El mal genio de Uribe

Publicado por: admin el Dom, 28/11/2010 - 23:52
El  mal genio del  expresidente Uribe se ha exacerbado en los últimos días. Estoy por creer que su mal humor ya no obedece al cambio de la terna para elegir el Fiscal, ni a que la Fiscalía le ech
El  mal genio del  expresidente Uribe se ha exacerbado en los últimos días. Estoy por creer que su mal humor ya no obedece al cambio de la terna para elegir el Fiscal, ni a que la Fiscalía le echara mano a su primo Mario, ni al gabinete que “inconsultamente” nombrara el Presidente Santos, ni a la ley de víctimas y restitución de tierras que avanza en su trámite por el Congreso, ni a las sanciones y procesos disciplinarios y judiciales  que se adelantan sobre su gente más cercana. Nada de eso. Sospecho que su mal genio tiene una razón mas mundana y terrenal. Resulta que la revista Semana en su última edición publicó un muy serio estudio de la Fundación Liderazgo y Democracia realizado por una veintena de prestigiosos académicos e historiadores quienes, combinando un conjunto de variables, escogieron los diez mejores mandatarios de nuestra historia republicana. Imagínense la sorpresa de José Obdulio, quien se ha creído el escribano del Rafael Núñez o del Rafael Uribe Uribe resucitado, cuando descubrió que en ese mosaico no aparecía su jefe Alvaro. La conmoción interior en el Uribismo ha debido ser total. Inconcebible que el presidente, hasta hace tres meses, más popular de nuestra historia, ella, la historia, lo trate con tal desdén. Y seguramente ello precipitó la puesta en marcha de la última estrategia del Expresidente y su gente contra la Corte Suprema de Justicia : el asilo colectivo, encabezado por la desesperada exdirectora del DAS María del Pilar Hurtado. Uribe ha debido saber que al “asilo” como instrumento del derecho internacional han acudido personas victimas de una persecución política por parte de una dictadura o régimen autoritario; o reconocidos violadores de los derechos humanos y de la legalidad democrática internacional. Del primero abundan los ejemplos de los cientos de perseguidos por las dictaduras del cono sur del continente; en el uso de la segunda razón abundan los periplos de Somoza, Batista, Trujillo, Fujimory y Montesinos, entre otros. En cualquiera de los dos casos, para Uribe,  la estrategia del asilo resulta temeraria y hasta suicida. Temeraria porque la victimización como perseguido político conduce a calificar como autoritario y dictatorial a un  Estado que Él mismo dirigió como los últimos ocho años. O suicida, porque sería reconocer de facto la culpabilidad de las sindicaciones penales contra sus más estrechos colaboradores y la huída como una maniobra dirigida a eludir la acción de la justicia colombiana. Pero quizás los más suicida consiste en exponer su gente al uso por parte del Estado del instrumento de la extradición una vez sean juzgados en ausencia o hasta una intervención de la Corte Penal Internacional. Uribe debería respirar profundo y comprender que la clasificación de los presidentes destaca entre once atributos, como cualidades de un buen gobernante “el carácter conciliador, la prestancia moral y el respeto al Estado de derecho y a las instituciones”. Y esos valores fueron escasos en los últimos ocho años.