Algunas personas para defender al general Barrero después que se conocieron las conversaciones que mantuvo con otro militar, Robinson Gonzáles del Río, preso bajo la acusación de haber participado en la realización de falsos positivos, dicen que fue una conversación privada.
Bajo el manto de lo privado es que se cometen precisamente los delitos. Pensar lo contrario es de una ingenuidad rayana en el cinismo.
Se imaginan ustedes, por ejemplo, a Samuel Moreno anunciando en rueda de prensa que va a establecer un carrusel de la contratación? ¡Ni de fundas! Seguramente uno de los alcaldes más corruptos de Colombia discutió estos delicados asuntos públicos en el seno de su casa materna, donde al parecer tenía toda la protección para este tipo de conversaciones privadas.
Creen ustedes, que el Mono Jojoy ¿pondría en un comunicado a la opinión pública información detallada sobre lo que le correspondería recibir de los carteles mexicanos por pago del gramaje de un viajado de cocaína? ¡No seamos ilusos!, eso lo trataría directamente con los enviados de los capos allá en lo profundo de su bunker en las selvas del Guavire, en una reunión de carácter privado.
¿Acaso un contratista de las fuerzas militares enviaría junto con su propuesta al ministerio, una relación de las coimas que repartirá una vez le sean adjudicados los contratos con el sobreprecio correspondientes? Es bandido pero no loco. Esa información la hará conocer por medios privados, como conversaciones dentro de un vehículo, o en un parque público, o en caso de ser más osado, en un almuerzo en un salón privado de un restaurante.
En fin, nunca que yo sepa la delincuencia ha actuado a la luz pública. Por el contrario siempre está en las sombras, escondida tras pantallas o camuflajes. De ahí que la defensa del general o de cualquier acusado de corrupción no pueda basarse en alegar que se trataba de una conversación privada. Porque es en privado, precisamente, donde se fraguan los delitos.
No sé, ni me corresponde decir si el general Barrero es inocente o culpable, si hay un contubernio con Robinson Gonzáles del Río para taparle la boca con contratos a los involucrados en falsos positivos, o si ese otro militar preso y acusado de homicidios lo que quiso fue informarle inocentemente de su situación a su excomandante. Lo que sí sé es que si estaba el general Barrero conversando con ese tipo de sujeto, el que se haya realizado en forma privada no es una excusa, sino precisamente lo contrario algo que lo inculpa todavía más.
No podía y no puede un militar activo sostener este tipo de conversaciones, mucho menos si es para aconsejar que se cometa un delito o proponer una estrategia para evadir la responsabilidad de la justicia. Lo privado solo se reviste de ese carácter cuando no afecta la moral pública, ni las leyes. Lo demás deja de pertenecerle a quienes conversan para pasar a pertenecer a los sumarios de un proceso judicial. De lo contrario todos los delitos cometidos bajo el manto de una conversación privada estarían revestidos de impunidad.
www.margaritalondono.com
http://blogs.elespectador.com/sisifus/
Conversación privada
Lun, 24/02/2014 - 17:05
Algunas personas para defender al general Barrero después que se conocieron las conversaciones que mantuvo con otro militar, Robinson Gonzáles del Río, preso bajo la acusación de haber participado