El populismo, fenómeno perverso actual

Publicado por: admin el Lun, 16/04/2018 - 07:36
El espectro del populismo amenaza a Europa, EE. UU., América Latina y otras regiones del mundo. Si bien es cierto que el populismo es un concepto político antiguo su auge ha sido un fenómeno que ha
El espectro del populismo amenaza a Europa, EE. UU., América Latina y otras regiones del mundo. Si bien es cierto que el populismo es un concepto político antiguo su auge ha sido un fenómeno que ha cobrado mayor relevancia en los últimos 40 años. En la ciencia política el populismo concibe a la sociedad dividida en dos grandes grupos enfrentados entre sí: "el pueblo puro" y las "élites corruptas". Hoy el populismo trasciende las definiciones de izquierda y derecha ya que podemos constatar que se aplica a gobiernos que pudieran estar en cualquier rango de calificación ideológica, por ejemplo, es populista de derechas la Liga del Norte de Italia, o el Frente Nacional de Marine Le Pen. O el de Viktor Orbán en Hungría. Trump combina en EE. UU. una manera populista de gobernar unida a medidas anti migratorias, nativismo político y autoritarismo Populismo de izquierda el que promueve Podemos de España, el gobierno de Syriza en Grecia, el de Hugo Chávez y ahora Nicolás Maduro en Venezuela. El profesor Benjamin Moffitt en su libro “The Global Rise of Populism” señala que una característica común a todas las expresiones del populismo es la pasión que sienten los lideres populistas por lo que se llama “malas maneras” es decir no adaptarse a las formas convencionales aplicadas en regímenes democráticos, por ello suelen insultar, descalificar, agredir con palabras soeces a sus adversarios. También necesitan que sus seguidores sientan que se vive en un permanente estado de crisis y que ellos siempre están en la ofensiva para superar lo que siempre ha sido causado por otro u otros. Otra característica resaltante del populismo es la utilización de elementos negativos, que pueden ser basados en la anti política, el anti intelectualismo, la anti meritocracia y su alergia al institucionalismo de corte democrático, prefieren lo que denominan democracia directa y protagónica, por ello privilegian los referéndums como forma de manifestación electoral. El populismo para florecer requiere que se implante un régimen de corte autoritario en el que el líder pueda ser el único que imponga las decisiones sin tener que verse limitado por 'el formalismo’ democrático. Hugo Chávez llegó incluso a parodiar al Rey Sol , cuando dijo “Yo no soy un individuo soy el pueblo” En otras palabras, como Luis XIV, “El Estado soy yo”. Esta forma de gobernar destruye la institucionalidad democrática y acaba con la separación de poderes y deja en manos de un “monarca republicano” los destinos de su respectivo país y sus decisiones terminan afectando la cohesión social y el progreso en paz. En nuestra América Latina lamentablemente tenemos varias muestras de lo que puede ocurrir con gobiernos de este corte, como es el caso del chavismo en Venezuela, de los Kichner en Argentina, de Lula y Dilma Roussef, en Brasil, de Evo Morales en Bolivia, de Ortega en Nicaragua, de Correa en Ecuador. Si bien algunos pudieron presentar, en algún momento resultados económicos y sociales favorables terminaron siendo carcomidos por una inmensa corrupción administrativa que terminó o terminará sacándolos del poder. En las elecciones que se realizarán en 2018 en varios países de nuestro continente la principal preocupación de los electores será el no permitir que con sus votos triunfe otro exponente del fatídico populismo latinoamericano.