Embarazar adolescentes: un paso atrás

Mié, 06/02/2013 - 09:02
Hace años era común una ilustración de la evolución humana mostrando un pez que se acercaba a una orilla, desarrollaba patitas y empezaba a subir por ella. Después se iba convirtiendo sucesivamen
Hace años era común una ilustración de la evolución humana mostrando un pez que se acercaba a una orilla, desarrollaba patitas y empezaba a subir por ella. Después se iba convirtiendo sucesivamente en anfibio, reptil, mamífero, mono, hombre primitivo y finalmente hombre moderno. Esta representación de nuestros orígenes ha sido objeto de crítica por biólogos evolucionistas, además de usarse burlonamente en muchas caricaturas. La razón fundamental de su desprestigio como imagen de nuestra historia biológica es que propone un progreso evolutivo gradual, continuo, en una sola dirección ascendente. Nunca mostraba una especie dando paso atrás, abajo o desapareciendo como si el progreso fuera una ley biológica. Y en la evolución biológica y cultural humana es posible dar malos pasos. El embarazo de los adolescentes de nuestra especie es probablemente un paso atrás. Hace unas semanas los medios reportaron la historia de un bebé robado en Bogotá. Desde el primer día me llamó la atención que la madre tenía catorce años. Después de encontrado el infante se insistió un poco en la edad de la madre pero el padre, unos años mayor, explicaba que la adolescente era su mujer. No sé en qué haya acabado el problema con el ICBF, pero cualquiera que trabaje en un hospital público en Colombia en estos días no se sorprende de esa edad materna. La atención de adolescentes embarazadas es frecuente en ellos. Esta situación evidentemente puede tener complicaciones médicas, sicológicas y sociales. Además de ir en contra de ventajas adquiridas en la evolución de nuestra especie. Sorpresivamente en esos casos los problemas médicos son los de menor impacto. El Dr. Julio César Reina, conocido pediatra de Cali, lleva más de veinte años investigando el desarrollo de niños y adolescentes en el distrito de Aguablanca de esa ciudad. Encontró madres solteras, muchas adolescentes. Por interés personal, filantrópico y de manera callada, creó una institución para apoyar a esas jóvenes mujeres. Ha logrado así establecer una buena base estadística para investigar el embarazo en adolescentes. La mayoría de ellos son embarazos no deseados pero normales, con niños normales al nacimiento. Entonces el embarazo juvenil no es un problema exclusivamente orgánico o médico. Es más bien una grave situación social con importantes efectos sicológicos, económicos, familiares y educativos. Es evidente que el embarazo en la primera juventud es un gran problema sicológico para la madre. También lo es por supuesto para el joven padre, pero hay que reconocer, con vergüenza masculina, que en muchos casos y quizás en la mayoría ellos, el padre es unos años mayor que la madre con frecuente abuso sexual de la adolescente. Toda esta situación para la madre y el niño o niña es una de las llamadas trampas de la pobreza (Semana, 14 de Octubre, 2006) circunstancias sociales y económicas en las que se nace y vive difíciles de solucionar solo con esfuerzo personal. Además, el problema es para todo el entorno familiar: no se establece en la mayoría de los casos una nueva unidad familiar y se aumenta la carga económica para la generación anterior (abuelas que crían hijos de sus hijas, etc.) Pero quizás la situación más grave es el déficit formativo y educativo, la detención del lento desarrollo juvenil que nos transforma en individuos maduros de la especie humana. Los Neandertales, Homo neanderthalensis, fueron nuestros predecesores inmediatos en la evolución humana. Casualmente en estos días se ha publicado la disparatada propuesta de clonar su ADN y tener entre nosotros una colonia de esos homínidos que desaparecieron hace unos 30.000 años (CNN, 24 de enero, 2013). La antropóloga Tanya Harris de la universidad de Harvard había logrado, hace tres años, calcular con exactitud la edad de restos neandertales examinando sus molares. Y llegó a la conclusión que ellas, las Neandertales, tenían su primer embarazo entre los 11 y 12 años (Slate, 29 de enero, 2013). Esta temprana entrada en la vida reproductiva privó a esa especie humana de una larga infancia y adolescencia como la nuestra de hombres modernos, Homo sapiens sapiens. En la evolución de especies animales mayores se da una tendencia a preservar en crías y adultos jóvenes rasgos infantiles. Parece que el hombre de Neandertal tomó el camino opuesto, quizás presionado por la disminución marcada de sus individuos. Algunos grupos humanos no siguieron esa tendencia retrasando el primer embarazo y, con mayor capacidad de desarrollo neurobiológico durante la edad juvenil, ganaron lo que podríamos llamar la carrera evolutiva. Paradójicamente, el Neandertal tenía algo más de capacidad craneana que nosotros, pero podemos especular que aprendía menos por tener una infancia más corta. En este contextoel embarazo temprano de nuestras adolescentes les quita una larga infancia y adolescencia, impidiéndoles llegar a ser todo lo que pueden ser. Por eso creo que es un paso atrás en la evolución humana, además de un gravísimo problema social y económico.
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