Hay vuelos en que se podría hacer un estudio sociocultural completo, analizando las actitudes de los azafatos y los pasajeros. En un viaje a Miami con pocos pasajeros, tuve el tiempo para detallar algunos comportamientos y ver la naturaleza más genuina del ser humano.
Durante el abordaje, fijé mi atención en un pasajero que iracundo, insultaba a diestra y siniestra, tanto a sus compañeros de viaje como al auxiliar de vuelo Rigoberto, porque alguien le había colocado equipaje en SU compartimiento, arriba de SU silla, sin considerar o pensar por un instante que esos son espacios limitados y compartidos por todos los pasajeros y tripulantes del avión.
El vuelo tuvo una pequeña demora por mal tiempo, por lo que algunos pasajeros se relajaron y se dedicaron a leer sus periódicos. En la clase ejecutiva, donde menos pasajeros había, un hombre de negocios elegante y distinguido se distrajo leyendo documentos comerciales, y quizá tranquilo por la falta de acompañantes, y demasiado humano como todos nosotros, se sacaba los mocos y los pegaba debajo del asiento como cualquier niño malcriado.
Una vez nos informaron que ya podíamos iniciar nuestro carreteo, Magolita notó que una señorita refinada y bella que viajaba en clase turista, se pasaba sigilosamente a una de las sillas desocupadas de primera clase, tratando de colarse sin que los tripulantes nos diéramos cuenta. Cuando Magolita se le acercó a indicarle que debía ir a su puesto en clase económica, ella simplemente se hizo la que se había equivocado de cabina. Hasta ahí el asunto no es tan fuera de lo común, pero la verdadera naturaleza de este ser humano físicamente hermoso, resalta aún mas, cuando empezó a hablarle a Magolita en un tono altanero y ofensivo, pretendiendo quedarse en la silla de primera clase a pesar de no haber pagado el tiquete.
--Ustedes no saben con quien se están metiendo, soy una reconocida figura internacional e importante personaje nacional- Casi gritó al irse para la cabina que le correspondía cuando Magolita le insistió.
---Va a ver cuando hable con mi amigo el gerente que la van a echar.--- Siguió gritando y seguramente pensando durante todo el viaje.
Pero uno de los personajes que más me impactó, fue Mibella, una de las muchas mujeres que viajan de Latinoamérica a los USA o a Europa, a prestar sus servicios corporales a extranjeros sexualmente frustrados o reprimidos y que uno aprende a identificar por sus cualidades físicas, vestimenta y actitud. Desde que Mibella, se subió al avión, Magolita, Rigoberto y yo, nos deleitamos comentado sobre sus muy obvios y expuestos atributos físicos y a rajar sin compasión de su vestimenta colorida, reveladora y apretada. Durante el servicio de bebidas, que incluía licor gratis por la demora, al llegar a la fila donde estaba la chica de vida nada fácil, vimos que un pasajero frecuente se había sentado a su lado. Un caballero muy serio y bastante parco que conocíamos por sus viajes de negocios casi semanales y que siempre pedía gaseosa con la comida, porque; “¿quien va a pagar 7 dólares por un trago?”. Muy amable y sabiendo que el trago no lo estábamos cobrando, le preguntó a Mibella; --¿Quieres tomarte un traguito, ala? Yo invito.- Mibella, con una sonrisa amable, no aceptó y se colocó los audífonos sugiriendo que quería ver la película sin que la molestaran.
–Entonces deme un güisqui mijo, mejor deme 2, yo me tomo el de esa.-- me dijo el pasajero señalando molesto a Mibella y volviendo a su actitud poco amable de siempre. Terminamos el servicio y Magolita, Rigoberto y yo seguimos descuerando a la voluptuosa Mibella, mientras terminábamos nuestro trabajo.
Un par de horas más tarde, los pasajeros desembarcaban en el aeropuerto de Miami. Mibella esperó a que la mayoría de los viajeros hubieran salido del avión y con una sonrisa y cordialidad encantadora me dijo, -Que viaje tan bueno y su servicio fue excelente.- Con una discreción admirable, me alcanzo un billete de US$20.00.Al ver que yo titubeaba, me tomó del brazo y me puso el billete en la mano con tanta amabilidad y agradecimiento que me fue imposible rechazarlo.
Si, se podría hacer un estudio sociocultural en los vuelos, porque es mucho, mucho, lo que uno tiene que aprender en este trabajo.