Escribo el domingo y mañana no se qué irá a pasar, pero cuando alguien me lea el martes juzgará lo que digo con mejores elementos. Claro, no pretendo ser agorera, ni adivina. Mi oficio, si es que puede llamarse así esto de escribir columnas virtuales para opinar sobre hechos reales, es el de analista, sin mayores pretensiones investigativas o de denuncia.
Sin embargo hay hechos indicativos que nos llevan a pensar que puede ser la peor semana para el presidente Juan Manuel Santos y de paso una de las peores crisis que hemos tenido en los últimos años, porque se trata de un paro generalizado en el que están unidos varios y valiosos sectores de la economía agraria.
El gobierno y sus delegados llevan semanas tratando de desactivar la protesta por dos caminos: las ofertas y las amenazas. Las primeras parecen no ser suficientes, pues los incumplimientos anteriores llevan a que no haya confianza en que los nuevos subsidios lleguen y, las segundas, se miran con desdén: este gobierno no aprieta de verdad, está negociando con la guerrilla, por ende no puede trasgredir los derechos humanos, el presidente es blando, etc. etc.
En ese clima de no credibilidad en las ofertas y de indiferencia frente a las amenazas uno siente que el paro va en serio y que el gobierno se va a tener que fajar también en serio a resolver de fondo los asuntos que generan el malestar.
En el centro de estos reclamos hay dos tendencias: la de la izquierda, con el senador Robledo a la cabeza que exige el desmonte o la renegociación de los TLC como aspecto fundamental, lo que sería un golpe durísimo a la política aperturista y neoliberal que se viene implementando desde hace varios gobiernos.
Y la derecha, representada por Uribe y sus candidatos, que reclama seguridad en el campo y se queja de que se le está entregando a la guerrilla. Dicen además que Santos no ha hecho lo que ellos tampoco hicieron, pero que en todo caso debía haberse hecho para que el campo pudiera progresar.
Pero detrás de estas ideologías hay una sola realidad, la de que los productores agropecuarios ven cada día más diezmados sus ingresos y reemplazadas las opciones legales de producir, por la minería y los cultivos ilícitos o por las grandes empresas agropecuarias que traen un modelo de desarrollo intensivo en capital y en acumulación de tierra.
El Ministro de Agricultura se quejaba en estos días de que quienes reclaman la falta de políticas públicas confunden políticas con subsidios y que por eso cuando piden políticas están esperando es que les den plata.
Yo diría que el ministro tiene razón, pero el que está confundido es el gobierno que cuando los productores piden políticas les ofrecen subsidios. Como nunca antes se había visto, este gobierno cada que hay un paro lo único que se le ocurre es girar cheques para taparle la boca por un ratico a los que protestan. Esperemos a ver cómo se resuelven los de esta semana, si con auxilios o con cambios de fondo en las políticas públicas.
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El campo: entre subsidios y paros
Mar, 20/08/2013 - 01:03
Escribo el domingo y mañana no se qué irá a pasar, pero cuando alguien me lea el martes juzgará lo que digo con mejores elementos. Claro, no pretendo ser agorera, ni adivina. Mi oficio, si es que