Gane o pierda, Nacional es comidilla. En el cierre del torneo en el que aspira, como siempre, a título, un incómodo e inoportuno conflicto bambolea en sus huestes. La continuidad de Dayro Moreno, goleador y pieza imprescindible, en entredicho, por detalles relacionados con su contrato. Juan Pablo Ángel se opone a su renovación por tres temporadas, porque “esta viejo”, lo que parece una calculada operación, que deja al artillero cercano al cierre de su ciclo verde.
Pumas de México pone sobre la mesa una propuesta por Dayro, con vinculación a tres años, lo que significa un incremento salarial al ciento por ciento, respecto a lo que gana actualmente. Nacional lo invita a la prolongación de un préstamo de su club Tijuana, por un año, argumentado, para ello, en una clausula aprobada por el futbolista. El goleador prefiere, en los tramos finales de su carrera, en plena efectividad ante el gol, explorar otros confines, para su seguridad económica.
Si Nacional pretende retenerlo, esta condicionado a liquidar tres millones de dólares, el costo pactado por su transferencia.
De paso, en un comunicado de libre interpretación por lo poco concreto, pone en aprietos al jugador frente a su hinchada.
Dayro entre tanto busco un nuevo título con su club actual, en sintonía con la red, con regularidad que asombra. Este juego es caprichoso. A pasos agigantados pierde la proporción por los sueldos exorbitantes de los futbolistas. Pero así es su mercado, libre y sin topes. Retener una figura cuesta. Dayro hasta hoy le ha salvado la papeleta a Lillo, como lo hizo en el pasado en Millonarios. Sus goles redimen a un hombre, el Español, que no consigue encandilar con el fútbol de su equipo porque en la cancha esta tan confuso como en sus explicaciones públicas.