Emiliano Zuleta Baquero, el de La Gota Fría

Mar, 27/05/2014 - 14:03
Un 11 de enero le festejamos el cumpleaños al viejo Emiliano en el Kiosco de Poncho en Valledupar. Más que una parranda vallenata, esa reunión cargada de mucho afecto, fue un rato familiar grandios
Un 11 de enero le festejamos el cumpleaños al viejo Emiliano en el Kiosco de Poncho en Valledupar. Más que una parranda vallenata, esa reunión cargada de mucho afecto, fue un rato familiar grandioso en el cual participaron activamente cada uno de los Zuleta Díaz, allí  la alegría fue desbordante y en especia la de ese verseador inteligente, dicharachero de inigualable sentido del humor que con las notas picante de su acordeón les dijo a sus hijos en verso al iniciar la reunión: "Mis hijos q son tan buenos, mis hijos q son tan buenos/para mi es un encanto Pero en todas parte que canto/Se lo gana el gallo viejo" Y para rematar con pícara sonrisa les agrego: "Aún tengo un hijo chiquitico pero estoy  haciendo otro". Ese es Emiliano Zuleta Baquero, el hijo de la Vieja Sara, mujer bailadora de cumbiamba, verseadora y carismática que acompañaba con sus cantos el acordeón de su esposo Cristobal Zuleta. Los pobladores de la Jagua del Pilar, donde su hijo Emiliano nació, recuerdan que allí había un acomodado que tenía una tienda, como había llovido y había lodo en la calle no le permitieron subir al pretil de la casa a una señora que quería hacer unas compras. A la vieja Sara, que estaba en una parranda cercana, le contaron lo que le habia sucedido, de inmediato reaccionó con un verso mordaz que aún retumba en la memoria de sus paisanos: La torre más elevada/y el más elevado templo Se derriba con el tiempo/y viene quedando en la nada Emiliano aprendió muy joven a hacer versos de cuatro palabras, a construir décimas que se utilizaban en fiestas patronales, como las que le hizo a la Jagua del Pilar: el dividivi, aprendió a tocar la caja y a ejecutar el carrizo de cinco huecos, antes de conocer los secretos del acordeón. Cuando escuchó el sonido del acordeón en El plan Sierra montana, le llamó profundamnete la atención, pero como no tenia medios económicos para conseguirla tomó prestado el acordeón de su tío Francisco Salas y se lo llevó para su finca en la sierra para aprender a tocarla. Al sentirse seguro del instrumento bajó a Villanueva y frente a la casa de su tío interpretó un merengue que le había compuesto cuyos versos dicen así: “Le vivo rogando a Dios / que me perdone mi tío / por culpa de un acordeón / que yo me llevé escondío /. Francisco impresionado por las notas del acordeón despertó y le dijo: “Hombe, sobrino, si ya usted toca más que yo; yo creía que era Chico Bolaños; tome, llévese este otro que está mejor”. Esta manifestacion de aceptación y reconocimiento incidieron notoriamente en el rumbo de su vida musical. Como los fines de semana bajaba de su finca Los portoncitos en La sierra montaña donde cultivaba café, plátano, ñame, etc a vender sus productos a Villanueva aprovechaba para encontrarse con sus amigos con quienes  organizaba grandes parrandas con la participación de varios acordeoneros de la región. Poco a poco se fue dando a conocer como verseador incisivo en versos de cuatro palabras, como compositor y como acordeonero en este tipo de reuniones y en las fiestas patronales. El viejo Emiliano, al conocer la construcción de versos que le hacia a las décimas, le agregó al verso de cuatro palabras unos versos más largos que sólo él sabía hacer, lo que significó una gran  innovación en la estructura de sus composiciones y marcó un estilo inconfundible en sus piquerias. ¡La facilidad para componer una canción era envidiable! Compuso muchas canciones tales como: "El Indio Manuel María", "Carmen Díaz", "El Regreso de Carmen", "Con la misma fuerza", "La Pimientica", "Las Enfermeras", "Mis Hijos", "Delirio" Villanueva", "El zorro", "El robo", "El piñal", "Villanueva", "Las enfermeras", "Mis pocos días", "La piqueria". etc. Me contó el Viejo Emiliano: "En una población cercana a Valledupar, Guacoche, había un músico muy bueno que decía que tocaba y componía mejor que yo, me mandaba versos fuertes que yo le respondía así: Emiliano es un blanco descolorido que no puede con la maleta (el acordeón) porque tiene paludismo. De inmediato le contesté: Morales se ha puesto bravo/porque Mile es de color/que se unte blanco de zinc/ y no se deje ver del sol.  Recuerdo también otro recao en verso que me mandó: Emilianito no sale de la Sierra porque la carne la come sin hacer gasto, Emiliano lo que come en la sierra es zorro, chucho, marimonda y maco. Como Moralito vivía a orillas del Río César le conteste: Moralito anda diciendo que yo como toda clase de animales/pero él no se fija /q él come mutua, puerco, poncho/, ratón y caimanes." Esta contienda de lleva y trae duró mucho tiempo, por fin se encontraron en las fiestas patronales de Urumita, pero Morales evitó la piqueria. Emiliano, molesto porque no le aceptó el reto le compuso La gota fría (1938) cuyo nombre se lo puso recordando que  la vieja Sara comentaba que en Tunja había una cárcel que tenia un cuarto muy estrecho con un hueco en la parte superior por donde le entraban al preso gotas de agua helada que lo volvían loco. "Te va a caer la gota fría", decía constantemente la Vieja Sara. Sólo diez años después se volvieron a encontrar y con un fuerte abrazo sanjaron las diferencias musicales estos dos gladiadores únicos: Morales, creador de melodías en las cuales se han montados algunas de las más bellas canciones vallenatas, Emilanito un maestro capaz de resumir en un verso los que otros no lo dicen en un millón de palabras. "Me lleva él o me lo llevo yo / pa’ que se acabe la vaina / ay Morales a mí no me lleva / porque no me da la gana.“
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