El Partido Liberal en crisis y el Conservador también

Cuando empiezan a surgir nuevos movimientos, en principio de carácter ciudadano pero "sin miedo a la política", quedan en evidencia las crisis que se vienen cocinando desde hace tiempo en los partidos políticos reconocidos como los tradicionales del país. En una sola semana primero, renuncia el secretario general del Liberalismo, Mauricio Jaramillo, claramente por diferencias no resueltas con el jefe del partido, Simón Gaviria. Jaramillo, un liberal de vieja data, de una familia que ha militado durante décadas en el partido, entró en momentos difíciles a apoyarlo cuando quedó en evidencia la escasa votación que obtuvo en las elecciones presidenciales. No se trata de cualquier liberal y no es cierto, según sus propias palabas, que Jaramillo con su renuncia simplemente se adelantara a la liquidación de la secretaría en la nueva reforma que impulsa Gaviria. Esa fue la explicación bastante malévola que planteó el partido. Pero en esa misma semana, se dio el segundo hecho: una crisis en el Partido Conservador, con el expresidente Pastrana a la cabeza, que según ha dicho Camilo Gómez quien fuera su mano derecha, ha encontrado un buen respaldo entre muchos conservadores, descontentos con la colectividad, claramente identificada como dueña de una parte importante de la burocracia estatal. Más interés en puestos que en ideas, es la forma como aparentemente se podría resumir el desencuentro entre los conservadores. Por fin parecería que empieza a hacer crisis el perverso modelo político del país: un presidencialismo demasiado fuerte, unos partidos políticos débiles, muy débiles, y unos parlamentarios excesivamente poderosos. Como lo anotaba un reconocido científico político colombiano, quien pidió reserva de su nombre, esa es la fórmula perfecta para los males del país: una democracia débil, un clientelismo rampante, un Estado ineficiente lleno de fichas políticas mediocres, sin compromiso con el país, y obviamente, lo peor de todo, la profunda corrupción tanto en el sector público como en el privado, que con frecuencia pasa de agache porque se le permite hacer más de lo que debería. Empresas que maltratan a sus trabajadores, al medio ambiente, que invaden los canales de televisión mostrando otra realidad y nadie los contradice. Son muy poderosos. De acuerdo a mi amigo politólogo, que por la posición que ocupa se mantiene en reserva, lo que se requiere son unos partido fuertes, con unos parlamentarios débiles y sometidos a la disciplina del partido al que pertenecen, y una Presidencia menos omnipotente. Muchos de los dramas colombianos obedecen a la sustitución de partidos políticos por maquinarias electorales que han permitido que el ejercicio de esa actividad se convierta casi siempre, en un negocio para sus parlamentarios. Lo que le falta a Colombia es democracia, es la participación real de la ciudadanía bien a través de partidos, o de movimientos ciudadanos. Que existan los canales para que las grandes reformas sean discutidas antes de llegar al Congreso donde los parlamentarios tienen que someterse a los acuerdos de partidos y ciudadanía. Un llamado a renovar los partidos debe ser la voz de "Pido la Palabra", en su propósito de reivindicar la política y de construir democracia. Llego ese momento y sería imperdonable que se perdiera esa oportunidad. Nada mejor para renovar, para modificar el contenido y el rumbo de las instituciones y de las personas, que las crisis. Aprovechemos esta coyuntura por el bien del país, de nuestros hijos y de nuestros nietos. De no hacerlo, ellos, especialmente los nietos, nos pasarán la cuenta de cobro por el país que les dejamos. E-mail cecilia@cecilialopez.com www.cecilialopezcree.com www.cecilialopez.com