El imperio del signo en Manuel Hernández

Dom, 20/11/2011 - 00:03
A partir de enero del 2012, La Galería Nacional de Santo Domingo, República Dominicana, realiza una gran exposición a Manuel Hernández con obra de todos los tiempos.

En su trabajo es importante
A partir de enero del 2012, La Galería Nacional de Santo Domingo, República Dominicana, realiza una gran exposición a Manuel Hernández con obra de todos los tiempos. En su trabajo es importante recordar que lo esencial existe. En ese logaritmo de pequeñas informaciones, podemos pensar en Manuel Hernández a quien le importa la ética de los signos silentes. A la manera de los clásicos, busca la quietud en formas que flotan en el espacio. Su alfabeto geométrico ascético, lo ha restringido al óvalo, al rectángulo y a la diagonal. Con esas formas y fuerzas, el artista puede contarnos una infinidad de incidentes, que se mezclan, en un cúmulo de luces que aparecen en el espectro de una atmósfera. Signo morado Es tan poético, que podemos acercarnos a la obra y observar el brillo en el borde de una línea porosa, mientras por encima se descompone la luz en fragmentos. Manuel Hernández apaga o enciende la gama de colores porque busca en los tonos, el rumor de la sordina. Inventa mundos intangibles de argumentos invisibles donde solo, el silencio importa. Esa misma idea del no sonido, la busca lo moderno. Es el comienzo de la creación, que Manuel Hernández maneja con el óvalo como forma abierta y el cuadrado como forma cerrada. Signo y figura El dibujo es un medio versátil y hábil en el mundo moderno. Cuenta con el papel como el comienzo de la historia de cada obra porque todo depende de su textura, su delicadeza o finura. El comienzo de una obra se consolida con el encuentro de un fondo sólido que reconoce en contacto con el papel, el trazo. Manuel Hernández necesita esa quietud interior que le da el papel como fondo, para poner a vibrar las curvas de los óvalos con la armonía de los rectángulos y sus indispensables diagonales que, por indispensables, interrumpen en paso o son el punto de contacto en su geometría. Las franjas son direccionales rítmicas que flotan en el espacio. El fondo es la base quieta y cálida donde Manuel Hernández  propone formas entrelazadas con colores y sus tonalidades y  brillos. El color ocre es siempre cálido, el azul es frío, los intermedios son los colores saturados como el azul, el verde y el violeta.  También es importante lo lleno y lo vacío, argumentos que son contraste y resonancia de la forma y, donde importa la austeridad de lo limpio. En sus obras se encuentran diversos argumentos: los que tienen la contundencia de un trazo, la forma de una mancha, la categoría de una línea interrumpida, un brochazo tan decisivo que, nos hace pensar en Degas y su admiración por Manet: en la seguridad, la certeza del ojo y el poderío decisivo en la mano. Signo y seña Rainer María Rilke realizó la anatomía sensorial de la utopía de un creador que tiene el destino marcado por algún apoyo que insiste en llegar al rezago de eternidad íntima, porque - las cosas vírgenes aún aguardan a los príncipes que vendrán a transformarlas en estrellas… Y, como si fuera poco, Manuel Hernández trabaja en secreto una geometría humana que está dispuesta a soportar al mundo cuando Atlas deje de sostener su peso.
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