Crisis de seguridad ciudadana

Mié, 08/05/2019 - 08:00
La seguridad ciudadana es un derecho fundamental colectivo e individual, que el Estado con sus diferentes instituciones y la comunidad en general, deben garantizar como
La seguridad ciudadana es un derecho fundamental colectivo e individual, que el Estado con sus diferentes instituciones y la comunidad en general, deben garantizar como elemento fundamental de la vida en sociedad. Según la última encuesta de Invamer, los bogotanos consideran que la inseguridad es el problema más grave de la ciudad y también que está empeorando. Lo trascendental aquí, seria entender como en una ciudad - con grandes problemas de movilidad, transporte, contaminación, entre otros- el común denominador sea que se considere a la inseguridad, como el problema más grave que afronta Bogotá, lo cual pone de presente hasta qué punto los capitalinos están preocupados por el accionar de los delincuentes y de su capacidad de incidir en la tranquilidad general de los ciudadanos. En la rendición de cuentas de la gestión de Enrique Peñalosa referente a esta materia, evidencia una considerable mejoría en la seguridad ciudadana -específicamente en delitos de alto impacto- gracias a una inversión que estaría por encima del billón de pesos en el cuatrienio; estas cifras no han sido determinantes para mejorar la percepción de seguridad y la apropiación del territorio por parte de la ciudadanía bogotana. Los reportes más recientes publicados por la Secretaría de Seguridad, Convivencia y Justicia, dan muestra de la gestión de esta nueva entidad (creada por la administración de Enrique Peñalosa) por ejemplo: El principal indicador de inseguridad en la ciudad, el homicidio, tuvo una reducción histórica en 2018, con una tasa de 12,8 por cada 100.000 habitantes, la más baja en 40 años. De igual manera, mientras que en 2017 las riñas fueron 6.169 (siete casos por cada 100.000 habitantes); el año pasado esta cifra disminuyó hasta 5.941 (un 3,7%), el año pasado se invirtieron en equipos de movilidad $310 mil millones, y mientras en 2016 había 377 cámaras, de las cuales solo el 60 % funcionaba, en diciembre de 2018 pasamos a tener 3.254 cámaras funcionales en puntos estratégicos y neurálgicos para los estamentos de seguridad. Los esfuerzos en el mejoramiento de personal han sido importantes, tan solo el mes pasado entraron 1.500 nuevos policías a reforzar la seguridad bogotana, y de estos se han enviado 340 policías a garantizar la seguridad para biciusuarios; Sin embargo Bogotá cuenta apenas con 221 uniformados por cada 100.000 habitantes ( Bucaramanga tiene 675 policías y Tunja 610 por cada 100.000 habitantes), pero todavía muy alejado de los 300 efectivos que debería tener, como lo recomienda la Oficina para la Droga y el Delito de la Organización de las Naciones Unidas. Aunque se pretendió un avance importante con la intervención de los denominados 750 puntos “calientes” para disminuir la criminalidad y ha habido acciones de choque que en su momento despejaron de la delincuencia a ciertos sectores, no se ha visto resultados a mediano o largo plazo y terminaron por trasladar el problema, tal como ocurrió con “los ganchos” del “Bronx” o la reciente operación “metrópoli” en la Plaza España, por lo que los delincuentes se reorganizaron y se ubican hoy, en el Barrio San Bernardo. Si bien las cifras han mejorado, el robo sigue rampante y en aumento, según datos de “Bogotá como vamos” en los tres primeros meses de este año se denunciaron 29.603 atracos, unas 6.400 denuncias más que en el mismo periodo del año pasado, es decir que cada 4.6 minutos en promedio se denuncia un asalto en Bogotá. Según la Corporación citada, el 55 % de las víctimas de robo señala que fue bajo la modalidad de atraco, el 17 % sin darse cuenta y el 16 %, por “raponazo”, así mismo, se estableció que, del hurto a personas, el 25 % de los casos se hace con arma blanca, 9 % con arma de fuego y el 29 % se presenta violencia física a la víctima. Es de vital importancia, establecer la capacidad real de la fuerza pública en las operaciones de inteligencia contra las distintas criminalidades que abundan en esta ciudad. Para este fin, se debe identificar la zona de gravedad de los negocios que giran en torno a las prácticas criminales -el narcomenudeo, el negocio ilegal de autopartes, la compraventa de celulares robados, todas las mafias y negocios ilícitos - desde su estructura organizacional, se debe conocer los procesos, procedimientos y estructuras jerárquicas de estas empresas del crimen, avanzar con prontitud y contundencia contra el combustible que los mantiene. El crimen debe analizarse como una actividad económica y al criminal como un individuo racional, donde dicho agente comete un delito solo si encuentra una mayor utilidad esperada, donde los riesgos y costos sean mínimos. Para contrarrestar estas acciones, la competencia de la Policía es sumamente necesaria: identificar los mercaderes de los crímenes, sus zonas de operación, y su “modus operandi”, son una tarea importante de inteligencia policial, que debe servir de insumo para la toma de decisiones, maximizar los riesgos de los mercados ilegales, a través de un trabajo conjunto con la fiscalía, para los procesos de judicialización efectiva de los criminales, esto debe ser prioridad para los administradores de esta ciudad. En cuanto a la percepción, una tarea muy importante que ha venido adelantando esta administración; ha sido el embellecimiento de los espacios públicos y parques, situación que se refrenda con la apropiación ciudadana de, lo cual redunda en el mejoramiento de la percepción de seguridad y desplaza la actividad criminal de estos escenarios. Se ha realizado avances sin embargo algunos indicadores arrojan una mejora marginal, por tanto, urge revisar la política de seguridad de Bogotá. En conclusión, es necesario aumentar el personal asignado a la fuerza pública, tal como lo estipulan los estándares de la ONU; se debe mejorar en la instrucción y capacitación de los procedimientos de inteligencia de la policía metropolitana, y por supuesto, involucrar a la comunidad a través del fortalecimiento de los frentes de seguridad ciudadana. Así, una estrategia efectiva afectando los mercados ilegales con acciones contundentes, puede ser perdurable en el tiempo, maximizando los riesgos para los criminales y mejorando las condiciones de seguridad de los bogotanos.
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