El entonces presidente Andrés Pastrana, tras dos años de gobierno y con la popularidad por los suelos (año 2001) se balanceaba entre iracundo y colérico. Y tomó la decisión de ponerle sordina a La Luciérnaga, el programa de noticias y humor -devastadora combinación- que desnudaba sus flaquezas.
Sentados en Nueva York, Juan Carlos Pastrana -director de La Prensa- y don Julio Mario Santo Domingo, resolvieron pactar la paz, tras una portada que el dueño de Caracol y otras empresas consideraba indignante, una foto en la que aparecían Gilberto Rodríguez y Santo Domingo como patrocinadores de la campaña de Samper, de igual a igual.
El grupo Santo Domingo era fustigado en sus negocios por el gobierno y varias de sus empresas (Avianca, entre otras) necesitaban autorizaciones oficiales para seguir su marcha.
Pastrana pidió la cabeza de Artunduaga, porque en la estructura del programa -en ese entonces- no había tres periodistas como hoy (Gardeazabal, Gaviria y Claudia). Además le parecía el más urticante e “irritante”.
Caracol me anunció (sin discusión) un año sabático en España. Pregunté si podría ser corresponsal y respondieron que Pastrana exigía la desaparición “total” de la escena.
El mismo día del ofrecimiento recibí pasajes y viáticos. Me tomé un vino en la Plaza España y llamé a decir que renunciaba.
Lo transcendental de la historia es que Hernán Peláez renunció entonces a La Luciérnaga y estuvo un poco más de un año por fuera, hasta la salida de Pastrana.
La decisión sorpresiva y valiente fue seguida por el anuncio de Guillermo Díaz Salamanca y otros miembros del “elenco” de dimitir de inmediato.
No era fácil reemplazar a los tres, al tiempo, aunque buscar un buen periodista resultaba sencillo. Conseguir un Peláez o un Diaz Salamanca era -y es- casi imposible.
Retirados del programa, Artunduaga por presiones del gobierno, y Peláez por solidaridad o por considerar que se irrespetaba su dirección, lo que pasó fue lo siguiente, según Diaz Salamanca:
-“El gobierno de Pastrana navegaba entre la crisis y el desprestigio y en La Luciérnaga cada tarde, recibía como con gotero su dosis de palo. Se hacía una caricatura con “intervención presidencial incluida en la imitación que cerraba siempre con el consabido Nohra, los niños, María José y yo estamos de acuerdo en tal o cual cosa y luego que Dios los bendiga y que Dios me bendiga.
A Pastrana no le gustaba para nada el tema de Nohra, los niños y yo. Y menos el palo que Artunduaga le daba cada tarde.
Como el que gobierna tiene la sartén por el mango, vino entonces un tema de coyuntura, una negociación de reajuste en Avianca, aerolínea que por la época pertenecía como Caracol radio y La Luciérnaga al portafolio de productos del Grupo Santodomingo.
Pastrana muy hábil, apretó a los Santodomingo: saquen a Artunduaga de Caracol y el reajuste es un hecho. Esta es una versión que no es oficial pero que es la voz del pueblo y el pueblo nunca se equivoca, sólo en elecciones.
Caracol le ofreció entonces a Artunduaga que se fuera a España a trabajar con la cadena SER, cosa que Édgar consideró que no debía ser.
Sale Artunduaga de la Luciérnaga gracias a la presión del entonces estadista y se arma la noche de las luciérnagas apagadas.
Renuncian Hernán Peláez y Guillermo Díaz. Se convoca a una reunión de urgencia en presidencia de Caracol en la que entre otros sirve de intermediario Julio Sánchez Cristo y se llega a un acuerdo: Peláez se retira durante un año y Guillermo sigue por expresa petición de Peláez y Artunduaga porque de irse Díaz Salamanca con Peláez y con Artunduaga al tiempo La Luciérnaga se acaba y sacan a todos los demás integrantes del programa.
Díaz acepta quedarse dirigiendo el programa durante un año y de esta manera se salva La Luciérnaga.
Edgar no acepta España y Peláez sigue en 6am 9am.
Lo que vino después fue atroz, día a día en la mesa de trabajo se comenzaba La Luciérnaga con el conteo de sus integrantes y se decía cuántos faltaban en la mesa. Faltan 2 sentenciaban en coro. Después vino el conteo de los días que faltaban para que terminara el peor gobierno de la historia, solían decir.
Cuando Andrés Pastrana cesó en sus funciones presidenciales, al día siguiente en un acto pomposo celebraron los 10 años del exitoso programa radial en el club El Nogal y Hernán Peláez regresó a la dirección.
Guillermo Díaz dirigió este programa un año exactamente y mantuvo unos impresionantes niveles de sintonía por el apoyo nacional y el abrazo solidario que le dio el país a este espacio que estuvo a punto de acabarse una noche en la que tocaron al intocable Artunduaga”.
Aprovecho para agradecer los diez años al lado de Peláez en La Luciérnaga. Celebrar al prodigioso Diaz Salamanca y a la brillante Alexandra Montoya.
Recuerdo con admiración y cariño a Juan Harvey Caicedo (no solo gran locutor sino formidable imitador y humorista, facetas que el país no ha valorado suficiente).
Enorme trabajo hicieron Gabriel De las Casas y Jairo Chaparro (libretista), Daza, el grupo Salpicón y tantas otras figuras que hoy siguen o pasaron por el programa.
Respecto de Pastrana….dejo esta constancia para que el país la recuerde.
El día que Pastrana casi acaba con La Luciérnaga
Lun, 29/12/2014 - 15:24
El entonces presidente Andrés Pastrana, tras dos años de gobierno y con la popularidad por los suelos (año 2001) se balanceaba entre iracundo y colérico. Y tomó la decisión de ponerle sordina a