Acabar, de una vez, con los colegios en concesión de Bogotá

Mié, 10/09/2014 - 16:13
El Concejo de Bogotá, con 3 votos a favor y 6 en contra, tumbó este sábado pasado el proyecto de vigencias futuras necesario para prorrogar los contratos de los colegios en concesión de Bogotá. C
El Concejo de Bogotá, con 3 votos a favor y 6 en contra, tumbó este sábado pasado el proyecto de vigencias futuras necesario para prorrogar los contratos de los colegios en concesión de Bogotá. Con esta decisión, luego de 15 años, se podría acabar con esta modalidad de prestación del servicio en la ciudad y con ella la continuidad de los procesos educativos que se vienen dando en estos colegios que atienden el 4,4% de la matrícula oficial de Bogotá. Los ponentes del proyecto fueron tres y sin entrar en detalles, me referiré a las afirmaciones que más me llamaron la atención de sus ponencias. El concejal Diego García, del partido Alianza Verde y el único con ponencia positiva, afirmó: “De lo planteado se concluye que, si bien la educación pública ofertada directamente por el Estado es el escenario ideal, también es cierto que los centros educativos que nos ocupan en el marco del presente proyecto, tienen un récord de calidad que merece ser reconocido.” Por su lado, el concejal Fernando López, de Cambio Radical, cuya ponencia fue negativa, expresó: “Cuando se inició el programa de colegios en concesión, se dijo, que era un proceso que no duraría mucho tiempo, (…) las instituciones distritales seguirían existiendo, sólo que ahora se verían obligadas a competir y entregar mejores servicios. (…) el programa lleva cerca de dos décadas, evidenciándose que las instituciones distritales no han mejorado su calidad, a pesar de la competencia con los colegios concesionados.” Por último, la concejal Diana A. Rodríguez de la Alianza Verde, declaró en su ponencia, así mismo negativa: “De manera reiterada a lo largo de su campaña a la Alcaldía de Bogotá el doctor Gustavo Petro se posicionó en favor de un modelo completamente público tradicional de educación, oponiéndose a lo que ciertas corrientes de pensamiento denominan “la privatización de la educación pública” dentro del que incluyen a los colegios en concesión. (…) esta iniciativa podría considerarse un incumplimiento a sus electores (…)”. Para quienes creemos que se le debe prestar una educación de excelente calidad a todos los niños y jóvenes, la modalidad de contratación por concesión ha sido exitosa, como lo afirma el concejal García. Entre las muchas evaluaciones que se les han realizado a estas instituciones educativas, recientemente la Secretaría de Educación del Distrito (SED) elaboró un ranking de 335 instituciones educativas distritales (en total existen 384) evaluando los resultados en las pruebas Saber 11, las tasas de permanencia y aprobación, y encuestas de clima escolar y calidad percibida por la comunidad educativa, entre otras. De los 25 colegios en concesión con los que cuenta Bogotá, 17 quedaron entre los primeros 50 (de éstos, 7 entre los primeros 10), 5 quedaron entre los primeros 100 y sólo 3 por debajo de ese corte, pero entre los primeros 140. Todos se ubicaron por encima del promedio. A diferencia de lo expresado por el concejal López, la modalidad de contratación por concesión no pretendía ser una medida temporal; tan es así, que los contratos se firmaron a 15 años para poder evaluar los resultados de una cohorte completa de estudiantes y según los mismos considerar su renovación. En lo que sí está bien el Concejal es en que “los colegios distritales seguirían existiendo” (es más, los colegios en concesión son distritales). Esto se traduce en cifras de la siguiente manera: Bogotá cuenta con una matrícula pública de 887 mil estudiantes, de los cuales 789 mil se encuentran en colegios oficiales, 39 mil se encuentran en colegios oficiales en concesión y 59 mil en colegios privados contratados por la SED año a año.  Las tres modalidades de prestación del servicio educativo conforman la matrícula oficial de la ciudad. Lo que constituye una afirmación verdaderamente equivocada es, primero, que los colegios oficiales en general no han mejorado la calidad de la educación que prestan. De pronto no han mejorado tanto ni tan rápido como aquellos en concesión, pero en general la calidad ha venido mejorando. Lo segundo y más asombroso es insinuar que se deben acabar los colegios en concesión porque aunque han sido exitosos, no fueron capaces de mejorar la calidad de todos los colegios del distrito. En otras palabras, 25 colegios tenían que lograr que 384 establecimientos educativos mejoraran. Por último, tiene razón la concejal Rodríguez, en que los dirigentes políticos se deben a sus electores y efectivamente el alcalde Petro en campaña se comprometió a acabar esta modalidad de contratación. Esa es la verdadera razón por la cual los colegios en concesión en Bogotá amenazan con desaparecer. El proyecto desde sus inicios tuvo una fuerte resistencia de algunos sectores, motivada por razones ideológicas originadas en diferencias de opinión sobre la forma como se debe prestar un pequeño porcentaje (4,4%) del servicio público educativo; y por ideología se podrían acabar este año, lo cual es respetable, aunque no lo comparta. Lo que si no se puede afirmar es que la modalidad no haya funcionado. Todas las evaluaciones concluyen que niños y jóvenes en condiciones de alta vulnerabilidad recibieron una excelente educación, aprendieron a respetarse y a respetar a los demás, desarrollaron valores ciudadanos y hoy cuentan con mejores oportunidades. Basta solamente con preguntarle a los padres de familia de las comunidades educativas de estos colegios, que desafortunadamente no suman suficientes votos. Al final quiero pensar que en este debate los concejales estaban pensando en los 39 mil niños y jóvenes que están recibiendo educación de buena calidad en estos colegios, aunque sospecho que no. El Concejo, en lugar de ocuparse exclusivamente de 25 colegios ubicados por encima del promedio en el ranking, debía preocuparse por los más de 180 colegios oficiales que se ubicaron por debajo de ellos.
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