Al mal tiempo... producción literaria

Dom, 02/08/2015 - 03:36
“El hombre es un dios cuando sueña

y sólo un mendigo cuando piensa”

Holderlin

El caso fue real y bien documentado, en el año 1816 no hubo verano en el hemisferio nort
El hombre es un dios cuando sueña y sólo un mendigo cuando piensa” Holderlin El caso fue real y bien documentado, en el año 1816 no hubo verano en el hemisferio norte; el salto de la primavera al invierno fue tan incomprensible como palpable, las tinieblas y el mal tiempo se apoderaron de la tierra, y la humanidad del momento lo atribuyó “a la suerte, a la ira divina o al dictado de los astros aciagos”. Desbordamientos mortíferos del río Yangtsé en China; Inundaciones del Ganges en la India desataron epidemias de cólera; Fríos invernales en Oriente Medio, los Balcanes y Grecia; Sembradíos de trigo arrasados en Alemania; Viñedos arruinados en Italia; Nieves turbadoras en Hungría; Una lluvia de 142 días seguidos en Irlanda; por sólo mencionar algunos inverosímiles casos. Mucho después se conoció la causa de esta anomalía climática en el mundo: la erupción del volcán Tambora de la isla de Sumbawa en el archipiélago indonesio; en ese epicentro de la catástrofe un tsunami aniquiló multitud de vidas humanas y devastó vegetación y tierra firme en el mar de Bali. Y a Ginebra una inmensa sombra la envolvió por varios días; es en esta ciudad suiza donde el escritor colombiano William Ospina sitúa el foco narrativo de su libro “El año del verano que nunca llegó”. Estas inesperadas tinieblas encerraron a varios ilustres escritores ingleses en la Villa Diodati, produciendo como consecuencia trascendentes hechos literarios. En esa mansión, que otrora fuese albergue de personalidades como Rousseau y Voltaire, estuvieron confinados y compartiendo: el poeta Lord Byron, el poeta Percy Shelley, su novia y futura esposa Mary Wollstonecraft, su hermanastra Clara Clairmont amante de Shelley y de Byron, el escritor inglés de origen italiano John Polidori, y por momentos el escritor Matthew Lewis y la condesa polaca Anna Potocka. Un bello ramillete. Al fragor de la reclusión, la noche, el deseo, la pasión y las lobregueces del no-verano estos jóvenes tertuliantes se lanzaron primero en la lectura conjunta del libro Phantasmagoriana, un compendio de historias germánicas de fantasmas, que les procuró ideas y contexto para escribir libros que luego se volverían grandes clásicos. Mary Wollstonecraft desarrolló el célebre “Frankenstein”, Polidori redactó “El Vampiro” que posteriormente inspiraría a Bram Stoker a fraguar el celebérrimo “Drácula”. El escritor, aquí también historiador, Ospina nos presenta los nexos que unen a los protagonistas de la encerrona en Villa Diodati con muchos otros personajes de la historia y la literatura universal. Un buen repaso y contextualización de las vidas de estos fogosos muchachos de las letras inglesas. Una buena ocasión para repasar nominativamente también a Coleridge, Madame de Staël, John Keats, Milton, Shakespeare, Godwin, Borges, Galileo, Voltaire, Goethe, y muchos más. Los tertuliantes de Villa Diodati, así como buena parte de sus cercanos, terminaron sus días trágica y prematuramente, con excepción de Clara que falleció pasados sus 80 años de edad y que conservó cartas y secretos de aquellas jornadas ginebrinas. Byron poeta prolífico de gran renombre; célebre por su poemario Don Juan. Noble, libertario y libertino: “Una cosa es amar y otra reproducirse” decía; algo similar indica William Beckford “El sexo y el amor son felicidades distintas, que no siempre coinciden”, y en nuestro tiempo Michel Onfray afirma “Sexo, amor y procreación son cosas diferentes”. Byron vino a Suiza huyendo de los escándalos que generaron en Inglaterra sus amoríos, su adulterio y la relación incestuosa con su hermanastra Augusta con quien tuvo una hija. Muere luchando heroicamente en las gestas independentistas de Grecia contra el imperio otomano. El talentoso poeta Shelley publicó muy joven “la necesidad del ateísmo”; libro que lo propulsó a la fama al tiempo que le valió la expulsión de la universidad. Su ideario político estuvo orientado hacia el anarquismo, la libertad individual y la contestación de las costumbres morales del momento; parte de su obra está influenciada por su cercanía al portentoso Byron. Shelley esposa a Mary y precipitadamente perece ahogado, mientras navegaba en su velero, antes de cumplir los 30 años. Dejó un copioso legado poético y filosófico. “Byron amaba a Shelley” y “Shelley no podía vivir sin él [Byron]” se atreve el escritor. Aprecio y admiración mutua entre estos grandes de la literatura quienes, no obstante tener personalidades tan opuestas, se influyeron mutuamente en términos filosóficos y literarios. William Godwin, aunque no acude a la Villa Diodati, está muy presente en el libro, primero por su gran amistad con Shelley, quien lo salvó además de sus penurias económicas, y segundo porque es padre de Clara Clairmont y de Mary Wollstonecraft (hija de una madre del mismo nombre quien es reconocida como escritora y gran impulsadora de la causa feminista), esta última se casaría con Shelley. Godwin fue político y escritor bien conocido, anarquista y libertario por convicción y prédica, mas poco por su actuación: en el momento de aplicar sus teorías incurre en aquello que había criticado, por ejemplo a pesar de ser defensor y practicante del amor libre, desaprobó la unión concubina de su hija Mary con Shelley. Aunque es autor poco consultado hoy en día, sus principios filosóficos, osados para el momento, hacen parte de las prácticas de las democracias actuales: restricción de la guerra, rechazo del colonialismo, defensa de la meritocracia, condena de la censura. Polidori, escritor, asistió a la cita ginebrina en calidad de médico personal de Byron, a quien admiraba y de quien se enamoró, a pesar de los desplantes y desestima humillante que este le infligía. Tuvo gran inclinación tanto por la literatura como por la investigación neurológica. Una lástima que el diario que Polidori escribió sobre su paciente haya sido objeto de enmiendas puritanas antes de publicación medio siglo después de acaecidos los hechos. Polidori termina sus días suicidándose. Su obra “El Vampiro” tuvo un éxito impresionante; por un error (¿deliberado?) del editor, en la primera impresión apareció Byron como su autor, quien malvadamente, y para indignación de Polidori, tardó largo tiempo en admitir el error. Este libro de William Ospina es un sucinto recuento de la primera mitad del siglo XIX en materia de letras inglesas, sin excluir referencias a lo sobrevenido literariamente en el resto de Europa. Se sirve de ese año sin verano para explorar, a la luz de las tinieblas, también la pasión, sexualidad y vehemencia de estos jóvenes escritores ingleses encerrados en la Villa Diodati de Ginebra, y que dio origen a inmortales obras de la literatura universal. Este episodio ya ha sido narrado en diversas obras como bien lo advierte el mismo Ospina. Ganaría mucho el libro suprimiendo la vasta citación de amigos personales que el escritor encuentra en las muchas ciudades que visita; carece de interés para el lector, lo desconcentra del tema y deja la sensación de un innecesario relleno que habría podido utilizarse en ahondar sobre los personajes centrales. Igualmente la introducción de una especie de bitácora de viaje de su amplio vaivén por el mundo produce, aparte de futilidad, un sinsabor de vanidad. Lo dicho no es óbice para considerar este libro como un buen objeto de lectura, que por demás recomiendo por su temática, su homenaje al Romanticismo y, como es costumbre del autor, escrito en un estilo poético, bellos fraseos, léxico impecable y un lirismo seductor.
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