¿Usted ha "metido la pata" borracho en 'Sudamerican Rockers'?

Dom, 06/10/2013 - 06:00
Impúdico animal sin pedigrí,
adicto al elixir
del corazón de las botellas
Páez & Sabina,

Impúdico animal sin pedigrí, adicto al elixir del corazón de las botellas

Páez & Sabina, Delirium Tremens, Enemigos íntimos, 1998

El alcohol es un néctar delicioso, intensifica las pulsiones del cuerpo. Las sensaciones son más fuertes pues los sentidos se encuentran alterados, refleja las pretensiones de quien se ha apoderado sin dejar a un lado la inhibición del “qué dirán” lo cual nos hace libres para expresarnos como se nos venga en gana y decirle a quien sea “yo lo quiero mucho” incluso sin conocerlo. El problema es lo que viene después (obviamente, pasando por el vómito, la culpa y demás percances que pueda ocasionar dejarse caer en la ilusión del bebedor) Uno de los efectos secundarios comunes es la somnolencia. Si, después de haber agotado las energías y distraerse en cuanta cosa fútil encontramos llega un letargo de paciencia e inutilidad donde el alma descansa y al cuerpo le puede pasar lo que sea sin que se inmute el habitante de dicho cuerpo lleno de etílico. Es por eso que llego a considerar la siguiente hipótesis: “Colombia tiene problemas de alcohol, de autoestima y es adicta a una que otra perversión” Tengo muchas razones, la primera es la realidad maquillada que se crea. Imaginemos que existe un bar llamado “sudamerican rockers” allí van todos los países suramericanos y algunos de otros continentes para buscar una aventura; encontramos a la narizona pero sexy argentina con sus delirios de grandeza y problemas con el uso de productos artificiales, la callada pero conflictiva Chile con sus joyas despampanantes en cobre, la escultural Venezuela que vive de glorias pasadas, está operada hasta los juanetes y todo eso gracias a que su papá Don Petróleo desde muy pequeña le complace los caprichos, las tímidas Ecuador, Perú y Bolivia que hablan poco pero toman mucho, la bailarina y  extrovertida Brasil pensando más en el show que quiere dar a los asistentes. Pero hay una que llama la atención de quienes frecuentan el bar, llega siempre temprano, viste de ropa muy corta y siempre con el mismo vestido, quiere compartir con todo el mundo pero lo que más le interesa es cautivar a los países que van buscando aventuras en ese bar exótico lleno de riquezas y desde luego de vicios que flagelan el espíritu. Sí, supongo que todos acertaron. Hablamos de Colombia. Ella tiene problemas de alcohol, las demás compañeras lo saben. Le gusta los países crecidos pues para ella estos son los más interesantes, es por eso que abre sus puertas a intercambiar bienes (y males) con el pequeño pero depravado China al igual que enfrascarse en amores platónicos con el “mono”  como le dicen a la caída potencia económica, tecnológica y militar del norte. A los dos tragos Colombia se deja tocar y endulzar el oído de quien este de turno en la barra. Es así como acepta propuestas indecentes como la de Reino Unido (cuatro hermanos que la llevaron a una fiesta privada y allí acordaron explotar los recursos naturales de la sensual Colombia de forma vitalicia con un reconocimiento mínimo a la joven e ingenua Colombia) lo peor es que la historia no termina allí, todas las noches Colombia pasa por la misma historia, entre uno y otro de los países en búsqueda de diversión. Como en todos los bares de mala muerte la voz se corre y la joven se volvió un comodín entre el equipo de futbol G20. Lo brutal no es lo que pasa en la noche, en medio de bailes, propuestas y reparticiones de patrimonio. La mañana del día siguiente es lo atroz, el despertar en medio de papeles firmados los cuales la han esclavizado, la memoria que atropella con actos deshonrosos, la desnudez señala el frio y la pobreza que le deviene sin dejar a un lado los golpes de algún honorable país depravado dejado marcado para siempre en su rostro. Lo triste no es lo que a Colombia le hicieron en su aventura, lo verdaderamente triste es que al otro día oculta las marcas bajo rubor, se pone el mismo vestido del día anterior se toma el primer trago de aguardiente barato en su casa para coger valor y sale muy temprano hacia el bar “sudamerican rockers” esperando que esa noche todo cambie y por fin sea considerada de una manera respetable. Tarea que lleva haciendo por más de dos siglos.
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