12 de octubre: día de las víctimas indígenas y afrodescendientes

Lun, 08/10/2012 - 01:00
A mediados de 2011, en medio de la discusión del proyecto de decreto ley para las víctimas de las comunidades indígenas, surgió la pregunta de ¿Qué fecha debería tomarse para efectos del derech
A mediados de 2011, en medio de la discusión del proyecto de decreto ley para las víctimas de las comunidades indígenas, surgió la pregunta de ¿Qué fecha debería tomarse para efectos del derecho a la verdad histórica y la reparación simbólica de estos pueblos?, ante lo cual un viejo taita Misak dijo sin titubear: “Si realmente quieren reconocer el proceso de despojo, aniquilación, tortura, violaciones y vejámenes a que hemos sido sometidos los pueblos indígenas, la fecha para iniciar el proceso de verdad histórica y reparación simbólica debe ser el 12 de octubre de 1492” El 9 de diciembre de 2011, el Presidente de la República Juan Manuel Santos, después de un ejemplar proceso de consulta previa con los diferentes pueblos indígenas, expidió el decreto ley 4633, o Ley de Víctimas de Pueblos Indígenas; y además, el decreto ley 4635, o Ley de Víctimas para Comunidades Afro-descendientes. Legislación acorde a todas las herramientas internacionales de protección de los derechos de las comunidades originarias, que además, desarrolla el principio constitucional de protección a la diversidad étnica y cultural de la nación, y que ratifica y refuerza los pronunciamientos de la Corte Constitucional, cuando en su jurisprudencia, especialmente en la sentencia T-025 de 2004, y el auto 04 y 05 de 2009, declara la vulnerabilidad histórica de los pueblos indígenas y afros, denuncia su peligro de extinción física y cultural, y ordena su protección diferencial inmediata, su atención específica y su reparación integral. De esta forma, las leyes de reparación étnica trajeron importantes prerrogativas: como la obligación del Estado a reconocer las injusticias históricas cometidas contra estos pueblos; el derecho a la reconstrucción de la verdad histórica, desde la mirada indígena y afrodescendiente, y a conocer y difundir dicha memoria histórica y ancestral; el deber de recordar las causas y mecanismos de dominación, como fundamento de la superación de la actual opresión y discriminación; el derecho a la reparación simbólica, por hechos ocurridos en cualquier época, tendiente a eliminar todas las formas de discriminación estructural, al reconocimiento público de los hechos, y al restablecimiento de su dignidad. Por este motivo, sería incoherente y contradictorio que el Estado colombiano, la Iglesia Católica, la sociedad en su conjunto, y la comunidad internacional que acompañan el proceso de reparación integral a las víctimas, y el naciente proceso de paz, sigan tomando el 12 de octubre como una fecha de celebración absurda de falacias como el descubrimiento de América, el día de la raza, el día del idioma o el día de la evangelización. El próximo 12 de octubre se cumplen 520 años de la invasión a un territorio que tenía sus propias existencias temporales, materiales, políticas, culturales y cosmogónicas. Celebrar el descubrimiento de América es continuar negando la existencia de todo un continente y sus habitantes, los cuales fueron masacrados y esclavizados por su oro y por su plata, en un proceso que aún hoy, no termina. Mucho menos podemos celebrar el 12 de octubre como el día de la raza, o el día del idioma, o el día de la evangelización, cuando lo que estamos festejando fue el criminal exterminio de etnias enteras, la esclavitud de pueblos indígenas indefensos, y el secuestro y vejación de seres humanos cazados en África, y traídos a América como animales para servir a la codicia europea. La conquista desapareció para siempre pueblos indígenas y africanos, asesinó a más de 50 millones de seres humanos, borró de la faz de la tierra la mayoría de sus dialectos y lenguas, que jamás volverían a ser escuchados, y sacrificó sus dioses y creencias, imponiéndoles una cruz, ajena totalmente a su forma de vida material y espiritual. Hoy, 520 años después de iniciado el genocidio a los pueblos indígenas y afrocolombianos, son estas comunidades las principales y más vulnerables víctimas del conflicto armado; son los condenados al atraso y al abandono histórico del Estado; los que registran más muertes infantiles, más enfermedades, más analfabetismo, más despojo y más condiciones de miseria estructural. Por esto, este 12 de octubre fuera de celebrar situaciones desatinadas y ofensivas con las víctimas de estos pueblos, deberíamos hacer un debate crítico como nación. Las universidades en vez de jornadas culturales insulsas, deberían realizar una reflexión profunda de los estragos de la conquista y su nexo histórico en la situación actual de los indígenas y afrocolombianos; los colegios deberían promover un minuto de silencio para las víctimas del genocidio, al que fueron sometidos los que habitaron antes de nosotros este territorio, y por los arrancados de su hogar en África para ser esclavizados y masacrados; el Estado colombiano debería establecer el 12 de octubre como día nacional de las víctimas indígenas y afrodescendientes, y promover actos de reparación simbólica y sensibilización masiva contra la discriminación; y por último, en un acto de paz y reconciliación histórico, el embajador de España en Colombia, Nicolás Martín Cinto, debería pedir excusas públicas a los pueblos que sometieron y masacraron sus antepasados, y Monseñor Rubén Salazar, en nombre del Catolicismo, debería pedir perdón por el papel de la iglesia en el genocidio y esclavitud de indígenas y negros, producido en la conquista de lo que hoy llamamos América.
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