Cuando era niña esa era tal vez la pregunta más utilizada para restablecer relaciones con el entorno. Uno se peleaba con las amigas y luego, sin pedir disculpas, simplemente preguntaba: ¿Hacemos las paces? Si la contraparte aceptaba todo quedaba olvidado y se reiniciaba la amistad, de lo contrario se decretaba el odio y la venganza.
A veces parecemos un país que todavía está en la infancia, pues las relaciones sociales y políticas pasan por los sentimientos más primarios, aquellos regidos por el amor o el odio, no por la conveniencia social, el aprendizaje de las experiencias y sobre todo el sentimiento de unidad, eso expresado en la frase: La patria por encima de los Partidos, que alguna vez dijo Benjamin Herrera.
Después de las elecciones presidenciales la patria quedó aún más dividida, pero no como creen algunas personas, en sólo dos bandos. Está dividida en cuatro bandos por lo menos, algunos de ellos enemigos furiosos que no quieren hacer las paces de ninguna manera y otros no tan radicales pero bastante críticos. Sin embargo todas esas partes se necesitan para construir una nueva Colombia donde la Paz sea una realidad.
Existe por un lado, no ya el uribismo, sino siete millones de votos que se depositaron contra el proceso de Paz. Esta expresión significa el 45% de la población votante pero podría extenderse a muchos millones más quienes prefirieron no participar en las urnas pero siguen oponiéndose a las Farc y a las negociaciones.
Por otra parte está el 55% de colombianos y colombianas abstencionistas, personas que no votaron aunque no son para nada Uribistas. Allí caben los seguidores del Senador Robledo y de sectores contrarios al gobierno, pero no opuestos a las negociaciones de Paz.
Está, por supuesto el 50.9% que votó por Santos, algunos tapándose la nariz porque no les gusta este gobierno pero sí están convencidos de la importancia del proceso que adelanta con la guerrilla. Y finalmente está ese minoritario y escondido país representado por la subversión, agrupado en las Farc y el ELN, con quienes se intenta negociar un acuerdo de cese de hostilidades.
Hacer las paces con todos estos sectores es fundamental para que se pueda conseguir la paz duradera y la consolidación de una democracia moderna y justa. No será fácil mantener los diálogos y mucho menos llevarlos a feliz término sin estos otros pedazos de patria, sin los uribistas, sin los abstencionistas y sin el ELN.
Ese es tal vez el mayor reto que tiene por delante el presidente reelecto. No se trata de conformar apenas un gabinete, no es barajar un naipe incompleto sino incluir en ese naipe todas las cartas para que la nación entera se comprometa con el proceso de La Habana. El diálogo político, es fundamental en estos momentos, no la repartija burocrática.
Por muy abiertas que estén las heridas con facciones como las de los senadores Robledo y Uribe es mucho más importante hacer las paces con ellos que con quienes ya estamos convencidos. Ese debería ser el tema prioritario para la Casa de Nariño, no el de pedir hojas de vida y ofrecer más mermelada. Ojalá lo tenga claro el Presidente Santos.
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¿Hacemos las paces?
Lun, 23/06/2014 - 14:12
Cuando era niña esa era tal vez la pregunta más utilizada para restablecer relaciones con el entorno. Uno se peleaba con las amigas y luego, sin pedir disculpas, simplemente preguntaba: ¿Hacemos la
