieras, cada vez más frecuentes en nuestros días, nos ponen en apuros; se trata de sucesos con un fuerte impacto que algunas veces se traduce en miedo, inseguridad, incertidumbre y hasta en dolor per se, empero la virtud está en cómo superar los obstáculos, adaptándose sin perder salirse de una determinada ruta.
Pero ¿cuál ruta? Se preguntarán, hablo de un camino que no es fácil, que implica un considerable estrés y malestar emocional ante constantes cambios y problemas que emergen sin esperarse, retos y más adversidades, se trata de la ruta que lleva a la Resiliencia, que no es más que esa fuerza interna, sobrenatural y universal que permite doblarse como el bambú y volver a su posición original sin quebrarse y a la vez ser tan rígido como el metal que a pesar de dilatarse con una alta temperatura vuelve a su estado inicial así como las raíces escudriñan en la tierra el agua y las plantas buscan incansables el sol. Este es un fenómeno físico que tiene aplicación a las personas, a las naciones y en general a las organizaciones, a los equipos de trabajo.
Ahora analizado y explicado el concepto, el quid del asunto es saber cómo lo hacen aquellos quienes logran superarse incluso a sí mismos en medio de las crisis; La Resiliencia no es algo que una persona tenga o no tenga, sino que implica una actitud, un estilo de vida, una serie de conductas y formas de pensar que cualquier persona puede desarrollar en un proceso de empoderamiento.
Las personas Resilientes aceptan la realidad tal cual como es, le encuentran un profundo sentido a la vida y sobretodo poseen una inquebrantable capacidad para mejorar, así que si las reconoce acérquese y perméese de ellas, empodérese y conviértase en un agente viral, en un multiplicador de ese factor X, no se resista al cambio que es lo único constante, adáptese y busque desarrollar las siguientes habilidades:
- Sea capaz de identificar la causa precisa de los problemas para evitar que se repitan en un futuro.
- Controle sus emociones, especialmente ante adversidades y aprenda a permanecer centrado y aplomado en situaciones de crisis.
- Controle sus impulsos y su conducta en situaciones de alta presión, evitando siempre la ira que no deja nada bueno.
- Sea optimista pero realista, es decir, piense en positivo que las cosas van a salir bien y que todo lo que pase en su vida que dependa de usted lo puede controlar, sin dejarse llevar por el surrealismo y la fantasía.
- Considérese competente, crea y confíe en sus capacidades.
- Busque nuevas oportunidades, retos y relaciones para lograr más éxito y satisfacción en su vida.
- Sea inteligente emocionalmente, aprenda a leer las emociones de los demás y conectar con ellas, con empatía.