Caracol nos desea felicidades en Navidad, con un grato sonsonete casi tan emblemático como las natillas y los buñuelos para los colombianos. Y el feliz año pa´tí, feliz año pa´él y feliz año pa´todos, acompaña en canciones y saludos los deseos de próspero año nuevo que pregona hasta el gato en estas fechas.
Obligado a iniciar actividades para enviar mensajes optimistas de comienzos de año el alcalde Gustavo Petro nombró lo sustancial de su gabinete con fervientes deseos de garantizar la prosperidad ética de lo público a los bogotanos. Y aunque no sorprendió mucho, si dejó claro que quiere regalarle de año nuevo a sus electores, quienes refrendaron el 30 de octubre su preocupación por la corrupción, su apuesta por la transparencia.
Por eso las críticas a los nombramientos de Petro pueden resultan tempraneras, suspicaces, prevenidas, cuando no malintencionadas. Lo que se evidencia es que el alcalde tiene claras prioridades para escoger su equipo. Primero, por supuesto, y eso hay que reconocerlo antes que verlo como debilidad es que va a gobernar con los suyos. Segundo, que hay rincones donde se la juega por la transparencia en la gestión más que por lo técnico y tercero, que hay terrenos en los que prefiere el conocimiento antes que la experiencia sectorial.
Para algunos queda fácil salir a criticar lo uno y lo otro. Hay quienes creen que sin experiencia no se puede ejercer cargo alguno, pero justamente se trajo a alguien como su excompañero del M19, Antonio Navarro, que ha demostrado que la voluntad política, la ética de lo público y la eficiencia administrativa pueden a veces más que la experiencia administrativa. No en vano se ganó el premio al mejor alcalde.
En el caso del IDU, el mensaje es clarísimo, lo que le interesa a Petro es la probidad, la seriedad y el compromiso con el aspecto sagrado de los recursos públicos. Quienes conocemos a María Fernanda Rojas saben que ella es de profesión comunicadora social pero que de oficio ha ejercido como política con sentido de transparencia, ética y respeto por el bien público. Y no hay nadie que después de la hecatombe Morenos-Nules dude que ese sea el principal déficit de la ciudad, en la entidad del desarrollo urbano.
Ahora, la experiencia académica es también experiencia. No será trayectoria de ejercicio y eso es lo que pueden reclamar algunos. Pero si se miran las hojas de vida de los secretarios de Educación, Movilidad, Planeación e Integración Social, entre otros, resultan notorios sus conocimientos en el área y que con una buena dosis de gestión y asesoramiento en materia administrativa, sabrán salir adelante. Pero si eso es lo que preocupa, para Secretario General escogió un hombre con suficiente experiencia en lo operativo como Eduardo Noriega, aunque se le sacrifique temporalmente su experticia en telecomunicaciones.
Hay que recibir las críticas con beneficio de inventario. Habrá expertos que tengan temores, claro. Pero hay mucho de oportunismo en quienes no votaron por Petro. Y el Polo no está para cucharas, los antanistas no son los únicos que defienden lo público y los verdes aún no están tan maduros. Estas fuerzas que de alguna manera representan las fuerzas progresistas y éticas en la ciudad, no pueden caer en las apuestas mezquinas de los derechistas para que le vaya mal a Petro.
Por ningún motivo las fuerzas que se ubican del lado de la izquierda se pueden dejar llevar al escenario de quienes como dice un amigo con veleidades derechistas, Juan Gonzalo Ángel, que lo mejor que pudo pasar en Bogotá es que ganara Petro para que no llegue a ser presidente. Según él, si Chávez hubiera sido alcalde de Caracas nunca habría sido elegido presidente en Venezuela. Desde las derechas se augura el fracaso de Petro, así la damnificada sea la ciudad. Desde las izquierdas es un imperativo ético que Petro salga avanti. Sobre todo si se trata de un gobernante que ha demostrado que siempre ha sido revolucionario y transformador.
Y defender lo público, el interés común, la transparencia y la actividad política con honradez es hoy una tarea suficientemente revolucionaria y transformadora. Por eso los bogotanos a pesar de Samuel y compañía respaldaron a Petro. Porque creen que un dirigente político que luche contra la corrupción y garantice la gestión limpia, no solo lo requiere con urgencia Bogotá, sino toda Colombia. Las izquierdas deben apostarle aunque no hayan votado por Petro, a que su gestión sea exitosa.
Petro en su mismo discurso de posesión convenció a muchos de los que no votaron por él. Sus banderas ambientales, su preocupación por la infancia, su interés por la juventud y las mujeres como género olvidado, son aspiraciones de los bogotanos que quieren democracia y oportunidades, que aspiran a una vida digna y que sueñan con una clase dirigente confiable.
Por eso ser de izquierdas hoy pasa por apostarle a la eficacia y a la transparencia. Por eso el grito debe ser: Comandante, salve usted la patria chica. Que si se salva la patria chica, las izquierdas tienen posibilidades en un futuro no lejano de gritar: General, salve usted la Patria.