Florencia ¿la próxima gran tragedia?

Dom, 21/05/2017 - 09:54
Es latente la preocupación por una tragedia que afecte a Florencia, capital del Caquetá, según advierten investigadores de la Universidad Nacional, al advertir sobre “los peligros de darle la esp
Es latente la preocupación por una tragedia que afecte a Florencia, capital del Caquetá, según advierten investigadores de la Universidad Nacional, al advertir sobre “los peligros de darle la espalda al río”. -“Los investigadores de la UN visitaron seis municipios de la Amazonía y determinaron que los ríos no se tuvieron en cuenta en la consolidación del crecimiento urbano ni en la creación de espacios públicos. Ocho años después la problemática sigue vigente con riesgos ambientales, climáticos y de desastres, como el ocurrido en Mocoa…” El informe completo sobre el tema está registrado en el periódico de la UN, en su más reciente edición: -Para los expertos es inevitable pensar en Mocoa cuando hablan de la capital del Caquetá. “Si no se toman medidas de prevención, existe el riesgo de una tragedia similar o peor”, considera el geógrafo Miguel Castiblanco. La relación entre la ciudad y sus aguas –el río Hacha y sus afluentes como las quebradas La Perdiz, La Sardina, El Dedo y La Yuca– no es la mejor. Según el Plan Maestro, en 2009 la ocupación de fuentes hídricas y sus zonas de influencia ascendía a 1,3 km². El documento advirtió que esta tendencia podía crecer, y en efecto así sucedió. Aún hoy se habla de amenaza por crecientes súbitas en sectores como La Vega, San Luis, Los Comuneros, Raicero, 7 de Agosto, Guamal, Bruselas y Tirso Quintero, entre otros. Así mismo se recomendó el reasentamiento de las viviendas ubicadas sobre las zonas de riesgo; ocho años después, los mandatarios locales siguen hablando de esta solución, sin realizar acciones concretas. El geógrafo Castiblanco explica que Florencia está ubicada en una zona de piedemonte que marca la transición entre la montaña –la “joven” y aún activa cordillera Oriental– y la llanura amazónica, donde provienen grandes masas húmedas que vacían todo su contenido provocando constantes lluvias. En efecto, los investigadores recuerdan que durante su visita a la ciudad, después de un torrencial aguacero se formó un arroyo gigantesco que, sin previo aviso, bajó por la ladera y se alcanzó a meter en algunas casas. San Vicente del Caguán Fuertes vientos y actividad sísmica A las inundaciones súbitas se añaden dos amenazas: los fuertes vientos, que pueden causar caídas de árboles, y la presencia de fallas geológicas cercanas a este municipio del nororiente caqueteño, ante lo cual se registra una actividad sísmica de alta a moderada. El municipio tampoco es ajeno a uno de los problemas ambientales que más les preocupa a los colombianos en el marco del posconflicto: en los últimos meses, tras la salida de las Farc, han desaparecido alrededor de 1.200 hectáreas de bosque, por lo cual la tierra va perdiendo un “paraguas” natural y, con el aumento de la erosión, llega más material sólido a los ríos. En 2009, los expertos determinaron una ocupación de 533.917,4 m² sobre las principales fuentes hídricas de la ciudad, el río Caguán, además de un sistema de humedales y quebradas como El Temblón, El Temblonsito, Bosquecito, La Gitana y El Carbonal. En aquel momento los investigadores identificaron una oportunidad: después de reubicar las viviendas en riesgo por inundación o remoción de masa, se podrían adecuar zonas de recreación y turismo con el fin de aprovechar al máximo una valiosa oferta hídrica. Esta restauración podría ir acompañada del Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado con su respectivo Plan de Saneamiento y Manejo de Vertimientos con el fin de mitigar una problemática que también afecta a este municipio, según lo indica la ingeniera ambiental Lina Ibatá. Puerto Leguízamo Alerta por inundaciones y residuos En julio de 2012 los noticieros nacionales hicieron eco de una emergencia presentada en este municipio por el desbordamiento del río Putumayo que afectó a 45 veredas y perjudicó a unas 6.600 personas, sobre todo indígenas. Mientras en 2009 se alertaba que el área de ocupación de fuentes hídricas era de 44.962,17 m², el equipo de la un advertía que se trataba de una situación contraproducente, toda vez que “los humedales actúan como una gran esponja que retiene el exceso de agua durante los periodos lluviosos, regulando los efectos perjudiciales de las crecientes”. En ese contexto, se recomendó el reasentamiento de las familias que habitan sobre el río Putumayo y sus afluentes –humedales Norte, Este, Oeste y Rancho Lindo– con el fin de adaptar estrategias de espacio público como un malecón turístico. En cuanto a las problemáticas ambientales, a la deforestación, la erosión y la minería ilegal se les añade un dolor de cabeza común en la región: el tratamiento de residuos. En efecto, barrios como Rancho Lindo han sufrido ante el vertimiento de aguas negras al río sin ningún tratamiento previo, lo cual puede provocar enfermedades como vómito, diarrea, paludismo, bronquitis, gripa o brotes de piel. Hace tres años se anunciaron obras para optimizar el alcantarillado y el suministro de agua potable. Sin embargo, considerando las problemáticas observadas, los investigadores estiman que difícilmente se llegará a una solución en el corto plazo. Recomendaciones desatendidas en Mocoa El barrio San Miguel, que fue arrasado en la tragedia del 31 de marzo pasado, apenas se estaba terminando de constituir cuando el equipo se encontraba en pleno trabajo de campo. Esta zona, junto con sectores como El Progreso, fue identificada por los investigadores de la UN como una de las más vulnerables ante las avenidas torrenciales producidas en un sistema hídrico compuesto por el río Mocoa y las quebradas Mulato, Sangoyaco, Conejo y Taruca. Considerando que el área de ocupación sobre fuentes hídricas en aquel entonces era de 434.563,9 m², y que la tendencia apuntaba a crecer, los expertos recomendaron el reasentamiento de las viviendas ubicadas sobre las quebradas y sus áreas de influencia, estableciendo, incluso, una ronda de 20 m alrededor de estas para impedir que cualquier actividad humana se llevara a cabo en el sector. Estas recomendaciones se plantearon teniendo en cuenta que Mocoa está localizada en una zona de piedemonte amazónico en la que la alta precipitación –el día de la tragedia fue de 129,3 mm, lo cual equivale a lo que llueve allí en 10 días– provoca desbordamientos constantes de los ríos y, por ende, avenidas torrenciales de agua, rocas y sedimento, fenómeno que se acelera por la erosión del terreno ante la deforestación, la minería y la ganadería. En ese sentido, los expertos lamentan que no se hayan atendido los estudios y deslizamientos previos que ya habían alertado sobre la problemática. Por lo pronto, la capital de Putumayo afronta, tras la terrible noche, un nuevo amanecer.
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