Desde el 12 de octubre y hasta el 6 de enero de 2013, se expone en las salas del Museo Guggenheim de Bilbao un extenso recorrido de la obra intima de Egon Schiele. Artista de la Viena de finales del siglo XIX donde, como siempre, se proclamaron las vanguardias, las necesitadas renuncias de siempre. Así se experimentó un nuevo camino en busca de otras propuestas que abrieron las compuertas a muchas manifestaciones.
Con el movimiento de la Secesión Vienesa se rompen los vínculos con la academia para encontrar otros significados sociales y arquitectónicos en el resto de las artes. Fue la revolución de una época dorada, donde el universo cultural tuvo planetas específicos como Sigmund Freud con su revolución del inconsciente, Gustav Mahler con su música tan romántica como moderna o la filosofía de Ludwig Wittgenstein. La colección de dibujos, gauches, acuarelas y fotografías expuestos en el Guggenheim, vienen del prestigioso Museo Albertina de Viena y, en la muestra de Egon Schiele, se recorre el proceso creativo de la última década de su vida entre 1908 a 1918, año en el que murió, muy joven, un pintor que siempre buscó rasgos modernos.
En la exposición de dibujos sobre papel Egon Schiele, con rumbo propio, logra un lenguaje singular donde toma distancia de su mentor, el otro gran pintor de la época: Gusta Klimt, quien como maestro lo incluyó en muchas exposiciones. Le legó el erotismo como una alternativa estética y la presencia del ornamento del Art Nouveau como argumento simbólico natural de una abstracción presentida. Por eso pinta con manchas de color, por eso dibuja sus dinámicos cuerpos sugeridos.
Sus trabajos buscan el recóndito lado incierto donde se unen extremos. La contundencia de una propuesta que queda de la mano de una tímida sugerencia tímida. Las obras son parte de la colección del Museo Albertina de Viena, una institución que cuenta con las mayores colecciones históricas de la obra gráfica en el mundo y entre las que se encuentra la colección más importante de obra en papel de este expresionista austriaco.
En un minucioso recorrido encontramos la búsqueda de una expresividad en un gesto corporal mientras deforma la silueta y el contorno del cuerpo. Egon Schiele nos muestra la incierta posibilidad de la condición humana y los posibles encuentros con la sexualidad que deja tema, espacio y un precedente para el pintor franco suizo Balthasar Klossowski, conocido como Balthus y sus mundos insinuados, o para una afirmación humana sobre la novela Lolita de Vladimir Navokov, quien busca desentrañar el pecaminoso mundo erótico e insinuante de una adolecente.
Egon Schiele trabajó su propia sintaxis y logró un rompimiento total con el naturalismo. Su línea nerviosa e indefinida incluye un manejo del color también inconcluso. En el conjunto de su trabajo hace un acento mayor a la idea del abatimiento gestual en el desnudo y en los retratos. Muestra el horror sobre esa vida siempre indefinida donde los estados de ánimo superan cualquier atisbo de felicidad para la raza posible de la condición humana.
Egon Schiele vivió con la convicción de una vida de experiencias humanas que abrumaron siempre a los habitantes de los pequeños pueblos de los Alpes, donde pasó tiempo al lado de su esposa Walburga “Wally” Neuzil, quienes tuvieron siempre problemas en su ámbito social. Con el tiempo, volvió desgarrado a Atenas porque sus trabajos corrompían a los niños. También por esto, Schiele llegó a la cárcel donde realizó una de sus series más importantes. Murió tres días después que su mujer, en medio de una pandemia que diezmó considerablemente a la población y tuvo el nombre de gripe española.
Egon Schiele y lo moderno
Dom, 28/10/2012 - 04:00
Desde el 12 de octubre y hasta el 6 de enero de 2013, se expone en las salas del Museo Guggenheim de Bilbao un extenso recorrido de la obra intima de Egon Schiele. Artista de la Viena de finales del