El sofocante sexo de Virginia Mayer

Mar, 25/06/2013 - 01:06
Mi amiga Lucía Nader, quien se gana la vida hablando de sexo y relaciones de pareja, es una pobre principiante ante Virginia Mayer, quien no da consejos sino que se compromete directamente y cuenta s
Mi amiga Lucía Nader, quien se gana la vida hablando de sexo y relaciones de pareja, es una pobre principiante ante Virginia Mayer, quien no da consejos sino que se compromete directamente y cuenta sus experiencias y apetitos con todos los pliegues y recovecos del mundo de la carne. Como periodista ha logrado posicionarse y sorprender en Kienyke, tras su paso por Javeriana Stereo (¿qué diablos hizo en esa emisora de los curas?) y La W, de Julio Sánchez Cristo.  Como mujer, unos la ven lesbiana, otros descarada y muchos simplemente “loca”. Empezó con “razones para odiar a Nueva York” y nos quedamos queriéndola u odiándola, pero leyendola. No entiedo qué importancia puede tener la vagina rota de Virginia, ni su soltería a sus 35 años (“yo prefiero ser un tiro al aire a ser domesticada”), ni que se haya enamorado de otra gordita en un trabajo de reportería en un famoso burdel de Bogotá.  Pero –inexplicablemente- la leen más que a quienes seguimos empecinados con la política nacional. Me resistí por varias semanas a leer su primera novela “Polaroids”, fastidiado como estaba de sus monologos sobre sexo. Pero sucumbí por la curiosidad morbosa de entender cómo se enfrentaba a 210 páginas. Confieso, sin pudor, que no sólo llegué al último renglón, sino que me lo disfruté. Pienso que Miranda, la protagonista, es ella, con sus travesuras de joven y sus insolencias de vieja, empezando por sus primeras masturbaciones “usando su Alf, restregando la entrepierna contra la cola parada del muñeco”. Después siguió con un canguro que su viejo le había traído de Australia, sin pensar el uso que le daría su ardiente niñita. Más adelante llegaron las almohadas, hasta convertirse en “perpetuamente arrecha”. Hay un capítulo que habla de su experiencia en radio al lado de “Yoolikeit”, quien –según el relato- vivía en Miami, se estaba escondiendo de la guerrilla que lo había amenazado, pero hacía que Colombia creyera que vivía en Bogotá. “Tenía ojos enormes y malos, era muy alto y aún más flaco. Tenía una nariz larga y fea, con un turupe como la nariz de Mr. Burns. Tenía una voz espectacular, mucho más sexy y natural que la de su hermano. Siempre usaba mocasines de gamuza con pantalones veraniegos y camisas de abotonar. No usaba anilo de casado y tampoco tenía la marcha del anillo en el dedo…”. Y no les cuento más sobre “Yoolikeit”, para que –los interesados- compren el libro. Tampoco sigo con su novela, que –contra la que pensaba- no es una suma asqueante de escenas de sexo loco sino una suma de historias, algunas muy diveridas. Hace unos meses, antes del libro, le hice varias preguntas ping-pong (toma y dame) a Virginia: ¿Cómo le fue con Julio? Me fue muy bien. Yo le conseguí la entrevista con Paul Mccartney, por la que se ganó un Simón Bolívar y por eso me contrató en Miami. Él fue muy generoso conmigo mientras trabajé con él. Eso es todo lo que voy a decir. ¿Tiene completa libertad para publicar lo que quiera? No me han censurado la primera vez. ¿Por qué escoge temas con tanta truculencia? Para el público colombiano puede serlo. Estoy de acuerdo. Pero yo empecé a escribir cuando vivía en Nueva York, donde no se manejan tantos tabúes. Me apasionan esos personajes que en general viven con una moral diferente y gente que no aprende lecciones y comete el mismo error, que no le importa el qué dirán. Un tema reiterado en sus columnas es el machismo.. Aquí la mujer tiene que esperar a que el hombre dé el primer paso, acá, ella tiene que esperar a hablar, tiene que pedir permiso. Ese no es mi estilo y creo que se refleja en mis columnas. Yo voy escribiendo sobre lo que se me ocurre, lo que voy pensando. ¿Qué le dicen en las redes sociales? Hay de todo. Hay comentarios muy pesados, a veces hay gente que se mete a nivel personal conmigo y eso es algo que me ha tocado aprender a que me resbale. Hoy en día es divertido que hablen, que hablen. Lo suyo es provocar, hablar incluso de sus vibradores… El último que adquirí no es tan chévere, es muy ruidoso. ¿Este es un país mojigato? Es una cultura mojigata. Según la Contralora General, cuando una mujer habla con fuerza, dicen que es histérica… Obvio. Eso es lo que dicen. Es como cuando una mujer tiene muchos amantes, dicen que es una puta. Si es el hombre el promiscuo lo llamán galán. Hay libertades, cualquier cantidad de libertades para los hombres y en cambio para las mujeres no, hay restricciones. Eso vuelve a la mujer histérica, diría más bien. ¿Qué piensa de la fidelidad? Yo pienso que uno debe ser fiel a uno mismo y ser uno mismo siempre. ¿Qué temas, que haya escrito, le han parecido bien interesantes? Me sigo sorprendiendo de lo que le gusta a la gente. He encontrado gente que ni siquiera me animo a tildar de loca o de enferma, simplemente hay gente para todo. Por eso mismo es que digo que a una persona que le guste tener sexo con hielo pues bien. Me refiero a que no juzgo a nadie, sino que se vale todo. ¿Y de qué extremos estamos hablando? Hay personajes a los que les gusta el dolor, sienten placer. Conozco uno que se aplica miel y después mete su pene en un tarro con hormigas, para que éstas se le metan por la uretra. El asunto le gusta a ese personaje y estoy segura de que no está solo en el mundo. Tampoco me parece un enfermo, porque si a todos nos gustara el misionero, esto sería muy aburrido. Usted me ha dicho que es bisexual. ¿Hastá dónde va en el sexo? No me interesan las hormigas por mi uretra. No. ¿Qué tan relajada y qué tan libertina es Virginia Mayer? Mi papá, desde que estaba chiquita siempre me ha dicho que estoy en el borde, en el límite y es verdad. Lo que no sabe es que usted pasó ese límite. Me enteré hace un par de meses de que él y mi mamá, se leen todas mis columnas. Así que está enterado. Asustado, me imagino. ¿Incómodo? Más que asustado, incómodo sí. Ya no se las leen supuestamente y me preguntan qué pueden leer y qué no. ¿Cómo se transformó esa niña de familia en lo que es hoy? Antes de irme para Nueva York, viví seis años en Bogotá y me sentía apretada, encerrada, incómoda, deprimida. Me reinventé y dejé atrás una cantidad de pesos que llevaba sobre la espalda, innecesarios. Decidí que si yo no vivo por mí misma, nadie lo hace. Experimento cosas e investigo. ¿Cuándo perdió la virginidad, teniendo cuántos años? Adivine, más bien. ¿Se ha enamorado? Creo que me he enamorado media vez, no una vez completa. ¿Con quién lo hizo la primera vez? Fue con un hombre que no volví a ver en la vida, el amigo del hermano de una amiga. ¿Cuándo fue su primera mujer? Mi primera mujer fue hace por ahí unos ocho años. Me imagino que usted la conquistó, que se le metió a la cama. No. Ella me conquisto a mí. Su primera experiencia lésbica, fue allá, no en Colombia… Los primeros besos fueron acá, antes de irme. Hace más de nueve años. ¿Cómo fue esa experiencia? Fue mucha adrenalina, muchísima adrenalina, emoción y no podía creer lo que estaba haciendo. No fue con mi novia sino con una amiga de la persona con la que vivía, con quien compartía apartamento y sí, estaba muy borracha. Bisexual, ¿No querrían en su familia que escogiera un bando? No. Mis viejos, supongo, me aceptan tal cual soy, ellos quieren que sea feliz y que viva la vida como quiero y no me exigen ni me juzgan. Usted que juega allá y acá, ¿cómo define las relaciones con los hombres por un lado y con las mujeres por el otro? A mí, personalmente me gustan las mujeres que en la jerga gay, les dicen butch, que es una mujer muy masculina, pero me gustan las mujeres que se identifican como mujeres. En ese sentido, ese tipo de mujer se apropia mucho del rol masculino, más bien un rol dominante. No hay gran diferencia. En mi caso particular, a mí me gustan las cosas justas, me gusta que todo sea balanceado, 50/50. Toma y dame... Sí. No hay grandes diferencias. ¿Se siente mirada, observada, vigilada? No. Tengo muchos amigos gay y tengo mis amigos heterosexuales, gente con la cabeza abierta. ¿Qué diferencia hay entre tener la cabeza abierta, ser promiscuo e incómodo ante una sociedad pacata, como lo hemos llamado? Supongo que en una cabeza abierta, cabe más libertad sexual y uno tiene menos cuestionamientos morales. En una cabeza abierta, uno no juzga cosas y está abierto a las grandes diferencias que hay entre todas las personas. Al promiscuo no le veo una connotación negativa, a menos que la persona no se esté cuidando, se esté haciendo daño o esté haciéndole daño a alguien. De lo contrario, no le veo nada de malo a ser libre y hacer lo que se quiera. ¿Qué tanto lesbianismo y qué tanto homosexualismo hay en Colombia, por lo que usted conoce? Comparado con hace nueve años, ahora hay muchísimas más lesbianas. No creo que haya más, sino que de pronto han ido saliendo del clóset, de pronto esta sociedad se va relajando un poquito y le va dando más tranquilidad a estas mujeres. Hombres gay hay muchísimos, muchos, hay menos mujeres. De hecho, hay muchos bares gay pero bares de lesbianas, creo que hay un par. ¿Se piensa casar algún día? Buena pregunta. Si aparece alguien. ¿Quién se le apunta? Tiene que ser alguien más fuerte que yo y que me dé tres vueltas. Hombre o mujer. No sé. ¿Se ve casada con una mujer? No sé. ¿Cuál es el hombre más bonito que hay en el país, el que más le gusta y le impacta? Los hombres bonitos no son los que me gustan. ¿Cuál es la mujer que más desea? Me muero por Janine Garofalo, es actriz americana. ¿Sabe cuál es? No. ¿Cuál colombiana? Acá hay muchas guapas, hay muchas curvas. Dígame un nombre… Le puedo decir que Amparo Grisales, no. ¿Sabe por quién me muero? Con una escritora caleña que se llama Amalia Andrade. Es hermosísima. No es que me muera por brincar encima de ella, solo me muero por ella.  
Más KienyKe
El gobierno alemán creó la tarjeta de oportunidades, un permiso que permite a extranjeros no europeos vivir un año en el país, trabajar medio tiempo y buscar empleo cualificado.
La delegación nacional logró 142 oros y sumó su cuarto título consecutivo en los Juegos Bolivarianos Ayacucho Lima 2025, consolidando su dominio regional.
Una inundación en la biblioteca de antigüedades egipcias del Louvre dañó unas 400 obras y reavivó las críticas por la gestión de recursos y seguridad.
La medida aplicará durante el puente festivo por la celebración de la Inmaculada Concepción y regulará el ingreso de vehículos particulares a la capital.