El informe de la OEA: ¿avance o retroceso?

Mié, 22/05/2013 - 09:10
Bueno....bueno, ya se entregó el informe sobre el problema de las drogas en las Américas, que materializa la idea, carente de originalidad y de rumb
Bueno....bueno, ya se entregó el informe sobre el problema de las drogas en las Américas, que materializa la idea, carente de originalidad y de rumbo claro, con la cual concluyó una cumbre que se celebró en Cartagena. En ese encuentro de Jefes de Estado, el presidente Santos tuvo la ocurrencia de plantear la elaboración de un estudio con el fin, según lo dijo entonces, de empezar a pensar en alternativas más eficaces para enfrentar un mal que ha azotado a nuestro país. El grupo de analistas escogido cumplió con el encargo, que fue puesto en manos del mandatario colombiano, previo solemne discurso del secretario general de la OEA. Ya se tiene, pues, un mamotreto para seguir discutiendo acerca de una nueva política, porque el resultado del trabajo no fue hacer recomendaciones si no plantear opciones. En lo sucesivo tendrán lugar grandes reflexiones sobre las bondades de "juntos", la conveniencia de "caminos", lo aconsejable de la "resiliencia" y los peligros de la "ruptura". Así bautizaron los expertos a los distintos escenarios, gracias a cuyo análisis y tratamiento se podrá avanzar en la definición de un marco novedoso para combatir el mal. Y toda esta parafernalia, orquestada para tener los estudios que no existían, según los promotores, tiene lugar, casualmente, en el seno del organismo, la OEA, al que pertenece la institución, la CICAD, que más ha analizado el tema en el hemisferio a lo largo de los años. En su seno se acordó la estrategia hemisférica de lucha contra las drogas en 1995, al igual que la segunda versión de ese esfuerzo colectivo en 2010, con su correspondiente plan de acción 2011-2015. Empero, a nuestro primer mandatario se le ocurrió decir que como no había documentos tocaba hacerlos por primera vez. De nuevo,  la manía de hablar como si la historia hubiera empezado el 7 de agosto de 2010. Pero, en fin, ya hay otro libro y la invitación es a dar opiniones. No dudo de que su contenido debe ser muy ilustrativo. Sin embargo, me atrevo a hacer algunas consideraciones  preliminares. Quienes han estado encargados de hacer la presentación del producto olvidaron hablar del problema mundial de la droga y se limitaron a hacer referencia a la versión americana del flagelo. Grave error. Colombia hizo ingentes esfuerzos durante muchos años hasta lograr que la comunidad internacional aceptara caracterizar el fenómeno como un mal global. Mal haría nuestro país ahora si permite que esa definición se debilite, con lo cual perderíamos autoridad para reclamar en los escenarios multilaterales que cada nación cumpla con los deberes que tiene en esta lucha común. Tampoco se ha escuchado en las intervenciones que se haga énfasis en el principio de responsabilidad compartida. Otra equivocación. Ese es el concepto que, una vez acogido en el marco de la ONU, le ha permitido a nuestro país insistir, exigir, si se quiere, acciones más decididas de otros países para contribuir a conjurar la amenaza. Y la mención al enfoque integral y equilibrado ha brillado por su ausencia. Una delicada falencia más. Si se permite que esa visión desaparezca de los principios que guían la lucha contra el flagelo de las drogas ilícitas, se debilitaría la acción respecto de todos y cada uno de los eslabones de la cadena. El énfasis se ha hecho en el consumo y en su caracterización como un asunto de salud pública. Esta es una presentación estructuralmente débil. De un lado, desconoce la necesaria integralidad para el buen tratamiento del fenómeno, y, del otro, hace caso omiso de que la perspectiva de salud ha sido incorporada ya en los planes de acción globales al igual que en muchas políticas nacionales. Las reflexiones acerca de temas de gran importancia social deben ser siempre bienvenidas. Pero es indispensable buscar que sirvan para dar un paso adelante y evitar que lleven a retroceder. En este caso, se partió de la base equivocada de que había que hacer estudios  que, en realidad, se están elaborando desde hace años, y se ha permitido que el tono inicial del debate debilite principios fundamentales para Colombia. Por otra parte, se arranca partiendo de que ha habido una política integral y se olvida que ese es, precisamente, uno de los grandes problemas: la ausencia de una visión única. Además, reclama la incorporación de la perspectiva de salud pública dejando de lado que ese es un proceso que avanza desde hace largo tiempo. Y, finalmente, se ha puesto a una institución como la OEA, acostumbrada a concertar estrategias y planes de acción concretos, a elevar globos. Hagamos votos porque el informe realmente sirva para avanzar. Pero, lo que se percibe, en un principio, es un preocupante retroceso.
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